Capítulo IV

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Mi familia a veces es estresante, no me dejan tranquila ni tener mi privacidad, les dió por acompañarme hasta la noche porque según estando sola es un peligro, y ahora dicen que vendrán a visitarme cada día que puedan.

«No puede ser... Qué estrés.»

Ya después comenzaron sus trabajos y gracias a Dios no tenían ganas de visitarme porque estaban cansados.

Mientras tanto, no paro de mirar mi pequeño y casi inexistente clóset, no tengo ropa tan bonita ni variada, todo es viejo y repetitivo hasta el cansancio.

—No estoy segura si vaya al cumpleaños de la señora Ana, pero de todos modos debo de ser precavida y tener algo por si a última hora me da por ir.

Me levanto de un brinco muy enérgico y me preparo para irme sola a comprar algo de ropa decente. Será divertido poder ver las tiendas sin que tenga que esperar por alguien, ir sola es más cómodo para mí en cuento a comprar ropa se refiere, ya que así no me hacen dudar y ni sentir insegura.

Tomo el autobús que me deja en el centro donde me quedo y comienzo mis andanzas por los centros comerciales y las tiendas de ropa. Hay de todo y me enamoro de cada prenda que veo; donde vivía todas las tiendas tenían la misma ropa, no había nada de variedad y eso era frustrante en gran manera.

Veo un lindo vestido que me llama mucho la atención y es que no suelo usar muchos vestidos, pero ¡Estoy en España! es momento de renovarme en muchos sentidos. Luego de probarmelo y ver que me quedaba alucinante no dudé en comprarlo, era con un estilo campesino de color azul con puntos pequeños blancos, me ajustaba perfecto pero ahora sólo me hacían falta unos zapatos para combinarlo.

Luego de andar y ver de todo, me terminé enamorando de unos botines negros con algo de tacón, creo que le iban a quedar muy bien a mi vestido. Ya lista me decido a tomar el autobús e irme a mi departamento, aunque eso cambió cuando estuve a punto de cruzar la calle, Antonio me sorprendió.

—Oye guapa ¿Quieres acompañarme a un café?

Lo veo sonreír mostrando sus perfectos dientes y asiento para aceptar su invitación tan inesperada.

—Eres tan impredecible. Me has sorprendido.

En eso que vamos caminando, él me pregunta que a qué se debe el honor de haberse encontrado conmigo casualmente y le recordé la invitación que me ha hecho la señora Ana y él me insiste en que vaya.

***

Llegado el día, me decido en ir.

Ya es sábado, me recordó que podía ir a partir de las 5 de la tarde así que tendría tiempo de arreglarme y demás. Obviamente le compré un presente para no llegar con las manos vacias, vi un broche muy hermoso con un juego de argollas.

Me arreglo y me quedo como estática viéndome al espejo. «¿Estaré bien así? Yo creo que me veo muy guapa y fresca».

Tomó aire y viendo la hora salgo para allá. «Y que Dios me ayude».

Veo el frente de la casa de la señora Ana y aún puedo recordar cuando el pervertido no pervertido de su hijo abrió la puerta como si nada y yo estaba ahí en toalla, siendo el hazme reír. Solo espero que no se dé cuenta de mi presencia aquí, así que... Tocó el timbre y desde afuera puedo escuchar la música que tienen, vaya que la señora Ana si que sabe divertirse...

—¡Hedel, mi querida Hedel! —Exclama ella saliendo a mi encuentro luciendo un precioso conjunto de falda color rosado claro con un blazer del mismo color—. No sabes la alegría que me causa verte.

«Ojalá que no haya escuchado su hijo esto...»

Sonríe grandemente y le doy un fuerte y cómodo abrazo, seguido de mi regalo para ella.

Los ojos del corazónKde žijí příběhy. Začni objevovat