Prólogo

4.1K 404 21
                                    

Aviso: esta historia no contiene mucho drama. Es muy ligera, suave.

Para algunos se sorprenderían al conocer quién fue el que dio el paso en esa proposición matrimonial dando por hecho que lord Blake, marqués de Sutherland, era uno de los hombres más esquivos en cuanto a la soga del matrimonio se refería. No porque este tuviera una larga carrera sobre amoríos, que posiblemente lo fuera, sino porque en ningún momento, mostró su afán por casarse, y menos, prometerse con la hija mayor de sus vecinos, la señorita Racliffe.

Uno llegaría a la conclusión que, tarde o temprano, se habrían comprometido para anexar las propiedades de ambas familias que colindaban. Un matrimonio que cualquiera diría, ajeno a ellos, que era muy ventajoso sin dar ínfulas de que fuera por amor. Se podía pensar que el sentimiento de pertenecer a alguien podía ser también un buen motivo para pasar el altar, salvo que, en ningún momento o evento social, se demostraron interés el uno hacia el otro. Aunque dicha sea la verdad... Realmente, lord Blake sí que tuvo interés en la señorita Racliffe; no fue la primera mujer que le había enseñado unos tobillos desnudos o le introdujera en el arte de amar perdiendo así la inocencia, no fue ella. Pero sí la primera en llamar su atención. Quizás, tuviera que ver el hecho de que la casa de campo estuviera cerca de la suya, pudiera ser un factor muy importante a considerar, salvo que ella nunca intentó en conocerlo, manteniéndose en una posición reservada y casi adoptando una vida de ermitaña que otra joven hubiera huido de espanto.

Así que cuando le propuso matrimonio en una tarde londinense, sorprendentemente cálida, no evitó caer en la tentación de aceptarla, para sorpresa de ella y de él mismo cuando podía haberla rechazado ya que no tenían nada en común. Ni siquiera, había dado el paso en cortejarla o, que menos, en conocerla cuando habían coincidido en más de una fiesta organizada por sus amigos y conocidos.

Si no fuera porque en dicha propuesta, ella le daba permiso a que siguiera con su vida licenciosa. No toda dama daba su permiso libremente y oficialmente, así que nuevamente y, después de unos años transcurridos, volvió a captar su atención y su curiosidad, por supuesto. Comenzando así un matrimonio inesperado...

Un matrimonio inesperado (borrador)Where stories live. Discover now