Cuando su tímida mirada se posó sobre él, logró ablandar un poco las facciones del chico. Era muchísimo más linda que se de perfil... ¡Ella te está ignorando, no importa que sea hermosa! Resopló cruzándose de brazos, dispuesto a seguir reclamando cuando la vio alzar su mano, extendiendo el dedo índice para moverlo desde su oreja hasta su boca.

Fue en ese justo instante que se cortó su respiración mientras trataba de procesar la situación.

—Kenma-kun, ¿estás reclamándole a una chica que no puede oírte? —Alzó la voz el de cabellos blancos haciendo que el teñido girara hacia él—. Mei-chan es sorda, no te estaba ignorando.

Giró para verla de nuevo con la boca entre abierta, se sentía el tonto más tonto de todo el mundo, nunca en su vida había deseado desaparecer por completo y evitar aquella situación tan desafortunada.

¿Cómo se suponía que iba a hablarle ahora?

"Idiota, no puedes hablarle"

Con una pequeña seña de su mano le pidió al chico que la esperara, claro que Kenma tampoco tenía intención alguna de hacer nada más ya que se había quedado paralizado por completo sin saber bien qué debía hacer a continuación.

Apretando sus dedos, vio con detenimiento a la fémina mientras esta buscaba algo en su bolso para acto seguido sacar su celular y empezar a teclear algo.

Sonriendo leve, la llamada Mei giró el aparato hacia él mostrando la aplicación de notas en la pantalla.

≪Perdona si me estabas hablando, no puedo oírte≫ —Leyó con rapidez en voz alta, haciéndolo soltar un quejido cuando confirmó lo estúpido que había sido.

Haciendo un repaso veloz en sus recuerdos de antes atrás cuando había tenido una charla de lenguaje de señas. ¿Cómo era "lo siento"?

No tuvo tiempo siquiera de hacer algo más ya que en ese momento un chico bastante más alto y con un alborotado cabello negro llegó junto a la chica mirándolo de arriba abajo, girándose hacia la fémina para realizar una serie de señas hacia ella dejando a Kenma aún más que confundido.

— ¿Necesitas algo? —Dice volteando para verlo con una expresión seria.

—Yo... Solo quería saber si ella compraría el juego, pero no importa —explicó con rapidez queriendo huir rápidamente del lugar, sin embargo eso sería imposible.

Luego de unas cuantas señas más por parte de ambos, Kenma se sorprendió cuando la vio extender el juego hacia él brindándole una brillante sonrisa que lo hizo querer aplastar sus mejillas de la ternura.

—Dice que era un regalo para alguien, pero puedes tenerlo ya que es el último —aclara el recién llegado una vez que sus facciones se relajaban.

La chica, jalando de su sueter, llamó su atención para hacer un movimiento con los dedos mientras señalaba de forma tímida al otro chico, haciendo que su amigo soltara una risilla logrando sonrojarla.

—Ella quiere saber tu nombre —habla con cierta diversión mientras la aludida no soltaba la tela de su prenda.

—Kozume Kenma —dijo sin más con rapidez para que no se notara el tartamudeo en su voz, llenándose de valor para hablar de nuevo mientras este parecía deletrearle su nombre a la chica—. ¿Su nombre es Mei?

Asintió sin más mientras parecía analizarlo nuevamente, parecía como si estuviese escaneándolo para al final soltar un suspiro soltando sus brazos—. Kamado Mei. Y si nos disculpas, debemos irnos ya.

Dejándolo confundido, paralizado y sin palabras, el peli negro sujetó el brazo de su amiga llevándola con él hacia el mostrador para pagar los juegos que la chica cargaba en su mano.

HAIKYUU || one shotsWhere stories live. Discover now