Capítulo 58: Hacer posible lo imposible

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—Es mi culpa…

—Eso ya no importa —negué, con firmeza, aunque ella no podía verme—. Ahora tenemos que hallar una manera de solucionarlo o pensar en algo. Y con lágrimas no lo haremos, ¿bien?

Eso me lo decía también a mí misma. No iba a resolver nada llorando por los rincones. Llorar nunca solucionaba nada; al menos no, con mi padre. Nunca se compadeció de nosotros al vernos llorar; de hecho, causaba el efecto opuesto en él. Pero ya habría tiempo para pensar en ello con más calma.

Permanecí unos segundos en silencio, tiempo en el que Cleo pareció luchar consigo misma por controlar sus sollozos, tal como le había ordenado, hasta que ya escuchándose más calmada dijo:

—Está bien —hipó—. Pero no sé qué hacer para arreglarlo.

Ok, hora de analizar la situación con cabeza fría. Era lo bueno de no estar allí. Podía pensar con mayor objetividad, pues yo solo era una oyente de todo lo que me contó Cleo.

Aparte, ya me encontraba más tranquila. Escuchar los problemas de alguien más me había ayudado a silenciar los míos, lo suficiente como para poder pensar con la mente despejada. Era curioso, podía encontrarle solución al problema de Cleo y Lewis pero no sabía qué hacer con los míos.

—Dijiste que lo echaron porque solo él cazó el atún gigante que no se puede pescar por esta zona, ¿cierto? —inquirí.

—Pescó. —aclaró Cleo y bufé.

—Sí, eso.

—Sí. Alguien presentó una queja y apuesto a que fue Nate —en aquella última frase su voz adquirió un tono de genuino enfado—. Es tan… envidioso. —sonreí, ante la incapacidad de mi amiga para insultar.

—Bueno, solo hay que hacer que Lewis no sea el único en lograr lo imposible. —dije, haciendo énfasis en “no sea el único”.

—Muy bien —la imaginé asintiendo con la cabeza enérgicamente, a pesar de que no fui muy específica con el plan—. ¿Y eso cómo lo haremos?
Buena pregunta, mi querida Cleo.

—Es simple; atunes, igual de gigantes que el que Lewis pescó, se engancharán en los cebos de los otros participantes. De ese modo, la acusación de que hizo trampas perderá efecto porque entonces todos tendrían que haber hecho trampas.

Cleo no dijo nada.

—Digamos que es para hacer la competencia más “justa”, de alguna manera. No conozco las reglas, pero creo que así Lewis podrá regresar a la competencia. Será "el milagro del atún de visita en las costas" —Cleo seguía sin decir nada y eso comenzaba a impacientarme—. ¡Cleo, tienes que decirme que estoy loca! O que estoy mal, pero dime algo.

— ¡No! Es… es… ¡brillante!

— ¿Verdad que sí? —Inquirí, un poquitín contenta—. Pero Lewis lo odiará. Ya sabes cómo es. —hice una pausa, a sabiendas de que con eso Cleo renunciaría a llevar a cabo ese plan. Lewis había sido muy claro, de acuerdo a lo que Cleo me dijo "preferiría perder a hacer trampas".

Bueno, otra cosa cierta era que Lewis es del tipo que odia hacer trampas. Del tipo correcto, un buen chico. Qué inoportuno serlo justo ahora, rayos. ¿No podía ser un poquitín más flexible? Por cómo me dijo Cleo que reaccionó al enterarse de lo que ella hizo para ayudarlo a ganar, ya me parece a mí que no.

—Lewis no tiene porqué enterarse. —por el tono en el que lo dijo, parecía esperar a que yo pudiera replicar algo, o mostrarme en desacuerdo. Pero no lo hacía, estaba de acuerdo con ella.

—No, no tiene —coincidí—. Aunque no podré ir a ayudarte. Estoy atrapada aquí hasta que termine esta estúpida conferencia.

—Está bien —Cleo lo dijo con tanta confianza que me sentí inclinada a abandonar toda preocupación. Pocas veces se escuchaba tan segura de sí misma—. Yo me encargo.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaWhere stories live. Discover now