Capítulo 1

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La Tierra estaba poblada por diferentes formas de vida y aunque por mucho tiempo los seres humanos parecieron estar en la cúspide, no fue hasta la aparición de otra especie que la humanidad logró avanzar a grandes pasos. Algunos individuos fantaseaban con el día en que la ciencia permitiera mezclar el ADN humano con el de diferentes animales para crear a un súper hombre o a un soldado invencible, pero la realidad era que, sin saberlo, tal especie híbrida ya existía y se codeaba con ellos todos los días.

Desde edad temprana fue consciente de esa otra parte de su ser y su pertenencia a un grupo más importante y especial que el ser humano común, el cual tenía la posibilidad de hacer realidad cosas que otros solo podían soñar. Los suyos podían cambiar a voluntad a una entidad animal específica y tener plena conciencia de ese cambio, pero al igual que otros, no solo experimentaban algunas ventajas con ello, sino también desventajas.

Celos.

Al igual que los animales que pasaban por una temporada donde buscaban aparearse para reproducirse y perpetuar su especie, los miembros de su selecto grupo experimentaban algo similar llamado "celo". La conducta sexual relacionada a los humanos era experimentada por ellos de la misma manera, pero, la parte más irracional y salvaje de ellos correspondiente a su lado animal, pensaba en el contacto e intimidad como un acto para saciar la sensación de reproducción, así que era normal que cuando uno atravesara el celo, lo primordial fuera reproducirse, relegando a un segundo plano las actividades y los rituales humanos relacionados al acto sexual.

Pocas veces los alfas entraban en celo de manera autónoma, pero al igual que sucedía en el reino animal con algunas especies, estos podían tener un celo si un miembro receptor lo experimentaba, como era el caso de los omegas. Algunos catalogaban a los omegas como inferiores debido a su falta de fuerza y autocontrol, pero eran los miembros más fértiles de los tres, por ello que algunos alfas encontraran más interesante acoplarse con uno durante su celo que con otro de su propio grupo.

Mientras que los omegas tenían un período de celo constante y regular, los alfas apenas lo experimentaban y los betas, ni siquiera tenían uno, pero eso no significaba que no encontraran interesante acoplarse con otros, ya fuera buscando reproducirse o simplemente, como una manera de obtener placer.

La mezcla entre sus grupos no era inusual, pero al igual que ocurría entre los seres humanos, algunos tenían cierta preferencia por relacionarse con otros. La mayoría de los alfas elegían unirse a otros alfas, sabiendo de las ventajas que eso traía consigo, sin mencionar que la probabilidad de engendrar crías de su categoría estaba asegurado casi en un cien por cierto; así mismo, los omegas rara vez se relacionaban entre sí, por lo que les iba mejor formando parejas con betas y si tenían suerte, con algún alfa, mientras que, los betas solían relacionarse mejor con otros de su propia categoría al igual que con los omegas.

Probablemente a esta altura, se habrán percatado de que los alfas buscan mantener relaciones con otros alfas, pero, es de suponer que lo hagan, ya que no solo su lado humano actúa en ellos, sino su lado animal y en la naturaleza, las especies más fuertes son las que sobreviven.

Las personas solían decir que la naturaleza era caprichosa y su familia fue testigo de lo que significaba esa frase cuando él llegó al mundo. Sus padres descendían de largos linajes de alfas, familias fuertes que habían conservado su pureza desde las viejas dinastías, por lo que, llegado el momento de hacer su propio camino, tanto su madre como su padre buscaron a otro alfa que les garantizara la continuación del importante linaje familiar, pero, el destino tenía un raro sentido del humor y su madre dio a luz a un omega.

A diferencia del sexo, cuando uno de los suyos nace, es imposible saber a qué grupo pertenece hasta pasados un par de años y como tal, la familia lo adoró al ver lo lindo que era, sabiendo que un nuevo alfa se había integrado al linaje familiar, sin saber realmente que un pequeño omega estaba creciendo en un lugar que nunca había visto a uno de ellos. Fue así como un par de años más tarde, a sus tiernos cinco años, un "charlatán" les dijo a sus padres que el pequeño al que tanto adoraban era un omega. Pese a su inocencia, pudo percatarse de la molestia de sus padres hacía aquel hombre y aunque ignoraba qué significaba "omega", supuso que no era bueno ser uno de ellos. Sus progenitores buscaron segundas, terceras y más opiniones al respecto, pero todos los hombres y mujeres que usaban bata blanca siempre decían la misma palabra, "omega". Debía haber sido un golpe duro para la familia, pero era comprensible, todos sus antepasados eran alfas y por alguna extraña razón, a pesar de los genes predominantes de sus padres, resultó un omega, el eslabón más bajo de la clasificación según la opinión popular. Era algo sin precedentes.

–¡Buenos días! –saludó con demasiado entusiasmo y carraspeó al notar el tono tan amigable que había utilizado para llamar a su jefe–. Buenos días, presidente –corrigió agachando la mirada por un momento.

Taemin era un joven alegre y amable en el exterior, pero él mejor que nadie sabía por experiencia que nunca se debía juzgar un libro por su portada y prueba de ello, era el lado animal del menor, que no era otro más que una serpiente.

–Buenos días, ¿tienes la agenda lista? –le preguntó mientras caminaban.

–Sí, tiene una junta dentro de una hora y después debe ver al coordinador de relaciones públicas.

–Avisa a los jefes de sección que lleven la documentación que les solicité antes y que no lleguen tarde, tenemos varias cosas que discutir.

–Muy bien, me encargaré de todo, presidente –dijo haciendo una venia antes de retirarse.

Actualmente él manejaba la compañía familiar, pero eso no significaba que pudiera ser descuidado y mucho menos, dejar entrever que su clasificación era una farsa. La empresa se había ido construyendo y expandiendo a lo largo de las décadas, por lo que había ganado prestigio en el país, lo que significaba que debían tener personal capacitado para las tareas que desempeñaban y eso también implicaba tener empleados peligrosos, al menos para él, ya que estar rodeado casi en su totalidad por alfas podía provocarle problemas a un omega como él que tenía que estar al mando, sin mencionar, que no podría ocultarse del todo si algo andaba mal con su período de celo.

Los empleados que trabajaban para su compañía se componían mayormente de alfas, una parte menor por betas y un pequeño grupo selecto de omegas que habían demostrado tener las capacidades y habilidades que requería el lugar, pero estos últimos tenían un par de consideraciones al igual que los alfas tenían cláusulas en sus contratos donde se mencionaba que serían despedidos si trataban de lastimar a un omega por falta de control en momentos de celo.

Mientras caminaba por la recepción para llegar a los elevadores podía ver a sus empleados inclinarse a su paso, nadie sabía que era un omega y nunca lo sabrían si podía evitarlo. No tenía duda de sus capacidades, su familia le había criado al nivel de cualquier alfa, se le exigió como a uno y aprendió a controlar sus instintos, pero dejar al descubierto esa parte de él podía causar problemas al igual que si no tenía cuidado cuando su celo apareciera y tenía la obligación de estar al frente de la compañía, pero al igual que el mundo de los negocios, un descuido podía significar el final.

Los alfas en su camino se inclinaban ante él y se preguntó qué pensarían de saber que estaban mostrando ese grado de sumisión frente a un simple omega, el eslabón que consideraban más débil entre los suyos, pero si lo pensaba un poco, no había nada escrito que dijera que alguien como él no podía dominar y él lo hacía.

Fraternizando con el alfa {KyuSung}Where stories live. Discover now