¿Puedo usar tu hombro para llorar?

12 2 0
                                    


Aún tenía en mente el cuerpo inerte de sus amigos, en que había dejado a su suerte a Craig. Que no pudo hacer nada por ninguno de sus amigos.

Ya no encontraba realmente un sentido a la vida, pensaba en correr en círculos hasta encontrarse con alguno que la matase también en ese momento.

Nadie necesitaba a una chica linda pero inútil.

Vuelve a llorar, solo era el estúpido alivio cómico y lindo del grupo, no servía para absolutamente nada.

Sollozaba en voz alta he ignoro  totalmente el camino que había trazado Kenny para ellos. Daba igual, le daba igual morir.

Entre llantos y lamentos se dió cuenta que el sol del atardecer le pega directamente en la cara.

Logró salir del bosque sin intentarlo.

–...ah-. Ni mi suicidio puedo hacer bien. -

Se secó las lágrimas, aunque sigan saliendo en cataratas. Avanza y se aleja de la vista del bosque, atenta de la salida de alguno de sus compañeros.

Juguetea nerviosa con sus dedos, y estira su ropa para arreglarla un poco. No le gustaba la ropa arrugada.

Tenía los ojos rojos e hinchados, había llorado cuando vio a Wendy, cuando le suplicó no volver a entrar a buscarlo cuando no lo vieron salir.

Pero lo más difícil fue lo que sucedió después.

Wendy no forcejeo mucho con Bebe mientras esperaba una señal de Kenny, simplemente estaba con el corazón en la boca, atenta a cualquier cosa, y entonces cuando menos se lo esperó un pitido fuerte y claro llegó a sus oídos, crispando su piel y convirtiendo todo su miedo en dolor y desesperación.

–¡No! ¡Kenny no!. -

Sus ojos se inundaron en lágrimas mientras intentaba zafarse de el agarre de la demonio. Bebe a tomo con todas sus fuerzas para que no volviera a entrar. Le gritó cuando trato de de empujarla, pero Wendy hacía fuerza con las piernas y lastimandose tratando de alcanzar aquel bosque del cuál solo se alejaba más y más por su fuerza desvanecida gracias a la pelea, más no dejaba de luchar, no podía, no quería. Ya en el pueblo pudo pararse a medias y tomar fuerzas para empujar a su contraria hacia el suelo, cayendo también como consecuencia, con varios pueblerinos de espectadores más eso no le importaba.

–¡Wendy! -

Su voz era desgarradora y estaba tan rota que parecía que se había desgarrado las cuerdas vocales.

–Hoy perdí tanto como tú, vamonos~ -

Apoyó su frente en el pecho de la otra, llenándola de lágrimas como lo había hecho Kenny en alguna otra ocasión lejana, una que añoraba volver y abrazarlo con más fuerza.

–Kenny no querría que entres a suicidarte. No quiere eso, quiere que luches para romper con sus ataduras. -

Temblaba y moqueaba, todo rastro de una chica arreglada habían quedado en el pasado. Su maquillaje corrido, moretones y rasguños en todo su cuerpo. Ya no tenía accesorios, su ropa estaba sucia.

–Vamonos. -

Quería pararse y volar de nuevo al bosque más el grito quebrado de la rubia la dejó en shock, y al escucharla entró en razón, no podía hacer más, en su actual estado sería más fácil de matar que un insecto pequeño. Recibiendo a la chica en sus brazos no sabía aún como reaccionar, el frío suelo la hacía sentir pisoteada, lentamente se aferró a Bebe, brotaron lágrimas gruesas de sus ojos y empezó a temblar frágil, como una paloma herida, sus golpes incluso se estaban regenerando lento por lo débil que estaba, miró al cielo con la vista nublada  gimoteo un poco antes de poder decir si quiera una palabra.

Barbara agarro de la mano con todas sus fuerzas a Wendy, y ambas caminan a las afueras del bosque, todavía podía sentir el pitido de aquel silbato.

Nunca paró de sollozar, pero estaba decidida más que nunca que no dejaría caer su cabeza ante ese Rey tirano.

Nunca caería

– Dios, Kenny, lo siento tanto.-

Les había fallado al padre celestial y a su amigo del alma, no pudo protegerlo ni a él ni a nadie, de los demonios solo quedaba Bebe y sabía lo que implicaba. Se levantó lentamente, tomando fuerza del sol del atardecer, agarrada a la mano de la rubia pasando por las afueras del bosque, cada pitido se sentía como una apuñalada, más se alejaron de ahí para llegar lentamente y caminando a los límites de South Park, ya junto al letrero soltó a la chica, se puso a un costado del camino y se arrodilló.

–En esta condición no puedo llevarte volando, permíteme pedir fuerzas un rato y luego... nos iremos tras de los demás.-

Arrodillada en la nieve y con lágrimas más pequeñas que recorrían su rostro empapado empezó a rezar, no podía simplemente ascender y darse el lujo de dejar sola a Bebe, por eso rezaba, era una forma de obtener energía sin dejarla, pero era considerablemente más lento, probablemente la noche tendrían que pasarla caminando.

•|Paranormal Park|•Where stories live. Discover now