CAPÍTULO UNDÉCIMO

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Cuánta razón hay en que un corazón destrozado es una prisión para quien lo posee. Si hubiera sabido entonces toda la verdad que ahora conozco, las cosas habrían tomado un rumbo muy diferente al que lo hicieron. La ira cegaba mis pasos, tal y como os cuento, y no era capaz de discernir lo real de lo falso. Tan solo pensaba en encontrar al maldito traidor, arrancarle el corazón, y marcharme de una vez por todas de aquel lugar que alguna vez llamé hogar. Supongo que es el precio del poder; tarde o temprano todos quieren darte por el culo y arrebatártelo, aunque ni una misma lo desee.


***


—¿Qué sucede con Borbo? —preguntó Tiserisha, paseando con Vladd junto al estanque de los jardines.

El castillo era un monstruo construido sobre un promontorio rocoso junto a ellos. Las torres se alzaban como puntas de lanza al cielo, y las hiedras dominaban los muros. El color del cobre bruñido de las copas de los árboles lo acogían en un lecho de frío y soledad.

—Que está loco, punto —sentenció el vampiro.

Tiserisha suspiró, casi sintió alivio por haber perdido a la criatura que se empezaba a formar en sus entrañas.

«¿Para esto me llama el instinto maternal? ¿Para traer a este mundo nuevas vidas que solo terminarán sufriendo o perdiendo la cabeza?».

—¿Siempre ha sido así? —terminó por preguntar.

Vladd subió los hombros.

—Supongo, Madre. Nadie le echa demasiada cuenta desde hace ya años. Ni siquiera se esfuerza por ser uno más. Sigue envejeciendo, desperdiciando el don con el que nacimos. No sé si es que quiere demostrar algo, o simplemente comprobar que puede morir de viejo. A mi parecer, un estúpido más que un loco.

El repiqueteo de un pájaro carpintero animó a la chica a levantar la mirada. Alcanzó a ver al colorido ave esmerado en su trabajo.

—¿Crees que él...?

—¿Borbo? —frunció el ceño Vladd—. No lo sé. Quizá. Aunque no lo veo lo suficientemente inteligente como para elaborar un veneno tan complicado. El magíster dejó bien claro que son necesarios ciertos materiales que no se encuentran fácilmente. Y las mezclas... —Volvió a encogerse de hombros—. Quién sabe. Realmente no se nada de él. Siempre está perdido en el bosque, en la biblioteca, o subido en los tejados junto a las gárgolas. Pensándolo bien igual ha aprendido algo entre tanto libro.

—¿Y por qué nunca se ha marchado? —preguntó—. Algunos tomaron la misma decisión que yo y se fueron a buscar su vida en otras partes. Como Railo...

Vladd la miró, el reflejo de los celos destelló en sus oscuros ojos.

—Ese cabrón no debería haberse ido contigo cuando viniste a parir a Borbo —sus palabras destilaron el más profundo de los odios—. Él fue el quinto en nacer de tu vientre, y no comprendo cómo se lo permitiste en vez de preguntarme a mí. Si me lo hubieras pedido, yo...

Tiserisha detuvo el paso, lo cogió de la mano.

—Te necesitaba aquí, hijo mío. Nadie es capaz de guiar a nuestro pueblo como tú. Por eso...

—No te atrevas a pedírmelo, Madre —gruñó, mirándola con aquellos ojos negros.

—Tú debes ser el próximo Drácula, hijo —Vladd apartó tanto la mano como la mirada—. Solo tú tienes las capacidades de liderazgo. Porque yo...

TISERISHA "Tres siglos de odio"Where stories live. Discover now