Capítulo 36: La casa de la calle Main

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En el rostro de Bradley se dibujó una ininterrumpida preocupación cuando abrió la puerta de la casa, solo cinco minutos después de que Charlotte se marchó; su madre estaba echada en el sofá, boca arriba, como si hubiese sufrido algún tipo de desma...

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En el rostro de Bradley se dibujó una ininterrumpida preocupación cuando abrió la puerta de la casa, solo cinco minutos después de que Charlotte se marchó; su madre estaba echada en el sofá, boca arriba, como si hubiese sufrido algún tipo de desmayo, y su padre, estaba sentado junto a ella, con los nudillos de los dedos cruzados. Susurraba unas cuantas plegarias en voz baja. Antes de que Bradley preguntase que le había ocurrido a su madre, creyendo que tal vez estaba enferma, su padre se puso de pie, y lo sorprendió con un empujón desconcertante al mismo tiempo que Nick, que también acababa de entrar, abría los ojos como platos, y para evitar problemas, se perdia de vista.

—Por favor, papá, ¿dime qué ocurre? —cuestionó, muy alterado. Por la fracción de un segundo pensó que existía la posibilidad de que ellos hubiesen visto el cadáver de Sara Murphy.

—¡Tú, tienes que confesarte! —le gritó, y por poco, quiebra su garganta.

—¿De qué estás hablando? —preguntó, ahora creyendo que de alguna manera extraña, ellos también se hubiesen podido enterar de que él estuvo en el cementerio la noche anterior.

—Ya sabes de que estoy hablando... ¡Te metiste con una bruja! —bramó de nuevo, con el rostro colorado, y expulsando furia hasta por las rojizas venas de sus ojos—. ¡No lo puedes negar! Vimos lo que ella traía en su maleta, ¡Un libro de conjuros! ¡Pelo de animal! ¡Sangre embotellada!  ¡Una lengua humana! —prosiguió, con la respiración veloz, y una obstinada expresión iracunda: — ¡Hasta asesina debe ser! ¡Eso es lo que inculca el satanismo! ¡Beben sangre! ¡Hacen sacrificios! ¡Usan cualquier tipo de cosas profanas para practicar brujería!

Una honda herida de una persona que ha sufrido cuanto tipo de horrores abísmales apreció claramente en los ojos de Bradley y de pronto, comenzó a sentir como su rostro se humedecía a una súbita velocidad, al mismo tiempo que perdía el aire, cada vez más.

—Bueno... yo-yo... —decía, sin siquiera imaginar una excusa lógica, aunque por supuesto que no pudo terminar de hablar.

—Dime la verdad, ¿tú sabías esto? —Su padre enrojecía cada vez más, mientras Theresa, aún acostada en el sofá, soltaba miles de lamentos que sonaban como gemidos trágicos.

—Yo... por una parte si lo sabía, pero, no es lo que parece... ella no es una bruja, ella solo fue obligada a ...

—¡Lo sabias! —vociferó su padre, conteniendo las ganas de golpearlo—. ¡Eres un pecador, un traidor! ¡Esto es una blasfemia! Estuviste en una relación con una seguidora del diablo siendo consciente de eso, ¡Y lo aceptaste! ¡Quién sabe que cosas profanas te enseñaría! —Sus gritos eran inclusive más aberrantes, y hasta resonaban por las ventanas. De pronto, clavó la mirada en el teléfono de Bradley que lo llevaba en su mano derecha—: ¿Sabes qué? De ahora en adelante cambiarás tu teléfono por una biblia —En ese entonces, luego de que le arrebató el teléfono, Bradley tuvo la intención de tomarlo de nuevo, aunque, recibió como gran premio un golpe violento en el estómago.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora