12.

2.7K 322 226
                                    

Lo hice de nuevo. Una vez más herí mi brazo para mitigar el estrés y la culpa que me devoraba por haber comido en exceso esa noche, y esta vez lo hice con la hoja de afeitar. Fueron cinco cortes profundos de los que me estaba arrepintiendo. Se supone que eso me haría sentir mejor, pero lo cierto es que me estaba odiando por ello.

Soy una estúpida.

Pasé mis manos por mi cabello y lo apreté entre mis puños, siendo presa de la ira. Mi brazo aún goteaba sangre sin cesar y abundante. Hyeri y los otros dos se reirían de mí al verlos.

Me odio.
Me odio.
Me odio.
¡Me odio!

Limpié las lágrimas de mi rostro con tanto enojo que terminé arañándolo pero poco me importó, me sentía horriblemente ansiosa y exasperada.

Me levanté del suelo, en donde llevaba unos largos minutos tirada, y me dirigí al baño para así limpiar, desinfectar y vendar mi brazo. Si unos simples rasguños se estaban tardando en sanar, no quería imaginar lo que demorarían esos cortes. Suspiré exhausta y por último remojé mi cara.

Regresé a mi habitación y me senté en la orilla de la cama. Era de madrugada y yo aún despierta batallando conmigo misma sabiendo que al día siguiente tenía trabajo. Estiré el brazo para tomar dos somníferos y en ese momento una brillante idea pasó por mi cabeza: ¿Qué pasaría si los bebo todos?

Observé el frasco, contemplando la idea de consumirlos todos de una vez y entonces vacié su contenido en la palma de mi mano. ¡Hazlo!, gritó la vocecita malvada en mi mente y mi labio inferior comenzó a temblar, anunciando la llegada del llanto que no tardó en salir otra vez.

—Si esto funciona ya no tendré que preocuparme por nada. —sacudí levemente mano, haciendo que las píldoras se movieran.

¡Qué lo hagas!

En ese punto mi mente ya estaba en blanco y siendo manipulada por mis pensamientos intrusos, entonces abrí la boca, estando más que decidida a hacerlo.

No creo en las fuerzas sobrenaturales ni nada por el estilo, pero esa noche algo me ayudó a recobrar los sentidos porque, justo cuando cerré los ojos y estuve a punto de colocarlas dentro de mi boca, la imagen de Jisung secando mis lágrimas en el muelle se reprodujo vívidamente en mi cabeza y enseguida alejé mi mano.

No pude hacerlo. Principalmente porque era tan cobarde que ni para eso tenía agallas y también por él. No lo sé, recordar su rostro me hizo sentir algo inexplicable en mi interior y fue ahí donde me di cuenta de que me salvó otra vez y de algo mucho peor.

Regresé las pastillas a su frasco, a excepción de dos que ingerí, y lo cerré. Golpeé con suavidad mis mejillas y llené mis pulmones de aire para calmar mi cuerpo que todavía temblaba. Una vez logrando eso, me metí a la cama y me arropé de pies a cabeza, cerrando los ojos a la espera del efecto del somnífero.

(...)

—Mírate —oí la burlesca voz de Hyeri a mis espaldas—. Te ves horrible, ¿no dormiste bien?

Rodé los ojos y apreté la mandíbula, esa tipa no podía verme en paz porque le ardía. Ese día yo no estaba puesta para sus juegos así que, fuera cual fuera mi reacción, no quedaba bajo mi responsabilidad.

—¿Sí me dejarías en paz? —me di la vuelta— ¿No te bastó con golpearme ayer?

—¿Tú no te cansas de provocarme para que lo haga, verdad?

—¿Y tú no te cansas de molestarme cuando yo ni siquiera volteo a verte?

Se me quedó viendo sin decir nada; una sonrisa apenas visible fue lo único que mostró y supe que mi respuesta le enojó. De pronto, levantó su mano con la intención de golpearme en la cara pero de inmediato la detuve, sosteniendo su brazo.

just another day ; Han JisungWhere stories live. Discover now