Otro trozo

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Erin estaba tranquila.

O eso creía, al apoyar la barbilla en su puño y observando sin mirar el paisaje que daba la ventana.

Carruajes pasando. Ninguno de ellos se había detenido enfrente de la entrada. Ni tampoco había sido Blake.

No consideró que fuera una falta grave ya que anoche fue cuando se lo había propuesto y aceptado. No pensaba que de inmediato fuera a verla. Además, no se lo había dicho a su padre y estaba viendo en qué momento se lo diría para que no lo encontrara tan descabellado y pudiera contar con su aprobación. No creía que fuera un impedimento y mucho menos cuando había dado su consentimiento a sus otros dos yernos, que aunque aportaban títulos y querían a sus hijas, no eran muy conocidos por su sentido común.

Movió el cuello al sentirlo resentido, había estado mucho tiempo en la misma postura. No tenía esperado que alguien la visitara, y fue su amiga que se dignó a presentarse.

Habría estado contenta con su visita después de que ella estuviera tan entregada de agradar a su prometido.

-Georgina no me esperaba verte hoy.

- ¿Estás ocupada?

Negó con la cabeza; estaba sola. Había sido sincera, no había esperado verla. O mejor dicho, a nadie.

- Quería que me contaras. ¿No hay té?

Contuvo un suspiro y cogió la campanilla.

- ¿Qué he de contarte? - le preguntó cuando les trajo la bandeja de té y un montocito de pastas -. Ayer noche nos vimos, ¿qué ha ocurrido desde anoche hasta ahora?

- No sé - se encogió de hombros y cogió una pasta que no dudó en hincarle el diente -. Bailaste con el hijo de los duques.

- Ahhh.

Había venido a cotillear. En ningún momento se había preocupado por ella.

- Sí, no te puedes imaginar cómo nos sorprendiste o que su excelencia te cogiera de la mano y bailara contigo. Era...

No encontró el adjetivo adecuado, Erin mostró una sonrisa que no le llegó a los ojos. Poco se dio cuenta su amiga de ello.

- ¿Extraño?

- Sí, inusual. No es porque tenga poca fe en ti, amiga. Solo que él es tan diferente a ti en muchos sentidos.

No tuvo en reparo en soltarlo.

- Reconozco que somos diferentes, una mujer y un hombre lo son.

Las mejillas de Georgina se tiñeron de rojo.

- No me refería a la anatomía del cuerpo, Erin. Sino, en cuanto a carácter. Aunque seas mi amiga, eres más reservada. Además, le llevas tres años y bueno... no te gusta ser sociable.

Era cierto, estaba a punto de echarla de la casa.

- No pasó nada entre él y yo, Georgina - no le iba a confesar que le había propuesto matrimonio -. Si lo fuera, ¿qué malo habría?

Los ojos de la chica se abrieron.

- ¿Estás interesada en él? Nunca me lo dijiste.

Sin proponérselo, le había provocado dolor de cabeza.

- No lo estoy - masculló entre dientes -. Pero él sería el marido perfecto que toda dama soñaría tener.

Ahora le tocó a ella fruncir el ceño y dejar el té con un sonoro ruido.

- Espero que no hagas una locura, Erin.

Llegaba tarde. Precisamente había hecho una.

- No querrás que tu amiga estuviera triste porque su boda fuera apocada por una menos creíble.

No podía estar oyendo lo que había oído.

- ¿Qué quieres decir?

- Bueno, digo que un compromiso así de repente sería lo menos creíble que pudiera suceder. Es decir, sería absurdo que te casaras al mismo tiempo que yo.

No podía estar pasándole aquello.

¡Era su amiga!

- ¿Por qué lo piensas? - preguntó queriendo aparentar indiferencia cuando había descubierto que su amistad con Georgina nunca lo había sido.

- Porque habrías imaginado que esto era una competición de la cual querías ganar. Eres la única que conozco que está sola.

Nunca creyó que le daría una estocada como aquella.

- No he tenido envidia de tu compromiso.

- Pero ya no pasas tanto tiempo conmigo como antes.

Erin se reprimió las ganas de gritarle que no había sido ella  cuando el reloj dio las en punto.

- Me he acordado que tengo una cita con la modista. Espero que no te haya dolido mi sinceridad, Erin.

No fue a acompañarla hasta la salida y se permitió que su buen amigo, el silencio, le diera el consuelo que sabía que no le iba a fallar.

No le falló.

Un matrimonio inesperado (borrador)Where stories live. Discover now