Otro trozo

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Para cuando había abierto los ojos, no podía asegurar de que su marido la había abrazado porque él fue quien que las avisó de que habían llegado a la posada y las había despertado por ello.

La oscuridad se podía ver de fondo, con la figura del márques recortando el escenario de afuera. Se obligó a reaccionar. Había estado tan cómoda que estuvo a punto de gruñir y querer continuar con esa comodidad que parecía estar lo más cerca a una nube.  Más le alteraba la idea de estar a solas con él sin saber si en la noche compartirían el lecho. En ningún momento desde que iniciaron el viaje, le recordó su deber como esposa. Ni tampoco cuando entraron en la posada y pidió dos habitaciones separadas (se imaginó que su doncella dormiría con ella y él en la otra), la cena y un baño, quedando así claras sus intenciones.

Podía haber estado aliviada, mas no lo estuvo sin saber cómo lidiar con dicho sentimiento que él prefería pasar la noche alejada de su compañía.

Tanto el dueño como la mujer de este se comportaron bien con ellos. Bien cierto era que no había tantas ocupaciones tras acabar la temporada, así que no hubo ningún problema en pedir dos habitaciones. Así se dispuso para ellos.

Y fue de lo más atento que Blake la acompañara hasta el interior de su habitación.

- Estaré en la otra habitación. Luego me reuniré contigo para cenar. Si cualquier cosa que necesitéis, llamadme.

No le preguntó, ni dijo nada a cambio. Asintió, demostrándole su conformidad sin saber de otra manera cómo actuar. Tampoco hubo tiempo de responder porque le trajeron los cubos de agua caliente para la bañera que estaba oculta tras un biombo. Se metió con un suspiro en los labios.

- ¿Quieres que le prepare la ropa de esta noche?

¿Se iba a esmerar en esa noche para verse bonita?, se preguntó pasando la mano por el agua.

Iban a cenar en una habitación tampoco iba a ser una cena de diez platos o tener que agasajar al compañero de mesa.

No es simple compañero lo que vas a tener a tu lado.

- El camisón y la bata estarían bien.

-¿Los que se pone siempre?

¿Había otro camisón nuevo?

- Sí.

Salió de la bañera y agradeció a Jules por las toallas secas. También, habían encendido la chimenea siendo este que caldeara la estancia y fuera menos fría. Aun así, ella sintió unas garras heladas trepando por su estómago. La cena no tardó en llegar como tampoco él que hizo su aparición haciendo que la habitación fuera más pequeña.

Él se había quitado la ropa elegante que había llevado e iba más informal. No llevaba una camisola, sino una camisa batista y unos calzones negros con un batín medio cerrado. Su pelo estaba mojado, indicándole que se había bañado también.

El calor le golpeó en las mejillas.

- He dispuesto que le preparase otra habitación con la cena, señorita Silver - se dirigió a Jules -. Si por supuesto, mi esposa, no la necesita más de sus servicios.

- Puedes irte, Jules.

¿Entonces iban a pasar la noche juntos?, ante esa posibilidad se mareó.

- Huele bien la comida que nos han traído, ¿no te parece?

- Sí...

Fue un caballero y le sacó la silla para que se sentara.

La mujer del posadero les había preparado un buen guiso con patatas y un trozo de pato al punto bañado de un  vino dulce, reducido, y un toque de hierbas provenzales. Olía muy rico. No se había dado cuenta que tenía hambre hasta que empezó a comer. No hablaron de momento, sino que dejaron que el silencio hablara los dos tercios de la cena. Ya conforme iban terminando de la cena, él le preguntó:

- ¿No has tenido ninguna incomodidad durante el camino?

- No, aunque me sabe que has estado en el pescante todo el trayecto.

- Necesitabas descansar - y yo también, se dijo para sus adentros -. No ha estado tan mal la experiencia de ir en el pescante. El cochero me estaba dando conversación y respiraba aire fresco. ¿Preocupada por mí, Erin?

Se mordió el labio, y dijo a bocajarro.

- No quería que luego me echaras la culpa. Podrías haber cogido un resfriado o haberte caído del carruaje.

- Afortunadamente, no había que lamentar ninguna tragedia, aunque por la cara que estás poniendo me da que pensar que está habiendo una ahora.

- Perdóname, no es por ti.

- Cualquiera diría que mientes.

Apartó el rostro sin poder aguantar su mirada. Tenía las manos sudorosas. Por más que las pasaba por la tela aterciopelada de la bata, las sentía igual. El corazón como un loco tronando.

- Erin, Erin - y ella quería estar debajo de la mesa.

Sus latidos se desbocaron cuando lo notó más cerca. Había deslizado su silla hasta a unos milímetros de donde estaba la suya.

- ¿Cuándo podrás confiar en mí?

Con la paciencia infinita que tendría un padre hacia su hijo, esperó su respuesta. No sin tocarle la mejilla con sus nudillos. Contuvo el aliento.

- No lo sé.

Fue sincera. Ojalá pudiera confiar, o pudiera ser que ya estaba confiando en él, pero temía que si lo hiciera, el destino se lo hiciera pagar de una forma.

- Bueno, puede que te esté pidiendo mucho ahora el que lo hagas. Mas seré paciente contigo.

Sus dedos como el aleteo travieso de una mariposa fue bajando por su cuello, bajando la tela de su camisón.

- ¿Si te cansas de esperar? -preguntó sin poder oírse a sí misma-. A lo mejor no merece la pena la espera y...

- ¿Tan segura estás de ello?

¿Lo estaba?

Había perdido tantos seres queridos, había recibido tantas decepciones...

- ¿Por qué piensas que no lo mereces?

- Son demasiadas preguntas, ¿no crees? - se levantó rompiendo el contacto de sus dedos con su piel -. Estoy agotada.

- Puede ser, más no quiero que me veas como a un enemigo del cual tienes que estar en alerta cada vez que me aproxime a ti.

Sintió que la respiración se le atascaba otra vez cuando se acercó a ella.

- No te considero mi enemigo, Blake - se atrevió a mirarlo.

- Está bien escucharlo porque no quiero que huyas de mí.

Posó una mano en su espalda y la atrajo hacia su cuerpo, dejando que lo sintiera muy cerca pero sin llegar a tocarla o besarla como deseaba que hiciera. Era una tortura.

Una dulce tortura.

- Mmmm, ¿quieres que me quede contigo esta noche?

No lo dijo en voz alta, sino que escondió su rostro en hombro y asintió, siendo esa su respuesta.

Un matrimonio inesperado (borrador)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