Capítulo 1: En la estación

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Ya había anochecido

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Ya había anochecido. Luego de un trayecto confuso y horripilante, en el auto de Bradley, desde el lago de Jamaica Pond, Charlotte llegó a su vivienda. Una fraternidad universitaria, conocida como Kappa sigma tau, donde vivía junto a sus hermanas de fraternidad: Rebecca, Sophie, Valerie, Chloe, Carley, Kassandra, Vanessa y Jane. Era extraño y enigmático, en el peor sentido de la palabra, lo sucedido. Les comentó a las chicas que Bradley había desaparecido en el lago, de una manera anormal. Tal parecía que ni siquiera se había ahogado. Desapareció de un momento a otro, sin una sola gota de explicación racional. ¿Qué había sucedido?

Una variedad de lágrimas colgaban de sus ojos. Mientras en la gran sala, las chicas trataban de alentarla, pese que aún no lo creían.

—Tiene que haber una explicación —comentó Sophie, la chica pelirroja, de pecas en la nariz, mientras le sobaba el brazo cariñosamente—. Lo más probable es que se haya ahogado.

—¡No! —profirió ella, sollozando—. Lo busqué por todos lados y él no estaba. Además, no quiero pensar que esté mu-muerto.

—A lo mejor no esté muerto. Tal vez, solo la tierra se lo tragó, o se fue por un agujero negro. —Era extraño lo burlona que se veía Rebecca, en esa siniestra situación.

—Pero es obvio que si la tierra se lo hubiera tragado estaría muerto, ¿no? —planteó Valerie, la chica robusta de cabello verde, y prosiguió: —Bueno, pero ojalá este no sea el caso, y no hablaremos más sobre esto hasta que se resuelva. ¿Está bien?

—No. He oído casos de personas que pasan a otras dimensiones estando vivas —continuó Rebecca, sin dejar el gesto burlón, e ignorando el último comentario hecho por Valerie.

Después de todo, se dio cuenta que sus comentarios no estaban siendo de ayuda.

—Lo siento, Charlie, no quise decir eso.

—La estás poniendo más nerviosa —manifestó Sophie, comenzando a notarse molesta—. Mejor vete a escuchar tu música rara.

Luego de hacer una gran bomba con la goma de mascar, Rebecca dio media vuelta.

Tras tres días, en los que el silencio y la ausencia de Bradley fueron para ella una tortura fatídica, se abrió la investigación de parte de la policía. A duras penas, Charlotte, comía y se levantaba de la cama, ni siquiera volvió a clases.

Lo primero que hicieron fue ir al lugar donde ocurrieron los hechos; el lago de Jamaica Pond. No obstante, descartaron la idea de que él estuviese allí, ya que, lo único que salió en la gran grúa fueron plumas de ganso. «No, definitivamente no hay nada aquí». Fue la conclusión.

Vaya que era el caso más extraño que hubiesen visto en su vida. De todas maneras, al día siguiente, en la estación de policía de la calle Harrison decidieron interrogar a Charlotte, que ya había denunciado el caso , y por muy mala suerte, junto a ella, los padres del desaparecido: Rupert y Theresa Walker, cuyo fanatismo cristiano rayaba en lo absurdo.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora