EXTRA III

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Tormento

Selma

Nada de lo que veo y lo que me cuentan tiene sentido. Violett ha venido seguido a verme, y aunque tampoco me acuerdo de ella, siento una calidez en el pecho cada que está cerca, cada que me cuenta algo, o hace un chiste, sus ojos son bonitos y me gustan.

Siento que tiene una bonita alma, y aunque la mayoría de personas me digan que las almas no se pueden ver, aún así yo siempre las he podido sentir. Por eso me caracterizo, yo me enamoro de las almas de las personas, y eso es lo que me tiene más confundida, porque no siento nada cuando veo al asiático que se supone que era mi novio.

Ha venido un par de veces con flores, o uno que otro libro, mantiene su distancia para no incomodarme y a pesar de todos sus cuidados, me siento incomoda, ¿realmente me enamoré de su alma? Sí lo hice no entiendo por qué.

Han pasado varios días desde que desperté y ya por fin puedo salir de este hospital. Violett quedó en venir a verme, ella es muy bonita conmigo, siento que de verdad fuimos grandes amigas.

Le pregunté por los bebés y me contó su historia con el teniente coronel, realmente si tuvo que ser cierto que yo la animé a que la viva, ahorita la sigo animando para que la continúe.

Sus ojos son bonitos, pero siempre están tristes, se ponen tristes cuando habla de su boda forzada, cuando habla de ella, cuando habla de como le gusta el teniente coronel, pero no es correspondida, siempre está triste.

Eso me dan ganas de ir a patearle las pelotas al teniente coronel ese y decirle que le diga que la quiere de una buena vez, más que seguro que es escorpio el idiota, típico de escorpio.

Mis padres me están esperando en casa, pero aún no quiero ir, estuve al borde de la muerte y regresé, no quiero ir a que me traten como una prisionera. Alisto mis cosas y decido que es momento de esperar a Violett afuera del hospital, el aire está templado y puedo salir a caminar unos segundos.

No tengo muchas cosas, las marcas de mi cuerpo ya han cicatrizado y mi cara ya tiene cierto color, no me veo mal, aunque mi apariencia no me interesa en lo absoluto porque sé que hasta enferma me veo como una reina, y me tengo que sentir como una.

Camino despacio, simplemente tengo puesto un abrigo amarillo tejido que me queda un poco grande, y un jean celeste, mi cabello está largo, llega por debajo de mis hombros así que me lo cojo en un moño para que no cubra mi rostro.

Reconozco el hospital porque trabajé aquí durante mucho tiempo, y mi cerebro solo borró el último año.

Apenas salgo, la ligera brisa de Londres me acoge y me detengo a respirar un par de segundos con los ojos cerrados, se siente tan bien, demasiado bien poder caminar sola, sentir el viento en la cara, y ese sentimiento de tranquilidad en el pecho.

Si tan solo pudiera recordar más que sea los supuestos sentimientos que tuve por Chris, tendría una preocupación menos en mi espalda, porque no quiero ser mala o grosera con él.

Camino por la extensión del hospital y luego voy caminando hasta las residencias, sin darme cuenta dejo fluir mis pensamientos, unos tras otros, ¿Realmente debo recordar? Si perdí esos recuerdos deben ser por algo, soy una fiel creyente del destino, y si no debo recordar pues no lo haré, porque simplemente no voy a forzar las cosas, las dejaré fluir.

Camino por un momento sin ver para donde voy, hasta que siento un golpe en mi hombro que me hacer perder el equilibrio.

—Maldita sea — murmuro cuando mi trasero toca el suelo y unas manos se extienden a ayudarme —Deja que lo hago sola — las aparto y me levanto sacudiendo la tierra.

ARRITMIA ©®Where stories live. Discover now