Otro trozo

1.3K 324 14
                                    

No podía levantar ni una pestaña.

Mortificada se percató de que no era dueña de su cuerpo. Ni aunque quisiera, no tenía voluntad para hacerlo. Se había despertado desde hacía un buen rato y estaba remoloneando como un gato sin querer despegarse de las sábanas. Por si no fuera poco, su marido se había despertado dejándola dormir con su lado de la cama ausente. Notó su ausencia; el aire de la estancia se colaba y la rodeaba, dejándole una sensación de vacío.

Le había dado espacio y tiempo.

O posiblemente se había ido decepcionado, se aventuró a pensar en una maraña de nuevas sensaciones.

Realmente no sabía qué pensar salvo que lo vivido de anoche había superado cualquier imaginación que podía haber tenido acerca de la noche de bodas. Todavía se estremecía al recordar cómo la había besado y acariciado. No había sido egoísta y le había abierto las piernas sin más. Había sido apasionado e intenso.

Tan intenso que podía ver las huellas de su fogosidad en su cuerpo, se dijo ruborizada. Incluso, no creía que pudiera estar de pie si erguida en la cama quería escurrirse de nuevo entre las sábanas.

Le había hecho suspirar, gritar asumida en el mayor de los placeres que le había dado. Y, ahora, a la luz de la mañana no creía que pudiera enfrentarlo en persona si no se echaba a temblar a su lado o añorar su boca, con su boca que le había dado tantos besos que una podía emborracharse con ellos.

- Milady, ¡qué bien que la veo despierta!

Sus mejillas se colorearon al ver que Jules se entretenía en mirar el dormitorio una vez que había entrado.

- Jules, no me llames milady - intentando adoptar una apariencia más decente.

Al menos, antes de haber entrado, se había puesto el camisón... Arrugado.

- Es la hija de un lord y la esposa de un noble con todas de la ley. Milord me ha pedido que la ayude a preparar los baúles porque se van al campo no sin antes de preguntarle si desea tomar el desayuno aquí, un baño...

- El desayuno aquí, por favor. El baño estarían bien, gracias - no creía que pudiera estar sentada en una silla manteniendo los ojos abiertos -. Eso sería todo. ¿Has dicho que nos vamos al campo?

- Así es, milady.

La idea de estar en la casa del campo le gustó. Sin embargo, el estar a solas con él...Se mordió el labio y no pudo reprimir el escalofrío que le lamió la espalda.

Si había pasado la noche de bodas, significaba que había cumplido. No obstante, necesitaba un heredero, lo que suponía más noches.

Más noches íntimas con él.

Se abanicó con la mano ante la mirada extraña de su doncella.

- Bien, no hay que perder más tiempo. Habrá que organizarlo todo para irnos.

¿Cómo sería su vida marital a partir de ese día?

Estaba a punto de descubrirlo.

Un matrimonio inesperado (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora