07.

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Desperté muy temprano esa mañana, a tan sólo quince minutos para que el reloj indicara las ocho a.m., y cómo siempre, me levanté con dolor de cabeza, por lo que decidí tomar una ducha fría en cuanto salí de la cama. Miré a través de la ventana y me fijé en cómo las hojas de los árboles se mecían violentamente, indicando que el viento soplaba más fuerte que de costumbre.

Quizás lloverá.

—Genial, otro día triste en el que trataré de sobrevivir. —entoné sarcástica mientras me dirigía al baño.

Abrí la regadera, dejando correr el agua en lo que me deshacía de mi vestimenta. Una vez estando completamente desnuda, observé mi figura en el espejo y me percaté que el golpe que Hyeri me dejó en el abdomen ya casi desaparecía por completo.

Recorrí mi reflejo de pies a cabeza y mi vista aterrizó en mi brazo. Debía cambiar el vendaje y limpiar las heridas, así que lentamente lo desenrollé, dejando a la vista las marcas en él. No me di cuenta de lo grandes que eran, lucían mucho menos extensas la noche anterior, tal vez porque la tenue luz que entraba en la habitación no me permitía verlas con claridad.

Mírate. Luces horrible, estás muerta en vida.
Ayer comí demasiado otra vez.
Y por eso no lo harás hoy, ¿estás satisfecha con lo que ves?
Mis caderas son muy anchas y mis muslos demasiado grandes.
Abstente a comer como lo hiciste ayer.
No puedo evitarlo.

—Cállate. Estoy cansada. —pronuncié, mirando espantada mi estado tan mísero.

Retomé la conciencia por un momento y noté mi pérdida de peso. Era algo ostensible pero mi mente, siendo mi mayor enemigo, siempre me torturaba y convencía de lo contrario.

Vi la báscula debajo del lavabo y por un segundo se me ocurrió pesarme. Me quedé allí prácticamente congelada mientras debatía si hacerlo o no. Deberías, sabes que sí quieres, continuó mi voz interna. A veces me decepcionaba al ver los números, a veces no... y eso no era sano. Finalmente reaccioné y decidí no hacerlo porque lo había hecho hace apenas dos días.

Apreté los ojos y sacudí la cabeza para no continuar destruyendo mi escasa estabilidad con esos pensamientos y finalmente me adentré a la ducha.

》Perspectiva de Han:

Pasaron un par de días desde esa última vez que me la encontré y mi cabeza no paraba de darle vueltas a la situación.

Me dejé caer de espaldas sobre la cama, con mis manos detrás de mi cabeza, y fijé la mirada en el techo. ¿Por qué no podía dejar de pensar en ella? Su nombre y apellido resonaban en mi cabeza por lo familiar que eran. La mente me quedó en blanco por un instante, hasta que un vago recuerdo de hace muchos años apareció de la nada.

—¿Podría ser qué...? No, no estoy tan seguro —me levanté de la cama y salí en busca de mamá, que estaba en la sala ordenando un florero—. Mamá, ¿sabes donde dejé mi álbum escolar?

—Debajo de tu cama. Te vi colocarlo ahí, y si no, creo que está en el ático.

—Tienes razón. Gracias. —con mucha prisa regresé a mi habitación y me lancé al suelo para buscar por debajo de la cama.

Zapatos, calcetines impares, botellas de agua, polvo... y ¡allí estaba una pequeña caja! De seguro encontraría el álbum dentro de esta; estiré mi mano y logré alcanzarla, arrastrándola inmediatamente.

Me senté en la cama y sacudí la caja que estaba repleta de polvo, cosa que me provocó una ligera picazón en la nariz. Necesitaba hacerle una limpieza profunda a mi dormitorio lo más pronto posible, pero eso no era de mi interés por el momento. Al abrir la cajita, me encontré con varias cosas que hice en mis años de primaria, entre ellas, el álbum fotográfico.

just another day ; Han JisungWhere stories live. Discover now