Capítulo 17

1.3K 329 23
                                    

Hasta el último segundo no había estado tranquilo. No era muy común en él cuando había sido un hombre seguro y decidido, prácticamente desde que tenía uso de razón y llevaba calzones. Y, ahora, que era su esposa ante Dios y observar las miradas masculinas sobre su figura como si nunca la hubieran visto hasta el día de su boda, no le hacían sentir un caballero sensato. Bebió perezosamente de su copa de champán mientras veía a su esposa bailar con su padre. Antes había bailado con ella y le pareció que se le iba a escurrir de los dedos como arena deslizándose, incluso temió eso mismo en la iglesia, que lo rechazara. Hubiera sido una humillación en toda regla, pero Erin Racliffe fue fiel a su palabra y no lo rechazó. Ni se apartó cuando sus labios se rozaron, sonrojada y afectada por tal sutil y tierno roce de sus bocas.

- No sé si me gustaría estar en tu pellejo - era su hermano George Hugh Blake, el segundo hijo de los duques, había venido especialmente tras un permiso de la institución educativa de Cambridge -. Parece que quieras fusilar a cada uno.

- No estás tan errado como supones - hizo una mueca y el champán no le agradó más, lo colocó en una bandeja vacía que estaba cerca de ellos-. ¿Por qué perder el tiempo en ellos si se comportan como animales? No quisiera llenar el suelo de su sangre.

- Muy generoso de tu parte al tener en cuenta ese detalle. Deberías agradecer que tu esposa no hace caso a la mayoría de ellos - pese a que era unos años menor que él era muy perspicaz -. Lo que me pregunto si buscará la tuya.

- George, ¿por qué no te has quedado en la escuela?

- ¿Y perderme la diversión? Creía que habías hecho mal en casarte - Roderick cambió su expresión que ignoró el aventurado y descarado de su hermano -. No soy el único que lo pensó, Rod. Nuestras amistades creyeron que te había embrujado o algún tipo de brujería te había echado. Lady Howard...

- No me interesa lo que dijo esa cacatúa. Mira, George, si aún te sorprende del por qué me he casado, precisamente nos concierne a mi esposa y a mí. No debo de dar explicaciones de cada paso que doy y agradar los oídos de personas que quieren meter las narices en donde no les llaman. Bastante he de aguantar que ella puede escuchar esos comentarios ridículos como el caso de la brujería.

El mediano de los Blake le sonrió enigmáticamente.

- Entonces, ¿no te embrujó?

Roderick que también se había considerado paciente, sobre todo, en la crianza de sus hermanos, quiso darle un escarmiento por sus palabras, pero el muy... se libró porque llegó su esposa que había terminado de bailar con su padre.

- ¿De qué estáis hablando? - tuvo que mostrarse sereno si no quería que descubriera las genialidades de su hermano -. Parece muy interesante y más cuando os habéis callado tan repentinamente a mi llegada.

Erin era más lista que un gato a punto de capturar a un lindo canario. Quiso estrangular a George, pero este con su encanto natural escurrió el bulto antes de ser pillado con el carrito de los dulces. No supo de quién había heredado ese don.

- Solo le estaba hablando a mi hermano lo maravillosa que está, milady - por la expresión inmutable de su cuñada, no se lo tragó -. Si me permite esta pieza de baile antes de que alguien se lo reclame.

Como el caballero que tenía a su lado.

Erin miró a Roderick, que había tensado los músculos de su cuerpo y unos segundos después, se encogió de hombros, queriéndole restar importancia.

- Sí, por supuesto.

Tenía que relajarse.

Llevaba unas horas de casados y ya estaba comportándose como un animal, hecho que había criticado unos minutos antes de sus invitados. Pero lo que le había molestado especialmente era que no entendieran el por qué de su enlace. Incluso, su familia aún parecía estar escéptica por ello. Claro, había sido un hecho inusual que el marqués se pudiera fijar en una solterona como era Erin Racliffe, dama de tres años mayor que él. Sin embargo, para él, no veía esos detalles en ella. Veía a la niña que recordaba de las veces que había coincidido en la casa del campo, inocente, solitaria y reservada. Él era un crío en ese momento, pero desde lo que recordaba, había querido jugar con ella y hacerla sonreír. Luego, con el paso del tiempo se fue transformando y se había convertido en una mujer con ese misterio que la hacía parecer inaccesible a los seres mortales.

Hasta él.

Pero tenía una oportunidad para demostrarle que podía confiar en su persona y la vida marital podía ser fascinante para los dos. Estaba anhelante por llegar a demostrárselo. Si alguien de los chismosos hubiera dicho que había perdido la cabeza por ella. No lo habría negado.

Era cierto.

Había perdido el sentido común hacía tiempo.

______________________________________________

El próximo capítulo promete.
Puede ser que a lo largo de la semana actualice de nuevo.
A ver si también lo hago con las demaś que están pendientes de actualizar.
Gracias por vuestros comentarios, me hacen feliz!!!
ˆˆ




Un matrimonio inesperado (borrador)Where stories live. Discover now