»DANZA«

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Olivia

Morgan y yo, ya vestidos salimos de la cabaña y me encontré a un hombre alto, lindo, con cabello castaño y una sonrisa burlona.

–Mi lady– Saludó Druig poniendo su brazo para que lo tomara, yo lo hice, luego él vió a Morgan– Te la robo uno momento.
–Mantén esas manos donde las vea– Le advirtió Morgan y Druig asintió rápido.

La gente comenzó a sentarse en el suelo junto al lago, al rededor de una enorme fogata, y mi padre vestido con su traje de batalla y una manta fina bordada cruzando de su cuello hacia el lado izquierdo del brazo. Leí que había distintas formas de llevar las mantas o capas dependiendo del estatus social, los guerreros, la realeza y el pueblo en general vestían distinto y como lo llevaba mi padre hacía referencia a que era realeza.

–Ahora que estás mejor ¿Te irás?– Preguntó Druig de la nada y lo pensé un momento.

Este lugar me gustaba mucho, había paz y tranquilidad, me mantenía ocupada ayudando y mi familia estaba aquí, además de Druig... Pero no pertenecía a este lugar, no realmente. No podría pasar una vida aquí, solo aquí. Además habían muchas cosas que hacer, personas que encontrar, ciudades que limpiar. Y Morgan, él tampoco pertenecía a este pueblo y dónde él estuviera yo quería estar.

–Yo... No, Druig, no nos quedaremos mucho, perdona, pero... Hay gente allá afuera que no tiene la suerte de vivir en un pueblito oculto y seguro, con líderes tan justos y dulces como ustedes, la tribu perdida está allá, y sufre– Expliqué viendo a mi padre que hablaba y hablaba– Las personas se destruyen entre ellas, Thanos no se llevó solo a gente mala, se llevó a gente buena y nosotros vamos a ajustar la balanza, proteger la paz creando guerra... Sabes lo que se siente.
–Detener a Olivia Dun es como tratar de detener a la naturaleza, intentar calmar un río violento o un huracán, ya lo dijiste, nadie puede contenerte– Dijo tomando mi mano y besando mis nudillos– Aunque por un momento esperé que tal vez yo... Podía hacerlo, ahora entiendo que fue muy egoísta de mi parte, eres un obsequio del universo a este mundo, con un corazón puro y valiente... Algún día serás una gran reina.

Mi padre me miró y James se paró detrás de él con el copilli entre las manos, yo avancé hasta estar frente al emperador y me arrodillé.

–Princesa Ix Chéel, la última de mis hijas, completaste tu entrenamiento, nos mostraste lo fuerte y valiente que eres, ahora debes prometer que siempre protegerás a tu pueblo– Hablaba mi padre y yo incliné la cabeza hacia abajo– A cambio, sus guerreros te seguirán el día final... Cuando los tiempos se oscurezcan, el sol sea devorado por lobos, el infierno se abra y el mar sea vaciado, la última del linaje real, de los últimos guerreros de Tenochtitlán, se levantará.

Eso no me sonaba como con un simple discurso de ceremonia, me parecía algo más.

–Con este obsequio, te damos el honor de llamarte una ocēlōpipiltin– Mi padre me puso el copilli y después me dió un recipiente de madera con un líquido blanco dentro– Y con esto... Te damos la fuerza del jaguar.

Miré a Morgan, él también estaba confundido.

–Padre, yo soy un lobo, soy una mujer lobo, entonces... No sé si esto...– Traté de decir y asintió.
–Es crema de coco...– Casi me río con eso que susurró.

Bebí y no sentí nada, más que un cosquilleo. Saqué mis garras, estaban igual, pero por alguna razón mi padre me vió raro y tomó mi mano.

–¿Desde cuándo están así? Son negras desde el fondo, curvas, son bonitas, no como las garras de los demás– Decía viéndolas con detenimiento– Horacio, pasa al frente.

Un joven de entre la gente se acercó y sacó sus garras. Me sorprendió que también era un hombre lobo y no lo había olido. Las garras de él eran cafés y opacas, con forma de almendra puntiaguda, parecían descuidadas, de verdad verdad estaban feas, como las de cualquier hombre lobo.

–Akbal– Dijo mi padre y mi hermano sacó sus garras, las suyas eran más largas, casi transparentes y curveadas– Después de la ceremonia de tu hermano, sus garras de lobo se tornaron más de un águila, pero... Las tuyas son distintas, no había visto nada así ¿Desde cuándo están así?
–Pues... Desde que me metieron a Eichen, los sueros experimentales cambiaron el color de mis ojos y el de mis garras, además de su forma– Expliqué y ví a Morgan– No es lo único, transformé a Morgan y sus garras son como las mías, además tiene mis poderes, también Stiles, le pasó lo mismo cuando lo mordí.
–Es... Muy extraño– Dijo mi padre y luego negó– Bueno, no importa, ahora eres una guerrera.

Todos gritaron de emoción aunque yo seguía confundida, pero en minutos todo el ambiente se tornó alegre y con mucha música. Tambores, flautas, silvatos, cascabeles. Y yo amaba bailar así porque los cascabeles en mis tobillos sonaban. Y saltamos y giramos, libres, salvajes, cómo nuestros antiguos familiares lo hacían. Gritamos y... Todos aullaban y rugían con emoción, después las risas estallaban, era como estar en casa, estar con personas iguales a mí. Danzamos al rededor de la fogata, festejando y saltando... Hasta que se hizo un silencio y pude ver por qué... Akatzin venía caminando.

Él y yo nos miramos fijamente, la tensión se sentía, pero después él se rió y la música se hizo de nuevo. Él bailaba junto a mí, luego llegó Mixtli y Akatzin tomó su mano. Seguíamos danzando y en un momento me dejaron tocar uno de los tambores, que me habían dicho, se llamaban Huehuétl, un tronco de árbol hueco con un trozo de cuero arriba para golpearlo. Se tocaba con las manos y yo estaba encantada haciéndolo sonar.

–¡Adoro este lugar!– Le grité a Morgan que también estaba semi desnudo bailando y saltando.
–¡Yo no! ¡Pero está genial!– Me contestó y corrí a él, luego saltamos juntos, él me señaló la cabeza– ¡Oye! ¡Te ves preciosa! ¡Yo quiero uno!

La música cambió un poco, aún era alegre y salvaje, pero ahora tenía un tono más fuerte y rápido. Todos hacían un círculo y varios saltaban al frente impares de las personas a sus lados, después nos tomamos de las manos y empezamos a dar vueltas y vueltas, de nuevo saltos uno a uno, luego giros en nuestros lugares y después se hicieron dos filas, una frente a otra. Druig me veía desde delante de mí y levantó una mano, yo puse mi palma pegada a la de él a la altura de nuestros hombros, después comenzamos a dar vueltas saltando y haciendo sonar los cascabeles. Giros, más giros, saltos y nos tomamos las manos, luego Druig y yo nos veíamos a los ojos, yo estaba embelesada por lo bello de ese azul que tenía. Sonreí y él sonrió. Giramos uno al rededor del otro, luego al lado contrario, saltamos juntos, nos reímos juntos y al final acabamos pegados, cara a cara, con las narices casi rosándose.

I'MM- LADY HEART OF THUNDER (Mini Libro)Where stories live. Discover now