Capítulo 14

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Explosión

Killiam

Desde los 8 no soy nada más que un ser sin alma, una aberración para la humanidad. Soy lo que muchos odian y la otra mitad teme. Me convertí en una bestia insaciable que busca llenarse con el dolor ajeno.

"¿Por qué soy así?" Esa es la pregunta que muchas personas se han hecho, que los psicólogos a los que Chris me ha sometido no han podido responder. Lo que nadie ha podido curar.

Me altero con los recuerdos, me mortifico con los sueños y me torturo con la felicidad. No soy feliz y creo que nunca lo seré. He estado viviendo en un infierno durante toda mi vida, solo calmándome con momentos de distracción.

Hay pocas cosas que me gustan en esta vida; poner mis manos sobre la garganta de alguien hasta ver como se pone azul, ver como se retuerce en busca de aire y como me suplica que lo libere, es una de ellas.

En muchos momentos de mi vida me he perdido y ahorita es uno de esos.

Su simple pregunta sobre mis cicatrices avivó mi cerebro, me torturó con la necesidad de saber y con lo que no puedo decir. Las marcas me arden como el primer día, siento las púas golpear mi espalda y desgarrar mi piel.

Vuelvo a tener ocho años, y revivo la desesperación, la tristeza y la agonía. Camino sin rumbo, en busca de algo, de lo que sea que me quite esta sensación.

—Killiam. ¿Estás bien? —la voz de Angie me trae de vuelta al mundo real, y me saca de la pesadilla.

No digo nada, solo quedo mirando esos ojos azules que algunas veces han sabido sobrellevar mis demonios, la única que conoce mi pasado y no me juzgaría a pesar de lo que haga.

Muevo la cabeza en negativa porque no puedo mentirle en mi estado, ella sabe que no estoy bien y que posiblemente nunca lo estaré.

Se acerca y rodea mi cuerpo con sus brazos, es increíblemente chiquita, es tan chiquita como un bastoncito, que trata de ayudarme.

—Respira conmigo — la escucho murmurar contra mi pecho —No estás en ese lugar, ya saliste, todo se acabó, tú estás bien — dice cada pequeña oración de forma lenta, mientras yo voy coordinando mi respiración con la de ella.

Odio a Angie Salvatore. Odio no poder odiarla por lo que me hizo, porque yo la hice sufrir más a ella. Angie siempre fue mi ancla a la tierra, mi salvavidas y la única que me comprendía, y por eso no la puedo perdonar.

Los recuerdos dolorosos se apoderan de mi mente y tiemblo con la necesidad de sentir sangre correr por mis manos.

—Eres más que esto, Killiam, eres más que un asesino psicótico vengativo — vuelve a murmurar ocasionando una pequeña risa de mi parte. Sí, soy más que un asesino psicótico vengativo. Soy una bestia, en el mundo terrenal traída desde su infierno.

—Ya estoy bien, suéltame.

Noto que no lo quiere hacer por la manera en la que se aferra a mi camisa, sabe que es mentira, que unas simples palabras como esas no podrían calmarme, y por eso se aferra a mi camisa sin querer soltarla. Asustada de lo que seré capaz de hacer.

—Killiam, perdóname y volvamos a intentarlo —suplica.

—Suéltame Salvatore.

—Angie — corrige, porque odia que la llame por su apellido, siempre me ha dicho que cuando lo hago siente un abismo que no le permite alcanzarme.

—Salvatore, suéltame —ordeno, y a regañadientes lo hace.

Yo solo la miro por última vez antes de ir con los demás a culminar los arreglos antes de partir.

ARRITMIA ©®Where stories live. Discover now