Noche de bodas...ya es la cuarta

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Tenía la mente en otro lado, no podía pensar en más que nuevas estrategias para poder hablarlas con Damian, jurarle que iba a hacer lo posible para que no los castiguen.

Ademas del hecho de que habían condenado a un ángel, naturalmente eran enemigos. Pero Kenneth había sufrido tanto como ellos en vida y en muerte. No era justo que un servidor del gran señor benevolente caiga en las garras de tal terrible bestia.

Pocket, ella e incluso Tolkien merecían algún destino que los castiguen por sus pecados. A ella no le importaba arder en el infierno, generalmente era tolerable. Pero unos niños como los cuatro restantes no merecían nada de eso.

Pensaba en Gregory, que sí, había abierto el portal, pero se comprendía que era una víctima de la situación y no un villano. A Tweek no lo conocía tanto, podría decir que era un niño que merecía una vida más tranquila. Y Pip, pensaba en lo horrible que había sido la muerte de ese muchacho.

¿Había algo para cambiar la situación?

Mueve la cabeza sacando todas esas ideas de su cabeza, ella era ruda y mala. No se iba a dejar quebrantar con la presencia de un ángel. No era patética.

Damian arregla la casa en unos segundos, y ella apenas podía quedarse parada, se agarra la cabeza y ladea la cadera descansando parada. Se siente enferma.

Pero sabe que no va a poder descansar hoy, o no dentro de esa casa, tal vez pueda dormir afuera. No podría morir de hipotermia.

Jadeó cuando Damian los mandó a preparar a Kenny, le parecía repulsivo y humillante, pero solo agachó la cabeza y miró al suelo de madera, se lucia recién encerado.

Ken estaba allí en el suelo removiendo sus ataduras, que ya no hacían falta con la gargantilla. Era un hecho, el ángel estaba encerrado en la jaula de oro hirviente.

–Bien pedazos de moco duro, dejaré que Kenneth se bañe en mi cuarto, ustedes se pueden ir. -

Pero lo piensa por un momento, Ken seguramente no se había bañado en siglos, podría haberse tirado a ríos y refrescarse en lagos. Pero no conocía un cuarto de baño como tal. Era un poco más joven que ella.

–Aunque creo que ni siquiera sabes lo que es una regadera. -

Kenny rió nervioso, su actitud cambio drásticamente cuando se fué el príncipe, aunque miraba receloso a Pocket, parecía con un humor que parecía natural en él, de todas formas se notaba a kilómetros que se sentía incómodo, hasta ansioso.

Que tipo tan extraño. Sentía algo de remordimiento. Lo mas probable era que tuviese indigestión.

A estas alturas Tolkien lo había soltado, ya no había necesidad de su hechizo vudú. Se le quedó viendo a Kenny para ver cuánto trabajo tenían.

–Estas embarrado, lleno de tierra de colores y sangre. ¿Esa es tu ropa? o es magia de ángel. -

–Son mis alas. -

Brilló un poco y sus alas crecieron y se quedó más desnudo, tenía una túnica muy sencilla de ceda blanca y bordados dorados. Dejó en descubierto todos los raspones y heridas que le hizo el negro. Parecía que ya se estaban curando.

Fascinante

Agarra del brazo al ángel y lo levanta de un tirón, se engancha a su brazo y mira a los sujetos a sus espaldas mientras se aleja. Iba a ayudar al muchacho a sacarse la mugre de encima, pero no sería capaz de prepararlo.

Estaba segura que Pocket estaría encantado, aunque suponía que volvería al infierno apenas lo toque.

Uno más en el club

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