Capítulo 24

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¿Fin de la pesadilla?

Violett

«Temor» «Dolor» dos simples palabras con las que puedo expresarme en este momento, sé que sigo inconsciente, por ratos escucho a las personas hablar a mi alrededor, mientras me pierdo en la neblina espesa que ha creado mi cerebro como método de protección.

"¿Por qué sigue sin despertar?"

Es lo que más he escuchado todas estas horas.

No quiero despertar, quiero seguir aquí porque tengo miedo, miedo de lo que he de ver si despierto en este momento.

"¿Cómo está la otra?"

"No creo que sobreviva"

Las conversaciones a mi alrededor me hacen querer seguir durmiendo.

Ya salí del peligro, pero me pregunto ¿Realmente estoy a salvo ahora? ¿Realmente todo lo feo terminó? No lo creo, el destino siempre es una perra conmigo.

Sigo cansada, sin embargo, creo que ya es hora de enfrentar mis problemas.

Abro los ojos lentamente, esperando encontrarme en el maloliente lugar en el que fui marcada como esclava sexual.

Una tenue luz me recibe en su lugar, haciendo que parpadee varias veces hasta acostumbrarme a la claridad con la que me enfrento. Me demoro en dejar de ver borroso.

Observo la lampara del techo, algo vieja, y muy carcomida por los años y el mal uso. Luego giro el cuello lentamente para no marearme y ver que estoy sobre una camilla antigua, es muy rígida y todo el espacio es como una habitación de hospital arcaico, como el de esas películas de terror de los años ochenta.

Tengo una vía en la mano que conecta con el suero goteante que está pegado a la pared. Esto no es Londres, es obvio. Así que me decepciono al ver que no estoy a salvo aún, pero más que sea ya no estoy en ese oscuro lugar.

Retazos de lo sucedido llegan a mi mente y no estoy segura si lo que recuerdo es real o fue parte de mi deshidratación.

«Necesito salir de aquí»

Es lo único en lo que puedo pensar una y otra vez mientras intento recuperar mi consciencia por completo.

Me arranco la vía intravenosa de la mano y trato de mover las piernas, pero un horrible ardor en el vientre me detiene y hace que chille del dolor.

Llevo puesta una camisa vieja, estoy sin sujetador y con unos pantalones anchos, como de hombre. Levanto mi camisa y me encuentro con unas vendas en el lugar que fui marcada, me lastima el alma saber que eso se quedara conmigo para siempre.

Toda mi vida he sido ultrajada, rota, y maltratada, para al final terminar siendo marcada como esclava sexual, ni siquiera me queda el honor de haber sobrevivido a cada una de estas cosas.

Saco la lengua y la paso sobre mis labios, «Están rotos, como todo mi cuerpo» ese es el pensamiento que tengo cuando siento que están partidos en muchos lugares. «Tengo sed»

Como puedo muevo las piernas fuera de la camilla hasta quedar sentada, y así poder tomar impulso para salir de ella.

Mis pies tocan el suelo y la debilidad hace que se doblen haciendo que caiga de golpe contra el piso en un horrible sonido.

—¡Maldita sea! — mi voz sale ronca y hasta hablar me duele —Porque simplemente no me dejas morir de una vez — grito a quién sea que me esté escuchando.

Golpeo el suelo con mi palma e intento levantarme, tengo mucha sed.

El sonido de la puerta abriéndose me hace temblar, y enseguida me arrastro para alejarme de quién se me acerque.

ARRITMIA ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora