Enfermedad

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Los amigos de la tempestad, decidieron que ya era hora de volver. El sol apareció entre las copas de los árboles, y Damian ya debe haber levantado vuelo.

Caminaron tranquilamente, llegaron a la casa. Todo fué como si nunca hubiera pasado nada. Todo sería normal si no hubiera sido por eso.

¿Podían estar más pálidos de lo que eran originalmente?

Si.

Las alas blancas del ángel estaban colgadas como un trofeo de caza entre cabezas de animales y cuadros de Damian con sonrisas tétricas y retratos de ellos.

"Hogar dulce hogar", no podía ser mas enfermo aunque se lo propusiera.

–Le arrancó...las alas. -

Apenas había cambiado su estoica expresión en su rostro. Era nauseabundo, el que le haya cortado las alas, era la prueba de que estaban por ver la peor cara de Damian. Seguro encontraría alguna razón para molestarse con ellos y castigarlos.

No lo aguantaba más, sentía que nada valía la pena en el universo. No tenía a dónde ir, y aunque corriera, nunca podría escapar de las garras de Damian. La muerte no era una opción, rezar y correr mucho menos.

Ahora Kenny sufriría el mismo destino que ellos, por culpa de su egoísmo.

Se quedó parada en en medio de la sala, trataba de pensar como lograr expandir el hechizo del bosque a todo el país en las pocas horas que le quedaban antes de que Damian volviera y los reprimiera.

¿Arrastraría a tres pobres almas más?

Con que objeto

Nunca dejarían de sufrir

–No vale la pena seguir con esto. -

Murmuró entre dientes, finalmente, después de tantos siglos tratando de aferrarse a la cordura. Cayó en cuenta que las cosas, nunca van a cambiar.

No es que alguna vez se ilucionó con falsas esperanzas de escapar de todo esto. Pero nunca pensó que podría ser peor, estaba segura que en la noche, no la iban a pasar bien.

Ese agujero era resbaladizo y oscuro, imposible de escapar.

Definitivamente, no quedaba de otra más que cooperar para que no les pasara nada malo.

¿Qué podían hacer contra Damian?

Nada

...
                                             
El amanecer había llegado y junto a su querida compañera volvieron, topandose probablemente con la cosa más enferma que habían visto a Damian hacer. El vértigo invadió su cuerpo y al ver la cara de Estella pudo saber que ambos estaban pensando lo mismo, cerró los ojos masajeandose la sien, la culpa le carcomía las entrañas pero no tenía el más mínimo derecho de victimizarse, sentía que le debía más a ese inocente chico de lo que le podía pagar en mil vidas.

Escuchar a Estella hizo que en su cabeza resonara todo el sin sentido que pensó durante la noche, tenía que hallar una forma de acabar con todo esto para poder protegerla, darle paz a ella y liberar al pobre angel que condenó, por más imposible que pareciera en su puesto, tenía que ser fuerte para ella, con algo de suerte los mellizos serán más que dos patéticos rubios con miedo de morir.

Miró a Estella de pies a cabeza y pensó un poco algo que pudiera animarla, muy poco se le vino a la mente a excepción de una cosa, claramente no es como si eso le fuera a quitar el pesar de encima pero al menos la distraeria un poco. La agarró de la cintura para voltearla y que ésta dejara de ver las alas, y por más que se lo negara a sí mismo también necesitaba una distracción.

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