La parte en donde nos fugamos

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Había sido un día largo de trabajo, ser el señor del caos no era tan fácil como se esperaría, aún así, amaba gestionar aquel lugar de desesperación sin fin, los gritos agonizantes de las almas eran como música para sus oídos. Mientras acababa de refinar detalles sobre administración mientras bebía una copa de vino, sintió a Pocket llegar con él, se giró a verlo con una expresión desconcertada y este no tardó en informarle la situación, apretó los dientes mientras una sonrisa macabra se formaba en sus labios, parece ser que tenía una emergencia por la cual tendría que salir más temprano del trabajo.

Rápidamente tomó sus cosas y nuevamente, subió a la tierra junto a su pelirrojo estrella, y al llegar se llevó una vista bizarra, el bosque estaba cubierto por todo tipo de cosas, era como si hubiera pasado un huracán de niños de cinco años, pero le restó importancia al sentirlo a él allí, su precioso rubio, estaba tan cerca que casi podía saborearlo.

...

Se percibía incómodo al no poder mover sus extremidades. No trató de de moverse mucho para que el otro no lo asegure y ver un punto de inflexión para poder huir.

Encontraría una brecha para romper y escapar, aún había brillos de esperanza. Aunque la presencia demoníaca se sentía más que nunca. Se sentía aturdido y desesperado.

El sol no se había puesto para el ocaso todavía, ¿Era posible que justo hoy venga más temprano?

–Mierda. -

En un momento casi oportuno, vió a Wendy volar directo a él. Logró ver a bebe sola y desolada escondida entre los árboles. El escenario era malo, tal vez de los peores.

Se puso nervioso, muy nervioso. Revoloteo las alas y abrazo con ellas a su amiga, encerrandolos a ambos en un pequeño nido de plumas suaves.

–Wen, mientras recen por mí, siempre encontraré el camino de regreso. -

Con un fuerte golpe corta las cuerdas varias veces, dándole tiempo a moverse y avanzar por el camino que él mismo había trazado.

Mantuvo toda su concentración constante en mantener los hilos firmes, apretando el agarre a las extremidades del rubio, aunque este no se movía demasiado, eso lo confundió un poco pero después que el otro ángel intentara liberarlo y su prisionero se hiciera con la libertad gracias a las plumas por breves segundos, sin embargo, para alguien que podía desplazarse a la velocidad de la luz, eso era una ventaja gigante.

– ¡Mierda!.-

Sentía como la cosa viscosa que lo conectaba con el amante de Damian lo seguían ferozmente, en ese momento no era importante.

Tomó a bebe de la mano y los tres avanzaron para salir de ese oscuro bosque.

En momentos se escondieron entre las ramas más altas para localizar al príncipe o a quien sea que pudiera hacerles daño.

–Wen, toma esto. No se que sea pero lo encontré al lado de un cadáver con...huesos extrañamente anchos. -

Sudaba ansioso, tratando de pensar un plan totalmente improvisado, algo que pudiera servir.

Miraron entre los tres las herramientas que habían sobrado y tenían dos bengalas y un silbato rozado con brillantes diamantes falsos.

Mira a bebe en una pregunta tácita y ella solo responde con un sonrojo vergonzoso levantando los hombros.

–Nos separemos. -

–¿Qué? -

Bárbara miró exaltada al rubio, pero este solo les dio las bengalas a las chicas y él se quedo con un silbato rosa. Y pensando un poco sus palabras, volvió a hablar.

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