Capítulo 15

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Lo corregiré cuando pueda 💪🏼
Seguimos!

El encoger los dedos en un puño una y otra vez encima de un mantel blanco impoluto no hacía aflojar la tensión que parecía dominarlo mas aparentaba estar distraído que el querer lanzar un vaso y este se hiciera añicos. No podía permitirse tal acto de salvajismo y menos en el club para tomarse tranquilamente una copa de whisky como hacía el resto. Si es que este lo ayudara a encontrar alivio.

Las conversaciones distendidas que había en en el club no le llamaron la atención, sus pensamientos estaban en otra parte.

En concreto, en una joven.

Negándose al amor, a ser querida. Levantó la copa hacia sus labios y el líquido se deslizó por su garganta. Una palmada en la espalda casi le hizo escupir de una forma menos elegante.

- ¡Mira a quién tenemos por aquí!  Pensaba que estaría cortejando a la solterona. Campanas de boda suenan desde que os vieron pasear juntos, ¿no le da pavor a que sean reales? Puede que sí se esté compadeciendo porque no tiene más remedio que salvar a una dama en apuros.

No le gustó reconocer que tras esa voz estaba lord Yale acompañado por su amigo, el prometido de la señorita Feather.

- Buenas tardes, lord Yale. ¿En qué momento le pregunté por su opinión acerca de mí y a la dama?

- ¿No la llama por su apodo? ¡Qué correcto es usted, su excelencia! Imagino que tiene dar ejemplo, tal como exige su título.

- No me considero el ejemplo de nadie, Yale. Además, ¿por qué tanto empeño en darle un apodo que solo sirve de diversión y burla?

- Ya le digo. Es el señor perfecto y acorde con el príncipe que necesita la señorita.

Debería haberle propinado un bonito puñetazo en su rostro.

- ¿Si es así, habría algún problema?

Yale levantó las manos en un gesto de rendición que mucho dejó serlo.

- No hay problema de que lo sea y si es así, está dispuesto a casarse sabiendo que una boda con ella será la sensación del momento antes de que se apague y sea superado por el tedio de una vida marital tan puritana y gris.

- Está muy puesto y parece que está interesado en hacer el papel de casamentera. Si hubiera estado interesado en su opinión, se la habría pedido, así que podría ahorrarse sus consejos y dárselos a su amigo que según tengo entendido sus arcas están vacías.

- ¡Cómo se atreve! Es una vil falacia. Mis arcas están más que llenas y no me voy a casar por dinero como bien insinúa.

No iba a pelearse, bastante estaban llamando la atención. Se puso en pie y dejó la copa vacía. Estirándose el chaleco, esbozó una sonrisa.

- No es lo que dicen los rumores. Bien, yo me voy yendo. Espero que la próxima vez os abstengáis de hablar de mi prometida. No porque sigo fiel a mí título sino porque no soporto las injusticias y mucho menos las torpes y burdas como las vuestras.

Una vez dicho, se encaminó hacia la salida sin esperar la reacción de esos neandertales.

Pero el día no había acabado. Si hubiera tenido la maravillosa idea de coger un carruaje de alquiler, se habría evitado tal compañía. Había decidido que caminar le haría bien.

- ¡Su excelencia!

Debería haberse imaginado que alguien le había echado un mal de ojo. Se giró por educación y la vio con sus dos lacayos que sostenían dos columnas de cajas que parecían tambalearse.

Peligrosamente.

- No tengo tiempo, milady.

- ¿Cómo que no? ¿Qué hace andando por aquí?

La muy sibilina miró bien si iba acompañado o no.

- ¿Vas a tu casa?

- Buenas tardes, que tenga buen día.

Pero no le dejó marchar tan fácilmente. Miró su mano e intentó ser lo más suave posible. La apartó con cuidado, dándole entender con la mirada que se había sobrepasado pero ella aleteó sus pestañas.

- ¿No te has emocionado al verme? Al menos un "cómo estás". Hace un mes que no nos hemos visto.

- Lady Rochester, no se extralimite.

- ¿No podrías ser un poco más amable? Me vendría bien tu ayuda, el carruaje está cerca y mis lacayos están ocupados.

- ¿Amable? - sin poder controlar la risa, se rio terminándose en una mueca en sus labios -. Milady, no lo fuiste con mi prometida, ¿por qué debería ser amable con usted?

- ¡¿Qué te dijo esa... - se calló el calificativo, no iba a ser que lo empeorara más. El caballero parecía disgustado con ella - para que te pongas en mi contra?! Si sabes cómo soy, no haría daño a una.... ¡Una mosca! Roderick, por favor, hemos compartido maravillosos momentos para que tú los estropees ahora sin conocer la verdad de lo ocurrido.

- Querida, no me importa. Busca a otra persona para ayudarte, yo tengo prisa.

La mujer dio un zapatazo al suelo, frustrada porque vio una vez más que se le escapaba.

- La niña fue con el cuento a papá. ¡Dios, no la soporto!

Detrás de su espalda se escuchó un estruendo. Observó ojiplática como prendas que había comprado volaban y caían a la acera.

Un matrimonio inesperado (borrador)Where stories live. Discover now