34.

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Todavía estábamos en aquel puente. Jisung estaba en silencio, devorando un sándwich de fresas con crema que compró en una panadería cerca. Llevaba rato mirándolo sin que él se diera cuenta y me pareció absolutamente adorable cómo saturaba sus mejillas al comer, algo que me inducía a apretárselas y llenarlas de besitos, pero resistí los impulsos.

Una risilla se me escapó y fue inevitable que él lo notara, entonces me miró confundido.

—¿De qué te ríes?

—Es que te ves muy tierno cuando comes. —admití, acariciando los pétalos del tulipán.

—Mhm —asintió comprensivo y sorbió por la pajilla de su limonada—. Está muy rico. ¿Segura que no quieres un poco?

Encogí los hombros y supongo que lo tomó como un sí, ya que me acercó el sándwich para que le diera un mordisco. Acepto que sabía muy bien, pero la crema en este me pareció muy empalagosa y tuve que darle un sorbo a su bebida.

—Sabe bien, pero es muy dulce.

—¿Qué? —negó con la cabeza— Tienes un paladar muy sensible.

Metió a su boca el último pedazo de sándwich, llenando sus mejillas otra vez. No pude retener más mis impulsos y las apreté con extrema suavidad para no herir su carita que todavía estaba delicada por los golpes que recibió, a lo que él arrugó tiernamente la nariz.

—Te ves tan lindo.

—No, tú te ves linda. —habló después de tragar.

—No, tú.

—No, tú.

—¡Que tú más!

—No, tú más —se inclinó a mi altura y me robó un beso—. Fin de la discusión. Mejor dime, ¿te gustaría dar un paseo en bicicleta?

—¿Usando este vestido? No creo que sea buena idea.

—Yo pedaleo y tú te sientas en la parrilla trasera. Imagina que eres una princesa dando un paseo en su carruaje... Bueno, ya eres una princesa.

—Niño cursi —reí cubriendo mi cara que ya estaba enrojecida—. Me encanta la idea.

Jisung terminó su bebida y desechó la basura en su respectivo contenedor, después caminamos un poco más para llegar al puesto donde rentan dicho medio de transporte. Montar en bicicleta es una de las actividades recreativas más realizadas por los turistas e incluso habitantes locales, por lo tanto, es fácil encontrar tales negocios.

Me ofrecí a pagar por la bicicleta y aunque Jisung se negó a un principio, terminé haciéndolo de todas formas. La usaríamos por una hora... Bueno, sólo si Jisung era capaz de pedalear por tanto tiempo.

—Casco púrpura para ti y el azul para mí.

—Yo quería el azul. —hice un puchero. No necesité más para convencerlo y sin reproches me colocó el azul, mientras que él usó el otro.

—Ahí tienes tu tiara, princesa. —rió golpeando el casco con los nudillos de la mano. 

Montó a la bicicleta y seguidamente subí a la parrilla (no a horcajadas obviamente), asegurándome de acomodar bien mi vestido y asir la flor entre mi puño antes de sujetarme firme a la cintura de Jisung. Estaba emocionada por nuestra nueva aventura.

—Estoy lista. Vamos, Hannie.

—Cómo usted ordene.

Lo juzgué mal al pensar que le costaría impulsarse y mantener el equilibrio al pedalear, pues lo hizo sin mucho esfuerzo. Parecía estar igual de emocionado que yo, cómo si fuese su primera vez andando en bicicleta después de tanto tiempo.

just another day ; Han JisungWhere stories live. Discover now