03.

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Me salvé por esa vez, pero no cambió el hecho de que al día siguiente los tres arremetieron contra mí. Fue algo que me tomó desprevenida, pues me ignoraron toda la mañana y justo cuando creí que por fin tendría un día de paz, me tomaron a la fuerza y me arrastraron hasta la bodega, donde me empujaron bruscamente contra la repisa que sostenía las cajas, provocando que una cayera sobre mi cabeza.

—Diviértete mucho, Hyeri. —canturreó una Soyoung muy entusiasta.

Ay, no.

Hyeri sonrió perversa y se aproximó a mí pero, por instinto, la empujé lejos antes de que me pusiera un dedo encima, cosa que le hizo enojar ya que miró con patente repudio.

—Chicos, creo que voy a necesitar su ayuda porque la rata esta se está haciendo la difícil.

—¡No me toquen! —retrocedí despacio hasta llegar a un rincón.

Era inútil, estaba rodeada por ellos y tratar de defenderme sólo les enfurecía más.

—Ay ya, por favor, ¿de verdad crees que te escucharemos? —rió Soyoung— Tú metiste en problemas a Hyeri y las vas a pagar.

¿Problemas? No es como si la hayan despedido.

Sin darme la oportunidad de hablar para solucionar las cosas como gente civilizada, Soyoung y Jaehwan me sostuvieron de cada brazo, dejándole el camino libre a Hyeri para que me hiciera lo que se le viniera en gana.

Lo primero que sentí fue una fuerte bofetada en mi mejilla derecha. El impacto fue tan violento que hasta giró mi rostro y me quedé inmóvil, sintiendo como mis ojos comenzaban a picar por las inmediatas ganas de llorar. Intenté ejercer una fuerza opuesta para liberarme, pero el agarre de esos dos era muy firme.

Lo siguiente fue un golpe en el estómago que me hizo soltar un sonoro quejido al dejarme sin aire. Tal parece que eso les causó gracia, ya que los tres comenzaron a reír a carcajadas. De por sí ya tenía una herida que aún no sanaba del todo y recibir otro golpe allí mismo se sintió cómo una puñalada.

Uno, dos, tres, cuatro golpes en el mismo lugar y entonces comencé a llorar.

—Por favor, ya basta. —supliqué en un hilo de voz. Hyeri me tomó por el rostro y lo apretó con fuerza.

—Hubieras pensado dos veces antes de abrir la bocota, inútil de mierda. —una arrogante sonrisa se plasmó en sus labios y me propinó otra cachetada, esta vez en la mejilla izquierda.

—Sólo déjame en paz, por favor. No volveré a hacerlo.

—¡Siempre dices lo mismo! ¡Siempre dices que no me harás enojar más y mírate! Rogando cómo la perra arrastrada que eres —enterró su puño en la boca de mi estómago y sentí ganas de vomitar—. No me cae nada mal, es muy relajante descargar mi ira contigo.

Retrocedió unos pasos y me miró con una sonrisa orgullosa, quizás feliz por el resultado. Sus amigos deshicieron el agarre y de inmediato me desplomé sobre mis rodillas en el suelo, tosiendo áspero, jadeando por recuperar el aire y con las lágrimas cayendo una tras otra. Lo último que escuché fue la risa de los tres mientras felicitaban a Hyeri por su trabajo y la puerta cerrándose recio, algo que me hizo sobresaltar.

El dolor en mi abdomen era punzante así que no pude levantarme por mucho que quisiese, entonces me quedé allí, llorando en silencio y esperando a que el malestar desapareciera.

Dios, ya iban días desde que no me golpeaba así. Pasó de ser la chica que me defendía a ser mi principal agresora.

Ella fue la única a quien le compartí la verdad acerca de mis padres y ya que comenzó a sentir aversión hacia mí por los rumores, difundió el hecho de que mis papás me dejaron, volviéndose una de las principales razones por las que mis compañeros se burlaban de mí.

just another day ; Han JisungOù les histoires vivent. Découvrez maintenant