Porfavor no me sonrías así

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Cuando salio de la casa fue directo al bosque, y caminó hasta sus afueras siendo recibido por un puñado de demonios que estaban a su disposición, tras arreglar un par de cosas en el pueblo les dio finalmente ordenes de limpiar todo el desastre del bosque, vio el cielo nocturno a través de los árboles, mierda, se le hacía tarde para su gran noche, la noche que tanto había esperado, estaba un paso más cerca de cumplir su objetivo sobre la tierra y también reunido con uno de sus amantes que se le había escapado, la noche no podía ponerse mejor, oh, pero estaba a punto de hacerlo, cuando llegara a casa y pudiera ponerle la sortija.

En cuanto llegó a la casa abrió la puerta dando silenciosas pisadas que no podría escuchar ni el más atento, solo se sentía su terrible presencia, y se encaminó a su cuarto esperando ver a Kenny, sin embargo, encontró a Tolkien en la puerta, al cual tomó de los hombros y examinó, para después tener una pequeña conversación con él, arrebatarle el regalo, meneandolo un poco, sonaba raro, ya que más daba, luego de disponerse a entrar cerró la puerta y en lugar del escenario que esperaba <Kenny en el lindo conjunto de encaje blanco que consiguió para él> encontró al rubio clavando los objetos del cuarto, como un par de juguetes, las sábanas de algunas almohadas, y objetos de poco valor en realidad, aparte de el conjunto, debió suponerlo, ni Estella ni Tolkien quisieron hacer algo tan atrevido la primera vez, le dio poca importancia a los potenciales agujeros en el techo y las cosas que la gracia de su prometido había dañado, incluso río nasalmente poniendo su típica sonrisa en su rostro, mientras observaba detalladamente al rubio, con las pocas prendas que traía sería todo más fácil, además, ese baño le sentó de maravilla, esas facciones angelicales que demostraban inocencia eran irresistibles.

– Parece que te estabas divirtiendo en mi ausencia.-

Le ofreció el regalo de Tolkien haciendo sus ojos brillantes, le agradaba que sus amantes se llevaran bien, muy bien, no podía parar de pensar en como se llevaría en la cama con los otros, pero ahora era momento de concentrarse solo en él.

– ¿No es adorable? Ya le robaste el corazón a los demás, toma, es de parte de Tolkien.-

Sonrió socarrón entregándole el regalo, para después de su bolsillo sacar otra cajita pequeña, esta vez abriendola para que el contrario viera su interior, era la sortija que cerraría su unión, una parte más del trato.

– Yo también tengo esto para ti, ven, dejame ponértela.-

...

Iba a seguir tirando plumas al techo, pero el ruido de la puerta lo distrajo. No supo como reaccionar a la entrada de Damian, tal vez solo lo insulte un poco.

Volteó los ojos planeando ignorar lo que le va a suceder de ahí en adelante, se acostó en pose de estrella sobre la cama y cerró los ojos, hasta que Damian hablo de los regalos.

– Es parte de mi naturaleza, soy todo un encanto. -

Tomó el supuesto regalo de Tolkien, su silbato. Quedándose quieto y pensando en por qué se lo estaba devolviendo. Lo tomaría como algo bueno y lo conservaría como algún recordatorio. Recordatorio de la razón por la que estaba allí.

Cerro la caja ignorando las palabras desagradables del otro, la deja con cuidado en donde la pueda tomar mas tarde y llevarselo a algun lugar más seguro.

–Asi que sí es nuestra noche de bodas, pensé que iba a ser algo más decente. Pero claro, estamos hablando de tí. -

Hablaba con sarcasmo duro, y con una mirada seria. Pensaba seriamente como podia librarse de eso, pero sólo suspiro desganado. Sabía que no tenía una escapatoria real, estrechaba los ojos y miraba a un punto fijo perdiéndose en la nada.

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