Capítulo 37

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Maratón 1/2

Killiam

Antes de la Boda

Estoy en blanco, ni siquiera puedo pensar en algo lógico para lo que me acaba de decir.

—Deja la botella — le ordeno al bartender, mientras pienso que no tiene sentido, no hay sentido.

Me dijo que se estaba cuidando, ¿Me mintió?

Me sirvo otro trago de whisky y hago el mismo proceso varias veces. ¿Es mío? Tiene que ser mío, pienso con desesperación y jalo mi cabello con frustración.

—Dame otra — pido otra botella, cuando la que tengo se termina, he pasado horas en este lugar.

Escucho el sonido de mi celular en el bolsillo de mi pantalón y lo saco.

—¿Cómo está? — es el guardaespaldas que dejé con Violett en el hospital, no podía quedarme un segundo más ahí sin sentir que me iba a morir.

—Ya salió de peligro, ella y el bebé están en perfecto estado, solo necesita reposo absoluto — siento ligero alivio con lo que me dice, pero el nudo en la garganta se hace más fuerte. Por un segundo llegué a desear que se perdiera, soy un completo imbécil.

Un maldito idiota que llegó a desear que su propio hijo se muriera antes. Me siento asqueado.

—No te despegues de ella, a la mínima sospecha de algún italiano o ruso, das avisos y pides refuerzo — cuelgo el celular y me alzo la botella, siento ligeras arcadas, no por el alcohol, sino por la horrible idea de ser padre.

—Me dije que nunca lo seria — murmuro, y continúo bebiendo.

—Veo que las cosas te están siendo difíciles — Petrova llega poniendo su mano en mi hombro y bajándola por mi brazo, y termina tomando asiento a mi lado.

—No es momento para tus ridiculeces — le digo y vuelvo a levantar mi vaso.

—¿Mal día? — pregunta y le hace señas al bartender para que le traiga un vaso.

—Mala vida — respondo —¿Eres la espía? — le pregunto de repente, sabe que sospecho de ella.

—Jamás te traicionaría a ti, primero me tendrían que matar — responde, y por alguna razón le creo, ella no lo haría.

—¿Quién crees que podría ser? — trato de alejar mis pensamientos de Violett y el hijo que lleva dentro, para enfocarme en el espía.

—No te va a gustar lo que te voy a decir — le da un sorbo al vaso y me giro para observarla, va con un vestido negro ajustado y un par de botas de cuero, su cabello rubio cogido en un moño alto, haciendo que sus facciones felinas y finas resalten mucho más.

—Suéltalo— me giro y continúo bebiendo.

—Karen Gómez —dice y la vuelvo a mirar.

—¿Estás loca? Es mi amiga desde que tengo memoria — le respondo.

—Me acusó de algo que yo no hice, porque si de algo estoy segura es que yo nunca tomé esa dirección en Siria, entonces si no lo hice yo, alguien quería incriminarme, y quién mejor que ella — se encoje de hombros.

—Tu actitud después de eso tampoco fue la mejor — suelto con desgano —¿Por qué dijiste semejante idiotez para que Violett te escuchara? — le pregunto.

—La odio a ella, pero no a ti — me rio con algo de irritación escuchándola —Lo hice solo para ver como reaccionaba, y créeme que su reacción fue totalmente contraría a lo que me imaginé — ahora es ella la que sonríe.

ARRITMIA ©®Where stories live. Discover now