40.

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Desperté por segunda vez esa misma madrugada, pero esta vez estaba temblando y sudando. Ya iban tres noches durmiendo sin Jisung y habían sido las peores. Primeramente porque tuve pesadillas en las dos anteriores y en esta última me levanté sufriendo un ataque de pánico.

Estaba sentada en la cama con manos temblorosas cubriendo mi boca, tratando de calmar las lágrimas y aliviar el nudo en mi pecho. Quise buscar a Jisung, pero el pavor paralizó mi cuerpo casi por completo y sólo logré agarrar mi celular. Le marqué dos veces pero no contestó y, por impulso, lancé el móvil fuera de la cama.

Apreté los ojos cuando comencé a sentir mareos y rogué en mi interior que Jisung apareciera aunque fuese de milagro. Lo único que deseaba era tener su presencia brindándome seguridad, consuelo. Estuve así por lo que pareció una eternidad, cada segundo era más agobiante que el anterior, pero afortunadamente él llegó justo cuando respirar se volvió complicado debido a los incontrolables sollozos.

Aunque su aparición no fue de mucha ayuda para aplacar el temor que me dominaba porque, al ser repentina, mi cuerpo reaccionó con una sacudida violenta. Fue como si mi corazón se detuvo y ahogué un grito al sentir su toque (a pesar de que fue muy gentil).

—Shh, tranquila, soy yo. —tomó mi rostro y me obligó a mirarlo.

Por suerte él entendió de inmediato lo que estaba pasando.

—Inhala hondo y exhala —me ordenó con suavidad mientras me demostraba cómo hacerlo. Seguí sus instrucciones entre jadeos pesados y temblorosos—. Buen trabajo, sigue así. ¿Quieres agua? Vamos a la cocina por un vaso de agua.

Me agarró de las manos y me ayudó a ponerme de pie.

En ningún momento aparté los ojos de él pues, de ser así, mi cuerpo se descontrolaría de nuevo. Mi respiración aún no aminoraba del todo y mis pasos eran torpes debido al temblar de mis piernas.

Me llevó hasta la cocina y me dejó con cuidado en una silla, entonces aproveché a repetir los ejercicios de respiración en lo que él conseguía el vaso con agua y así logré calmarme solo un poco. Él se sentó a mi lado y, empleando un tono muy suave, comenzó a hablarme de temas al azar. 

—Cuenta conmigo cuántas flores hay en ese florero. —señaló el objeto en el centro de la mesa.

Obedecí y comencé a contar con él en voz baja. Comprendí perfectamente lo que estaba haciendo: distrayendo mi mente para que los síntomas desaparecieran. Al ser algo psicológico y no un peligro inminente, desviar la atención de la persona hacia otra cosa es una excelente técnica.

Agradezco que Jisung supo qué hacer y mantuvo la calma en todo momento. Si él se hubiese alarmado al verme tan mal, la situación habría escalado a peor. Pronto me sentí aliviada y el miedo se esfumó.

—¿Te sientes mejor? —acarició mi cabeza y sonrió cálido. Fue lindo ver su sonrisa después de días con esa cara seria— ¿Quieres regresar a la cama?

Asentí y de nuevo tomó mi mano para guiarme a la habitación. Todavía estaba un poco aturdida, pero me sentía significativamente mejor. Jisung se quedó conmigo sin necesidad de pedírselo y estuvimos sumergidos en un silencio ensordecedor que pareció eterno. Yo ni siquiera podía conciliar el sueño.

—¿Estás dormida?

—No. ¿Por qué? ¿Te quieres ir?

Diría que me da igual si se quedaba o no, pero en verdad lo necesitaba a mi lado.

—No, quería preguntarte porqué tuviste un ataque de pánico. ¿Fue por una pesadilla?

Gran pregunta, genio.

just another day ; Han JisungWhere stories live. Discover now