Capítulo 67: Pareja.

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Qué raro. No hubo reclamo algún por mi insolencia. Normalmente lo habría. Pero, en cambio, la forma como ha ignorado mi veneno, la manera en la que habló. Todo eso fue diferente. Esperaba el clásico “Los he criado (lo mejor que he podido dada mi poca afectividad emocional), educado, consentido y cubierto sus necesidades básicas y sus tonterías. Me lo deben, así que cooperen”.

—Me gustaría que estuvieran allí. —pero no hubo nada de eso, ni en sus acciones ni en sus palabras.
Con Zane, intercambiamos una mirada. Era como si pensáramos exactamente lo mismo. En ese tonto seminario no hicimos más que ser sus sirvientes. Este almuerzo no podía ser diferente ni mucho mejor.

—Tengo otros planes. —Era increíble. Increíble cuanto había influido Rikki en mi hermano en tan poco tiempo. Mira que sonar tan insolente tal como Rikki lo habría hecho de encontrarse ella en su lugar… era digna de elogios.

—Voy a ser claro —oh, este es el padre que conozco, el que nos amenazará con transferirnos a otra escuela si lo desobedecíamos. ¡Muy tarde! Falta poco para que termine el año escolar así que estamos ¡a salvo!—. Es una oportunidad de ganarte tú mesada —qué astuto—. Y es una oportunidad para que aprendas más sobre el negocio familiar, como querías. Esta vez sin trampas —no sé si pueda creerle—. Puedes ir con Miriam.

Casi escupo sobre la mesa el trago del jugo que le arrebaté de las manos a Zane.

—Yo creo que… no —podría soportar asistir al almuerzo; después de todo, he asistido desde que puedo recordar. Es increíblemente aburrido pero puedo soportarlo. Lo que no puedo soportar y por lo cual voto por un rotundo NO es invitar a Miriam. ¿De qué hablaríamos? ¿De lo mucho que nos odiamos? Algo así como: “Yo te odio” “No, yo te odio más”, “¡No, yo!” Y para ser sincera, no estoy de ánimos para hipocresías—. No —reiteré, en caso de que la primera vez no hubiera sido clara—. ¿Ya dije que no?

—Sospecho que Kayla no quiere verla ni en pintura — ¿eres un detective, Zane? Sí es así, eres uno muy bueno— y yo no tengo nada que decirle.

Por primera vez en mucho tiempo estábamos de acuerdo en algo. Miriam no, Miriam no, Miriam no.

—Ustedes no han pasado mucho tiempo juntas desde aquel… incidente a inicio de año.

Yo no lo llamaría “incidente” recuerdo con mucha claridad golpearla; jalar sus cabellos, las lágrimas que salían de sus ojos, sus gritos y… no digo que lo disfruté, un poco sí,… ¡pero ella se lo merecía! ¡Me estaba molestando y francamente agotó mi paciencia! ¿Y qué rayos hago si no puedo usar mis poderes en su contra ya que corro el riesgo de convertirla en pegamento humano… o lo que sea que haga mi poder en humanos? Como mis poderes son inútiles, mi única opción es recurrir a métodos tradicionales, por así decirlo.

—Eso es por decir lo menos, papá. Ella me odia. —y el sentimiento era mutuo. El sentimiento ardía con llamas que no se apaciguarían nunca.
Papá suspiró con cansancio, antes de volcar su atención sobre mi hermano.

— ¿Y tú, Zane? ¿Acaso pelearon? Ya no veo por la casa.

—Nunca hubo nada entre nosotros para empezar.

—Arréglenlo —Primera pregunta: ¿Qué?, segunda pregunta: ¿para qué?, tercera pregunta: ¿es en serio?—. Invitarla a este almuerzo sería una buena forma de hacerlo. —cuarta pregunta: ¿Por qué?

Iba a abrir la boca para enlistar las mil y un razones por las cuales invitar a Miriam no sería en lo absoluto una buena idea. La primera de ellas y la más obvia era que ella no me agradaba y al parecer a Zane tampoco, pero antes de poder decir nada, Zane se me adelantó.

—No tengo ganas.

—Bueno, no se ha licenciado en Oxford, pero es bonita.

— ¿Qué? —bufé, incrédula y un tanto enfadada. ¿Es bonita? ¿Esa es tu excusa? ¿Esa es tú razón para traerla aquí? Las flores son bonitas, las estrellas son bonitas, ¿y las invito a almorzar? ¡No! Papá no quería una persona, quería un objeto—. Esa es una terrible razón para invitarla. —insistí.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora