»RUSIA«

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Olivia

Habían pasado días y Morgan no regresó... Lo busqué, traté de encontrarlo pero no estaba en ningún lugar. Decidí darle un tiempo y seguí con lo mío, llevaba comida, ropa, provisiones, a los pueblos pobres por los que pasaba y aunque me sentía mejor al saber que ayudaba a mucha gente... Me sentía miserable por no tener a Morgan cerca. Era mucho más fácil conseguir comida solo para mí, dormir en lugares pequeños y abandonados, desplazarme de un lado a otro, no tenía que cuidar de alguien más, ni preocuparme por alguien más, pero no me gustaba, todo estaba solo, triste y aburrido. Así que dejé mi tarea de ayudar y decidí buscar a mi amigo.

¿En donde podría estar? Tenía varios lugares, varios países. Él era de Islandia, pero jamás volvería solo allá, lo sabía. Vivió en Rumanía, tampoco iría para allá, ahí lo habían metido a un internado con sus hermanos, le daba miedo ir. Alemania estaba descartada, aún lo buscaban algunos nazis de HYDRA que quedaban, no eran muchos pero si querían matarlo. México no, seguro ya no estaba aquí. Estados Unidos era una opción, Noruega también, aunque... No, Noruega no, me había dicho que no quería regresar a ese lugar, lo invadía la melancolía de estar en casa, en la Horror House, donde vivió con toda su familia. En... ¡Rusia! ¿Rusia? También había estado HYDRA ahí, pero era más posible. Habíamos vivido algunas semanas allá y decía que le encantaba la nieve del invierno, cómo todo se veía blanco por las mañanas y la calidez de una fogata en las largas noches de tormenta invernal. Si, iría hacia allá. Aunque... No era invierno, faltaban algunos meses.

Había tomado lo poco que tenía y fuí directo al aeropuerto, con mi pasaporte falso, maquillaje y peluca, era todo un disfraz. Si, yo podía volar desde que me golpeó el rayo cósmico, pero era un espectáculo de energía y luz que cualquiera podría ver o podría ser detectado por cámaras o sensores y no me arriesgaría. Así que volé directo a Rusia en un avión. Tomé un autobús a Moscú, la nieve comenzaba a cubrir el camino, la gente escaseaba. Bajé en una calle, corrí y corrí entre la nieve, sintiendo cómo me mojaba el rostro. Ví la casa abandonada al final de la calle y mi corazón dió un brinco. Me apresuré aún más y empujé la puerta, jadeando y sonriendo...

–¡Morgan!– Grité cerrando detrás de mí.

Mi corazón se apagó al ver todo vacío, no había nadie, más que un estúpido ratón en una esquina, mordía un pedazo de alfombra. Lágrimas se acumularon en mis ojos. Caminé abriendo puertas, subiendo las escaleras y revisando cuartos, todo estaba como la última vez en la que estuvimos aquí. Suspiré y caminé de nuevo a la puerta, salí y cerré. Caminé por la calle, entre la nieve, alejándome de esa casa. Morgan y yo habíamos hecho guerras de bolas de nieve, creamos monstruos, animales, personas con ella. Nuestro invierno pasado fue helado, casi no comimos y pudimos haber muerto, pero no estábamos solos, no nos faltó amor.

Seguí y seguí caminando hasta no sé dónde, las calles no las conocía pero me daba igual, no quería volver a esa casa. La gente a mi alrededor se veía distante, borrosa por las lágrimas en mis ojos. Pero avanzaba, entre tanto frío y nieve, hasta que llegué a un parque, me dejé caer en una banca y no me moví. Veía la nieve caer, cubrir los árboles, las fuentes, las bancas, el pasto.

–Creo que... Si en alguien puedo confiar, es en ti– Dije recordando las palabras de Morgan la noche antes de separarnos... La vez que lo conocí– Prometo cuidarte física y emocionalmente, apuñalar a cualquiera que te lastime y jamás jamás dejarte solo– Mis ojos se cerraron para recordar mejor ese momento, con mis palabras y sus palabras, nuestro juramento de niños– Todo lo que te importe me importará y lo que te duela me dolerá, tu espíritu y el mío estarán entrelazados por la eternidad.

Lágrimas se congelaban en mis mejillas y la voz se me cortaba a ratos.

–Prometo nunca intentar matarte de nuevo, acompañarte a dónde quiera que vayas y tratar de interesarme en tus problemas– Repetí escuchando su voz en mi mente– Nunca nunca abandonarás tu lugar en mi corazón, aunque la muerte reclame mis huesos... Y vaya donde vaya tú serás mi hogar– Mi labio tembló– Prometo siempre ser tu mejor amiga... Idiota.

