Capítulo 19 (breve)

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Tras un baño reparador, se sintió más despierta y ligera,  menos soñolienta por el sueño que había estado arrastrando desde la madrugada. Porque había dormido poco y algunas partes de su cuerpo resentidas placenteramente por la actividad amatoria de anoche lo corroboraban. Como si no fuera suficiente con ciertas huellas, una parte de ella no paraba de recordarle su desinhibición con él.

Agradeció que Jules no dijera nada sobre las revueltas y manchadas sábanas. Cuando requería la ocasión, era discreta como en ese momento. De igual modo, no le dijo nada sobre las marcas enrojecidas de su piel.

- ¿Le saco el vestido verde, milady?

- Sí... - era el más acertado por si, bueno, quería revelar menos de su piel y de dichas marcas que no se habían ido tras el baño -. Sí, ese mismo. Tiene el cuello cerrado. Es perfecto para hoy.

No sabía dónde meterse. Ni siquiera había llegado la hora de reencontrarse con su esposo, instalándose un nudo de anticipación en su estómago. Bien cierto era que había que preparar sus pertenencias para el viaje, no tardó mucho tiempo en preparalo todo y que estuviera subido en el carruaje que los estaba esperando.

Al celebrarse el banquete en la casa de sus suegros, ciertos invitados se quedaron al pasar la noche. Uno de ellos,  lord Racliffe. Así que tuvo que despedirse de su padre y de su familia política. No le gustaban las despedidas, sobre todo, porque no tenían sentido si más adelante, tarde o temprano, se verían. Mas no por ello, no evitó emocionarse cuando su padre, el hombre que había estado en su cuidado desde la cercanía y distancia, la abrazó. Podía haberlo tachado de frío en más de una vez, pero era un hombre que había intentado buscar la mejor manera de cuidar y educar a sus tres hijas.

- Ahora sí que sí te tengo que soltar para que eches a volar. Había deseado tanto que un día como el de hoy pudieras iniciar una nueva vida y, quién sabe, si también una familia.

Se sonrojó sin remediarlo.

- Sé feliz, hija mía.

Se fundieron en otro abrazo que le hizo acudir las lágrimas a sus ojos. Había añorado tanto un abrazo suyo que al sentirlo, reconocía haber echado de menos la faceta afectiva de su padre. Una palabra de aliento, quizás. Una reganiña, también. Algo que la hubiera hecho sentir visible para la figura paterna, mas podía haber sido su culpa de haberse apartado antes de sufrir otra decepción de la vida. Tal pensamiento la llevó a buscar a su esposo con la mirada que había acabado de despedirse de su familia.

¿Por qué no arriesgarse y comprobarlo?, se preguntó con el corazón desbocado ante la repentina idea.

- Cuídamela, Roderick. Es lo más valioso que poseo junto con mis otras dos hijas - le dijo a este cuando se había acercado a ellos.

- No lo dude. Mientras viva, lo haré.

Los dos hombres se despidieron con un estrechamiento de manos y ya no hubo razón más para demorarse. Subieron al vehículo, emprendiendo así una nueva etapa en sus caminos. Mas en el último segundo, Blake cambió de parecer considerando que su esposa necesitaba descansar y, a él, despejarse después de la tórrida noche que pasaron. No creía que pudiera hacerlo teniéndola cerca. No estaba seguro de tener sus instintos bajo control.

- Estaré en el pescante con el cochero. Si tanto tu doncella como tú necesitáis que paremos, eleva la voz o toca el techo. No nos detendremos en la noche cuando encontremos una posada.

- ¿Dónde iremos? - le preguntó simulando la decepción que había sentido al oírlo decir que no compartiría el espacio del carruaje, aunque así le daría cierto respiro y no estar tensa durante el trayecto.

No habría sabido qué hacer con él si lo hubiera tenido en el asiento del frente.

¡No puedes comportarte como una niña, Erin!, se mordió el labio.

- A una propiedad de Hampshire - respondió sin mirarla evitando cualquier tentación que pudiera tener -. He avisado al personal de que llegaremos mañana a la hora del día. ¿Tienes alguna objeción?

Lo negó mientras en su cabeza bullían mil cosas. Sensaciones que la confundían y, más, estando con él.

- Bien, nos vemos después.

Fue una sorpresa, creyendo que no iba a haber más ceremonia que el entrar en el carruaje donde ya estaba instalada Jules y Blake se fuera con el cochero cuando él todavía no se fue.

- Descansa - si no fuera porque estuviera algo lúcida habría jurado que se lo había imaginado.

Como un toque de una pluma, había depositado un tierno beso en la frente antes de verlo girar sobre sus pies y marcharse hacia el pescante, dejándola a ella estar en la deriva sin su presencia. Contuvo un suspiro e intentó recuperar la serenidad que parecía haber desaparecido.

- No sé si podré descansar - contuvo un suspiro y se adentró en el interior.

Un matrimonio inesperado (borrador)Where stories live. Discover now