Capítulo 20 (breve)

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Los segundos, ¿o fueron minutos?, que siguieron tras su afirmación de que podía quedarse la noche con ella, fueron pesados como cada eco de sus latidos que resonaban en sus oídos. No se apartó de él, ni tuvo la necesidad de hacerlo. Todo lo contrario, se apoyó más en su hombro mientras intentaba buscar la serenidad que estaba lejos de hallarla.

No era paz lo que ansiaba en ese momento, sino él, que la rodeaba con su presencia sin llegar a tocarla. Cerró los ojos, queriendo que pudiera permanecer así sin que el mundo pudiera interferir. No era pedir mucho, ¿verdad?

Una caricia notó en su espalda. La mano masculina se deslizó por encima de la tela de la bata hasta llegar a la trenza, apartándola de la nuca para cubrirla con su mano. Ella siguió a la caricia como un gato con su dueño ante el menor gesto de atención y cariño y lo miró, perdiéndose en su mirada infinita.

Estaba tan absorta, perdiéndose en el mar de su iris que no se fijó que su esposo se había detenido y había hecho una mueca.

- ¿Qué ocurre? - preguntó alarmada.

- Fui muy bruto anoche.

Cuando vio que estaba mirando las marcas de su pasión, lo entendió. Pasó las yemas de sus dedos por las zonas violáceas, despertándole más sensaciones.

Unas vividas, otras nuevas.

- No lo fuiste - susurró apenas con un hilo de voz.

No supo con certeza, si la oyó o no. Mas se dispuso a besar su piel como si esta necesitara una cura después de haber recibido su castigo y no hubo más pensamiento en su cabeza que el sentir sus labios sobre su cuerpo. Se agarró a sus hombros siendo estos el salvavidas de su deriva.

Blake no tuvo suficiente y fue bajando lo que le permitían los botones del camisón que fue desabrochando para desnudar más su piel, adorarla como quería hacer sin ningún impedimento que lo pudiera detener.

No lo detuvo y fue fácil acceder e ir más abajo. Como un niño con un dulce, no se entretuvo y fue a por el postre, mordisqueando las puntas de sus pechos, haciéndolas endurecer con sus dientes y a su dueña retorcerse en ese punzante placer.

- Blake, por favor...

- ¿Te estoy lastimando?

No lo hacía.

Estaba sofocada y necesitada más de sus besos, de su cuerpo aprisionando sobre el suyo, entrando en ella y colmándola. Gimió audiblemente. El camisón no la ayudó a abrazarlo porque las mangas estaban medio  bajadas y no la hacían ser dueña de tocarlo como quería.

Intuyendo lo que le sucedía, la levantó en brazos y fue hacia la cama donde la tendió, colocándose entre sus piernas. Tenerla con el cuerpo semi desnudo fue un latigazo para sus sentidos. No hubo palabras más que las caricias que fueron tejiendo a su paso.

La besó como un preso sediento y no hubo piedad para ellos. Se convirtieron en esclavos del delirio. Se abrazaron eliminando los huecos que pudiera haber entre ellos. Nada de alejarse el uno del otro. No hubo distanciamiento, solo el choque furioso de sus febriles deseos abocándolos a entregarse una vez más.

Con el fuego de la danza más primitiva devorándolos.

Un matrimonio inesperado (borrador)Where stories live. Discover now