Abrí los ojos y... No estaba en el parque, no había nieve y... Estaba recargada en un árbol. Me sentía como si hubiera estado soñando. Miré a mi alrededor. Cara, Jack, Minho, Dylan, Thomas, Kaya, Jordan, Lydia, Liam... Todos estaban ahí. Me dí cuenta de que estábamos en el jardín de la escuela.

–Hey ¿Dormiste bien?– Preguntó Jack riéndose de mí– Casi se te cae la baba.

Estaba confundida, sacudí la cabeza y negué. Me acomodé en el pasto, lo sentía bajo las palmas de mis manos. Miré al cielo, las ramas del árbol y sus hojas nos daban sombra. Ví a Jack. Tenía una sonrisa divertida mientras sacaba una bolsa de papas de su mochila, pero tenía el rostro fresco, descansado, de unos quince años. ¿Podría haber estado soñando? Había sido solo un mal sueño.

–¿Leche? Esta vez no me la escupas– Pidió Scott extendiendo la mano con una cajita de leche, recordándome cuando se la escupí por reírme.

Sonreí y negué. Suspiré y miré a Dylan, veía distraído una rama en lo alto. Me relajé, aunque estaba algo confundida por ese sueño extraño. ¿Y Morgan?

–Oye... Olivia, sé que sales con Loki ahora, pero... Tengo dos boletos para el cine esta noche– Dijo Dylan aún distraído, su estado natural– ¿Quieres ir?

No, si todo había sido un sueño, o tal vez una visión del futuro no quería estar en la realidad. No podía estar saliendo con Loki, ahora sabía lo que pasaría o... Pasó ¿Había estado soñando? ¿Pasó en realidad? No, no podía...

–¿Y Morgan?– Pregunté confundida, aunque... Todavía no debía conocerlo oooo lo había inventado.
–¿Quién es Morgan?– Preguntó Mason con calma revisando su celular.

Y abrí los ojos. El duro y helado viento me golpeó el rostro, la nieve comenzaba a cubrirme.

Más tarde...

Pasaron algunas horas, me había transformado en un elemento más del paisaje debido a la capa de nieve que me cubría y hacía que me escondiera bien. Pero tenía hambre, y morir de hambre no era una de las formas en las que me gustaría morir, sin contar que no podía morir y solo sería una laaarga agonía. Me levanté, sin energía, ni siquiera me sacudí la nieve y caminé sin dirección fija hasta que por arte de magia me encontré a las afueras de un centro comercial enorme. Estaba por entrar cuando mi reflejo en un cristal me detuvo... Me veía con sueño, maltratada, mojada por la nieve, casi en los huesos, traía una gorra pero ya estaba gastada y vieja. Si bien no me veía sucia, tenía la apariencia de haber vivido en un basurero toda la vida. Y por dentro me sentía igual de mal de lo que me veía. Suspiré y entré, no traía un centavo y el olor de pan y café me invadía la nariz. Era rápida, podría robarle dinero a alguien. Cuando pasaba cerca de algunas personas distraídas suavemente las empujaba, tomaba sus billeteras y me disculpaba por el tropiezo. Vacíe cuatro carteras, una para la comida aquí y las otras por si acaso.

Evitaba las cámaras en todo momento, también reflejos de cristales cerca de ellas, jamás podría saber quién vigilaba. Fuí a una cafetería, compré un chocolate caliente, unas donas, luego a la tienda de autoservicio y compré algunas cosas que metí en una mochila que tomé “Prestada” de una tiendita en otro lugar. Salí del centro comercial, dando un sorbo a mi bebida mientras veía por el ventanal hacia adentro de una librería... Hasta que me topé cara a cara con alguien detrás del cristal. Sus azules y brillantes ojos se abrieron de golpe al encontrarse con los míos. Natasha Romanoff... La acompañaba una rubia a unos metros que le hablaba sin respuesta por parte de la pelirroja, jamás había visto a esa rubia pero si a un chico cerca de ella. Natasha levantó las cejas y volteó a ver a Scott como preguntándome si debía llamarlo o contarle de mi presencia, yo negué lento mientras daba pasos hacia atrás... Ella asintió, me dedicó una mirada de tristeza profunda y pena por mi aparente estado, luego salí corriendo.

–Mierda... Al menos Nat sabe guardar secretos– Susurré caminando rápido entre calles, bajando la cabeza pidiendo que nadie más que me conociera estuviera cerca.

Debía abandonar Rusia, irme a cualquier otro país. Regresaría a casa por Morgan y nos iríamos a... Oh, si... Que... Morgan ya no está conmigo.

I'MM- LADY HEART OF THUNDER (Mini Libro)Where stories live. Discover now