El menor se detuvo por completo ante sus quejas, suspirando al darse cuenta que la chica aún no le había contado nada a Kuroo. Que fastidio tener que decírselo él.

No era ni de cerca la primera vez que escuchaba al peli negro despotricar en su faceta de hermano celoso cuando otro chico se osaba a entrar a la vida de su "pequeña princesa". Su lugar en esos monólogos siempre había sido el de un espectador desinteresado que casi lo ignoraba al no preocuparle mucho con quien se codeaba Yoko, ella realmente no le importaba mucho.

O al menos así era antes.

Miraba a su amigo con los labios fuertemente apretados, por primera vez debía responder algo y por primera vez no sabía que decir.

― ¿Quién se atreve a salir con mi hermana sin pedirme primero permiso? ―Habría bufado cruzándose de brazos.

Una sonrisa amenazó en escaparse por sus labios ante la pregunta lanzada al aire, optando por simplemente quedarse callado al ver a la chica bajar de forma despreocupada por las escaleras. Por unos segundos ignoró por completo a Kuroo, todas sus facciones se relajaron y sus ojos se encendieron cuando Yoko apareció en su campo de visión.

Se sentía bastante tonto de vez en cuando, notar el gran impacto que ella le traía con algo tan simple como aparecer frente a él.

― ¿Por qué molestas a mi cita?

El rubio se echó a reír por lo bajo ante la simpleza con la que esta lo había soltado, girando el rostro para no soltar una carcajada cuando sintió la intensa mirada de parte del mayor. Ya veía venir el sermón.

Por otro lado, estaba Kuroo, su rostro era todo un poema y su boca se encontraba abierta en la espera de que las palabras se dignaran a abandonar su garganta.

Yoko y Kenma, Kenma y Yoko, ellos... Nah, ellos no podrían... ¿o sí?

Intercalaba su mirada entre uno y el otro, no sabiendo exactamente contra quien lanzarse primero. ¿¡Cómo no le habían dicho nada!? ¿Acaso ninguno de los confiaba en él lo suficiente? Aunque viéndose imposibilitado y sin palabras, optó tan solo por quedarse callado mientras cerraba los ojos con los brazos cruzados.

―Ninguno de ustedes saldrán de esta casa ―aseveró con un semblante totalmente serio.

― ¡Eh! ―Exclamaron los dos al mismo tiempo, siendo la chica quien se acercó hasta él para quejarse― ¿Con que derecho me lo prohíbes?

―A ti con el derecho de hermano mayor y a ti ―dijo ahora señalando al rubio―, como tu capitán.

―Ex capitán ―lo corrigió.

―Como mejor amigo entonces. Ninguno de los dos saldrá de aquí hasta que no me digan cómo es que pasaron de gritar y patalear cuando tenían que estar en la misma habitación a ahora de repente salir a "citas".

Los más jóvenes se quedaron callados, intercambiando una rápida mirada donde ambos supieron exactamente ―más o menos― lo que este estaba pensando.

―Tú me dijiste que la cuidara luego de que tú te fueras ―expresa el chico haciendo que el peli negro lo mirara incrédulo.

―Me refería a que no se metiera en problemas, ¡no que salieras con ella! ―Exclamó, consiguiendo lo opuesto ya que la chica se echó a reír.

Claro que había tenido sus temores cuando llegó el día de su graduación, no le preocupaba dejar de verlos ya que una era su hermana y vivían juntos y con Kenma sabía que su amistad soportaría totalmente no verse todos los días.

Lo que realmente preocupaba era cómo se desenvolverían estos dos una vez que él se fuera, desde muy jóvenes los dos dependían bastante de este, lo seguían de aquí para allá y si él no estaba, esperaba que ellos pudieran acomodarse ante las circunstancias.

Siempre esperó que ellos se llevaran mejor, pero no tanto.

―Si te hace sentir mejor, solo es nuestra primera cita ―comentó Yoko, tomando asiento en el respaldo del sillón donde se encontraba Kenma, recibiendo ambos la mirada de Kuroo.

―Eso no me hace sentir mejor, Yoko.

―Qué lástima ―soltó con una leve risita.

Le costaba admitirlo, pero de verdad trataba de aguantar la sonrisa al ver a los dos jóvenes tan cerca y sin jalarse de los cabellos, su pequeña hermana apoyada sobe el hombro de Kozume. Parecían tan cómodos uno con el otro que se dio cuenta de que muchas cosas habrían cambiado desde que él había salido de Nekoma. Aún recordaba cuando apenas si se conocían y Yoko se echaba a llorar cuando decía que iban a jugar con Kenma a voleibol ya que ella tan solo quería pasar tiempo con su hermano.

Maquinó rápidamente alguna forma de regresarle la jugada y molestarlos a los dos al mismo tiempo.

―Solo los dejaré salir con una condición; ―Sonrió con diversión ante el bufido de Kenma― a ti te daré la charla de las abejas y las flores y a ti te daré el sermón del hermano mayor y celoso, sin derecho a réplica ninguno de los dos.

―No puedo creer que seas tan infantil ―se quejó Kenma, rodando los ojos ante su felicidad al decir aquello.

Se echó a reír al ver sus expresiones de fastidio y molestia, justo lo que esperaba.

Sería mejor verle el lado positivo a la situación, quizás debería dejar de lado la nostalgia que le daba el ver a Yoko y Kenma creciendo frente a sus ojos y aprovechar la gran oportunidad que la vida le daba para tener algo con que fastidiarlos día a día.

Sin embargo, puede que en el fondo su posible futura relación le agradara más de lo que llegaría a demostrar. Ambos eran dos de las personas en quien más confiaba y no había probablemente nadie mejor el uno para el otro y al menos eso le dejaba más tranquilo.

―Y también tendrán hora de llegada, los quiero aquí antes de las 9:30.

―Mejor cállate ya ―bramó la chica a la vez que le tomaba la mano a Kenma para atraerlo hacia ella y empezar a caminar en dirección a la puerta de entrada.

―Tampoco quiero saber que están besuqueándose por la calle, piensen en los niños ―seguía hablando mientras los seguía hacia la salida―. Kenma, no quiero que tu mano baje de la cadera ni que suba de la cintura.

Los menores no hacían más que calzarse y prepararse lo más rápido que podían para dejar de escuchar las tonterías que el risueño Kuroo decía sin parar.

Claro que este estaba viviendo el momento de su día, divertido de lo avergonzados que los dos chicos se veían. Aún no sabía si el rojo en sus mejillas era por bochorno o por enojo. De igual forma los siguió incluso cuando cruzaron por la puerta.

―También tienen que usar protección, ¡todavía no quiero ser tío!

― ¡Cállate! ―Gritaron a la vez escuchando la horrible risa de hiena cada vez más lejana.

― ¡Cállate! ―Gritaron a la vez escuchando la horrible risa de hiena cada vez más lejana

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Yoko瑛子: Piedra preciosa

HAIKYUU || one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora