Capítulo 12: ¿Te ahogaste en la bañera?

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Bradley tuvo la intención de correr al baño que se encontraba en el corredor, pensando en tratar de borrar el pavoroso tatuaje, tal vez con abundante agua

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Bradley tuvo la intención de correr al baño que se encontraba en el corredor, pensando en tratar de borrar el pavoroso tatuaje, tal vez con abundante agua. No obstante, en ese justo momento, recordó que Charlotte aún permanecía allí. Por lo tanto, tuvo que subir las escaleras a una velocidad fugaz, casi tropezando con los peldaños; era de las cosas más horripilantes y peculiares, que él hubiese presenciado. ¿Cómo era posible que un mensaje se hubiese manifestado en su piel? De la manera más misteriosa e inexplicable, solo de un momento a otro, como un accidente mágico, antinatural, fuera del razonamiento humano.

El baño de su recámara fue en donde aterrizó, con prontitud; al acercarse al lavabo, el agua comenzó a rodar por sus inquietas manos, mientras luchaba tomando el jabón como escudo, y lo frotaba sobre el tenebroso mensaje. Lo alarmante, y causante de más horror, fue que estas pequeñas letras, no desvanecían.

«Maldita sea, maldita sea, no quita, no quita», pensaba Bradley, completamente angustiado, mientras, por unas fracciones de segundo, observaba su reflejo, vislumbrando algunas lágrimas ligeras pero trágicas, que caían por sus mejillas con lentitud, en cuanto seguía repasando el jabón por su piel, tratando de que tal cosa borrara. Después de muchos intentos fallidos, él decidió cerrar la llave, con la mano rojiza y algo irritada.

Cuando estaba a punto de salir del baño, resignado a ocultar su mano, y también su tormento, (o en el peor de los casos decir que estaba enfermo a causa de un salmón echado a perder), hubo otro suceso que lo obligó a quedarse en ese lugar; fue como si un sujeto estuviese dentro de la ducha, puesto a que, esta se prendió sola, en su máximo esplendor, dando a conocer los fuertes martilleos del agua, y un vapor enceguecedor, anunciando que aquel mensaje sobre su piel, no era todo. Bradley, que creyó que lo peor ya había pasado, no tenía ni la menor idea a lo que estaba por enfrentarse.

El horror se anunció por medio los impetuosos latidos de su corazón. Sintiéndose valiente, destapó la cortina plástica de color avellana, y no había absolutamente nada ni nadie dentro de la bañera. Al contemplar esa soledad que habitaba este lugar de paredes blancas, Bradley decidió cerrar la llave, claro que muy tembloroso, hasta que, no pudo hacerlo. El sujeto invisible lo empujó a la bañera, y lo detuvo con una potente fuerza enérgica, con el fin de que, quizás se ahogase. Pues el agua no dejaba de salir y la bañera se llenaba cada vez más, con una salvaje progresión macabra.

—Suéltame, suéltame, suéltame —decía, con el cuerpo empapado de agua—. Al malvado lo destruye su propia maldad y los que odian al justo recibirán condenación, el señor rescata el alma de sus siervos; no serán condenados los que en él confían —susurraba algunos salmos entre sollozos, y chorreando una variedad de gotas, al ver que esta fuerza invisible detenía su espalda y brazos, de tal forma en la que no podía moverse.

En el peor momento, lo más probable fue que la furia invisible, se enojó por la pronunciación de los salmos (o algo por el estilo), y sumergió su cabeza dentro del agua. Bradley mantuvo la respiración por unos segundos, hasta que sintió la sensación de que el agua se introducía en sus fosas nasales. Al fin y al cabo, en menos de un minuto, perdió la conciencia, en medio del agua estrepitosa, mientras el espíritu malicioso recorría todo el baño, arrojando objetos.

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