Capítulo 11 (breve)

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Los caballeros no se calentaban la cabeza por sus acciones, actuaban sin determinar cuáles iban a ser las consecuencias. Unos eras más cautos; otros más decididos en seguir.

Blake no creyó que estuviera haciendo un error en seguir con el compromiso, ni tuvo la menor duda de que lo fuera. No por eso significaba que aún no se lo habían dicho a sus padres, aunque estos demostrarían escepticismo cuando se lo llegara a contar. O sus hermanos y amigos que lo harían al conocer su compromiso. Aunque no había visto a su prometida, creyó que debería él hablar con su futuro suegro. ¿No era lo que marcaba así la tradición? Le mandó una nota a Erin para avisarle de su presencia como de su intención. Ya la conversación con sus progenitores se postergaría. Primero y fundamentalmente era contar con la aprobacion de su suegro.

No fue sorpresa alguna que cuando le dio el paso el mayordomo de los Racliffe se encontró a Erin junto en el rellano de las escaleras.

A diferencia de ella, mostró una sonrisa. Se le acercó, pero no lo suficiente como quiso. Aún no habían anunciado su compromiso.

Debía comportarse y más en la casa de la dama.

- Buenos días, milady - fue educado y le dio un besamano que ella apartó la mano cuando acabó -. ¿Su padre está en casa?

Erin asintió sin mirarle a los ojos. Tuvo la tentación de alzarle el rostro y pregúntale qué le pasaba mientras ella se negaba a darle la oportunidad de preguntarle.

- Sí, está.

Se consideraba un hombre paciente.

- Bien, hablaré con él salvo que me digas una razón para no hacerlo.

Eso la descolocó, consiguiendo que lo mirase y él pudiera navegar por el mar de sus ojos.

- ¿No quieres casarte? - preguntó sin el menor deje de temblor en su voz.

- No, mantengo mi palabra - dijo él resuelto a continuar -. Lo que no quiero es tener una novia a la fuga. No me gusta jugar al ratón y al gato.

Si fuera sincero, le gustaba y le tentaba derribar cada muro que ella había erigido a su alrededor. Podía ser una protección para que el mundo no accediera a ella. Él quería descubrirlo. Pero no le dio esa carta a su favor.

- No te preocupes, también mantengo la mía. Déjame que te anuncie.

Siguió sus pasos distanciándose unos centímetros para verla mejor aunque el vestido que llevaba no era el que alegraba a la vista. Era gris y de cuello cerrado. Aun así, no fue impedimento para que su mente se imaginara el cuerpo de ella.

Desnuda.

Tuvo que disimular cuando ella se paró delante de una puerta y entendió que habían llegado a su destino.

El momento idóneo, pensó con una sonrisa sardónica.

- Mi padre estará encantado cuando escuche que quieres casarte conmigo.

- ¿No me echará con cajas destempladas al llevarme la única hija que le queda? - bromeó.

- No, estará aliviado porque habrá ejercido su papel de padre.

Notó una nota de indiferencia en su comentario, pero que podía ser de que estuviera dolida.

- Erin...

- No me importa si le dices que es por amor contándole una historia muy motivadora que le haga llorar aunque sea mentira como si le dices que te lo he propuesto yo. Puede que no se lo crea, puede que llegue a pensar que le estés tomando el pelo...

Se calló cuando lo vio inclinarse sobre ella.

- Confía en mí. No te defraudaré - guiado por un impulso le colocó una mano en su antebrazo, sintiendo la tela áspera de su horrible vestido.

Notó su ligera tensión y, disgustado, vio que se apartaba asintiendo ambiguamente.

¿No le había creído?

Se encogió de hombros ya que cuando estuvieran casados, le demostraría que podía tener la confianza en él, la que le hiciera falta para que su matrimonio funcionara.

Aunque fuera de conveniencia.

Ahora debía encargarse de lord Racliffe y que este aprobara el compromiso. No se lo había dicho a Erin, pero ella se merecía que la cortejara primero antes de pasar por el altar. Gracias a Dios cuando entró, tenía la cabeza en frío.

Lord Racliffe no se había esperado verlo y mucho menos lo que le iba a decir. Si le creyó o no, poco le importó.

Era un paso más para acercarse a su propósito.

Casarse con su hija.

Un matrimonio inesperado (borrador)Where stories live. Discover now