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NARRADOR OMNISCIENTE

La familia Kim estaba rota.

Kim Seokjin y Minatozaki Yongsun eran un matrimonio complicado.

Hace más de veinte años, se habían conocido en la escuela de leyes.

Seokjin era hijo del dueño de un exitoso bufete de abogados y pretendía seguir los pasos de su padre, razón por la cual el hombre estaba muy orgulloso al igual que su esposa. Yongsun por otro lado era hija de una adinerada familia que había heredado su fortuna de generación en generación.

Cuando los padres de ambos jóvenes coincidieron en algún evento de sociedad, ambas familias coincidieron en lo conveniente que sería la unión de sus hijos al término de sus estudios y como Seokjin y Yongsun vivían para complacer a su linaje, aceptaron.

Se casaron un año después de la graduación de ambos y la familia Minatozaki inyectó una gran cantidad de capital en el bufete para así hacerlo más reconocido. Con los años se transformó en un imperio manejado por Seokjin que con mucho esfuerzo personal había logrado conseguir triplicar su fortuna inicial.

Seokjin y Yongsun no estaban enamorados cuando se casaron. Pero habiendo estado de acuerdo en que debían unir sus vidas por el bien financiero de sus familias decidieron intentar el tener una relación lo suficientemente cercana para mantener las apariencias y, quizás, con el tiempo desarrollar sentimientos el uno por el otro.

Tres años después de haberse casado finalmente lo consiguieron. Se querían, se cuidaban el uno al otro, quizás no como la pareja más enamorada del mundo pero a fin de cuentas sabían que se tenían el uno al otro y habiendo llegado a ese punto decidieron finalmente cumplir al último capricho de sus padres. Tener un hijo.

Yongsun estaba embarazada y pronto la familia Kim-Minatozaki tendría una hija.

La pareja no podía estar más feliz pues finalmente tendrían a quien dedicarse, sobre todo Yongsun, que había dejado de estar involucrada en los asuntos del bufete ya que Seokjin lo llevaba todo a la perfección. La mujer estaba muy entusiasmada con la idea de ser madre y cada día despertaba para cantarle una melodía a su pequeña hija que crecía en su vientre mientras su esposo la acariciaba con ternura, dedicándole palabras de afecto a su futuro bebé.

Jennie fue el nombre que ellos eligieron para la pequeña princesa de la familia. Un ser lleno de luz que llegaría a colmar de alegría sus vidas que hasta ese momento sólo habían girado en torno a las exigencias de otras personas.

Sin embargo una tragedia ocurrió impidiendo que el matrimonio lograra tener a su bebé entre sus brazos.

El embarazo de Yongsun era de alto riesgo.

No había ninguna razón en específico para ello. Ella era una mujer joven y sana, estaba en el mejor momento de su vida para dar a luz pero el destino lo había querido así. El destino tenía planes que podían llegar a ser crueles, arrebatándole lo único que alguna vez habían querido dos personas que habían sido unidas por motivos completamente distintos al amor. Un amor que, sin embargo, habían logrado conocer desde el momento en que habían tenido conocimiento de que serían padres.

Jennie tenía el cordón umbilical enredado en el cuello y pese a la operación de emergencia que los médicos habían realizado para salvar la vida de la pequeña, lograrlo había sido imposible.

El dolor que inundó a Yongsun la sumió en una profunda depresión al igual que a Seokjin y cada uno de ellos lo enfrentó por su cuenta. Seokjin refugiándose en su trabajo a tiempo completo y Yongsun desarrollando un deseo compulsivo de comprar.

Se pasaba la vida en los centros comerciales, compraba ropa y zapatos por montones, joyería, relojes y todo lo que sus tarjetas de crédito tuvieran capacidad para pagar. El límite era prácticamente inexistente porque, además del bufete, Seokjin había comenzado a invertir en distintas empresas y negocios que le estaban retribuyendo exageradamente bien. Era como si la vida les estuviera pagando con dinero la pérdida de su pequeña Jennie.

roads¹ | satzu [terminada]Where stories live. Discover now