Capítulo 32

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Indecisiones y respuestas 

Killiam

Dejo a Violett en el hospital para que tenga un momento a solas con su amiga, parece que lo necesita al igual que yo necesito reorganizar mi cerebro.

Mi celular suena en el bolsillo de mi pantalón mientras camino con Kaya en brazos hasta la residencia militar.

—Dime — contesto la llamada de José.

—Tenemos al hombre que colocó los explosivos — explica y cambio mi rumbo.

Planeaba pasar el día tranquilo, pero ahora que tengo esta nueva oportunidad de obtener información, no la pienso desaprovechar.

—¿Está en la zona de castigo? — es el lugar donde se castigan a los soldados por cometer desacato, pero al mismo tiempo es donde llevamos a los rehenes para interrogarlos, al menos los que no tienen inmunidad.

—Sí señor, también están todos reunidos — mejor así, necesito hablar con ellos, empezaremos la cacería de Dante Bianco y los necesito a todos juntos.

Cuelgo y me pongo a pensar que no tengo con quién dejar a Kaya así que la llevo conmigo. Paso los establos y Kaya se pone inquieta al ver a los caballos y junto a eso están varios hombres practicando tiro.

La niña mira todo con los ojos abiertos como si fuera otro mundo que recién está conociendo.

Atravesando un gran tramo del bosque está el área de castigo, alejado de todo lo demás, es una serie de rutinas; desde escalar paredes, pasar alambres de púas, correr circuidos, y una cabaña de castigos con varios sacos de cemento que se tienen que cargar por horas, hasta que se te acalambren los brazos.

Tiro de la puerta de madera que suelta un ruido al moverla, e ingresa luz a la cabaña. Dentro están todos; Francesco, José, Alex, Oleg, Chris, Petrova, Angie, Karen, Dendrik, y Antonia. Más allá de sus cuerpos puedo ver atado a una silla a un hombre muy magullado chorreando sangre.

—¿Qué tienen? — camino hasta ellos.

—Señor no creo que sea conveniente para una niña — Antonia se refiere a Kaya.

Petrova mantiene silencio, hasta que por fin aprendió a que debe callarse.

—No lo puedo creer — Angie masculla.

—Señor, si las personas los ven con una niña en brazos, perderán el respeto que le tienen, lo verán vulnerable — Alex sale con mierda que no me interesa y me hace perder los pocos estribos que me cargo.

—¿Ah sí? — saco el arma y la cargo con una sola mano, sin soltar a Kaya —¿Quién me va a perder el respeto? Podrías repetirlo — Kaya se ríe, obviamente no está entendiendo nada de la situación — No me toques las pelotas en este momento Miller, dime que ha dicho — apunto con el arma al hombre con rostro destrozado.

—No me mate por favor — es lo que descifro entre sus jadeos de dolor —Yo solo hice lo que me ordenaron, porque tienen secuestrada a mi hija — sigue balbuceando mientras escupe sangre —Se lo juro, no sé dónde está Dante.

—¿Comprobaron de donde provino la señal? — pregunto ignorando al pobre diablo.

—No conseguimos nada — Dendrik se mete — Intentamos rastrearla, pero es imposible, señala varios puntos de Italia, lo que nos deja en nada.

Me acerco al hombre y con la punta de la pistola le levanto el rostro para que me mire. Tiene el labio partido botando un hilo de sangre, el ojo derecho cerrado y la ceja rota.

—¿Quién te contactó? — Necesito lo que sea, una simple pista es suficiente.

—Un hombre, no lo sé porque no lo pude ver bien —Aprieto los dientes — Tenía la cara cubierta, solo alcancé a ver sus ojos, eran negros y con mirada siniestra. Me dijo que tenían a mi hija y que pusiera los explosivos en todo el edificio o me la enviaban en pedacitos — llora y se ahoga con su sangre — Lo único que quiero es que mi hija esté a salvo.

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