45.

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No duré ni cinco segundos corriendo cuando alguien me empujó con brusquedad, haciéndome caer sobre mi espalda. Apreté los ojos por el dolor causado y cuando los abrí, me encontré a Hyeri con dos de sus amigos.

Ah, mierda.

—¿De verdad creíste que iba a dejarte ir tan fácil? Déjame ver tu celular o lo que sea que escondes. —dio un paso hacia mí con su mano tendida.

Retrocedí y me puse de pie con la intención de escapar, pero nuevamente fui tumbado en el suelo y la pequeña grabadora salió volando fuera de mi chaqueta.

Hyeri caminó hacia el aparato y lo observó por unos breves segundos, seguidamente su mirada viajó hacia mí.

—¡No lo toques! —grité desde el piso y con la respiración agitada.

Ella chasqueó la lengua y soltó una risilla mientras negaba con la cabeza.

—Eres tan estúpido, Jisung. Sabía que tramabas algo y no creas que me quedaré de brazos cruzados. Después de deshacerme de esto, recibirás una paliza que te costará olvidar.

Pisoteó el aparato reiteradas veces y este se rompió en pequeños fragmentos hasta quedar hecho casi polvo. Quedé boquiabierto ante la escena y Hyeri sonrió satisfecha.

—Mi grabadora...

—¿En serio creíste que te saldrías con la tuya y ayudarías a esa estúpida inservible? Qué tierno, pero te recuerdo que ya está muerta y ahora ya no tienes como comprobar tu acusación.

—Estás loca.

—Lo sé, ¡pero mira! He logrado mi cometido y me aseguraré de que no olvides a esta loca —mostró una sonrisa inocente y miró a sus amigos—. Háganse cargo de él, ya saben qué hacer.

Dejé salir un pesado suspiro y me preparé mentalmente para lo que se venía.

(...)

¿Hyeri rompió mi grabadora? Sí. ¿Me dieron una fuerte paliza que me dejó dolorido? Absolutamente. Pero nunca mencioné que los registros estaban en la grabadora. Nunca la usé, simplemente la llevaba conmigo para engañar a Hyeri en caso de que me descubriera. Todo quedó en mi celular.

—Aún si ya no estás aquí, me aseguraré de que recibas la justicia que te mereces. —musité con voz entrecortada.

El dolor físico no se comparaba con el emocional. Lágrimas corrían por mis mejillas y aterrizaban en mis manos que sostenían una de las fotografías que nos sacamos en nuestra última cita.

No soy del tipo que acude a algún ser divino, pero esa noche le imploré a Dios por su bienestar. Sentí la necesidad de hacerlo porque ella ha sido una de las pocas personas que causó un impacto en mi vida. Me enamoró siendo ella misma y tenerla conmigo era mi más grande anhelo.

La amo y no quiero perderla.

Traté de comunicarme nuevamente con Seungmin y así estar al pendiente de su estado, sin embargo, él no atendió. Quería salir de casa e ir al hospital, pero esos hombres me tenían bajo la lupa.

Estaba desesperado y al borde de perder la cordura.

Pasaron horas en las que intenté saber de ella, mas no recibí respuesta y después de saturar mi cabeza con un sinfín de preocupaciones, finalmente caí rendido.

A la mañana siguiente, salí temprano y con mucha cautela de casa para ir directo a la comisaría. No esperaría nada para mostrar mis pruebas. El agente Park, quien estaba a cargo de mi caso, me recibió y me hizo pasar a su oficina.

just another day ; Han JisungWhere stories live. Discover now