Capítulo 26 - Destruida (En edición)

30K 1.6K 81
                                    

Siempre había creído que el fin del mundo sería más ruidoso. No me refiero a explosiones ni a la tierra partiéndose al medio, pero esperaba algo más que un silencio ensordecedor.

En aquel instante no se escuchaba nada, ni siquiera gritos de las fans de lejos. Ni siquiera llegué a escuchar latir mi corazón y mi teoría es que dejó de palpitar por un momento. Algo dentro de mí se había quebrado... tal vez las explosiones surgían en mi interior.

Mi miedo más grande se había vuelto realidad. Deseé que fuera una pesadilla. Tenía que serlo. Sus ojos rojizos no se apartaban de los míos. Su mirada de confusión y sorpresa me hacia querer abrazarlo, decirle que todo iba a estar bien. Parecía un pequeño desamparado, un niño vulnerable. Pero William era un adulto, al igual que yo. Cada uno había madurado a su ritmo y en su abundancia.

Quería apretujarlo en mis brazos, sentir su piel caliente, sentirme protegida por su fuerte agarre. Pero no me moví, no parpadeé, ni tragué saliva y si hubiera sido posible continuar viviendo, no hubiera respirado. Mi cabeza no podía generar frases coherentes.

Es impresionante como tu mundo puede cambiar en un instante, como puede cambiar lo que tú crees correcto y lo que has apoyado. Allí noté que solo se requiere de un hecho que te haga dar cuenta del gran error que has cometido. En aquel instante el orgullo que tenía se había marchitado. No podía siquiera pensar en hablar, porque estaba como en una especie de pausa.

No podía entender cómo no le había dicho la verdad desde un comienzo, porque la privacidad y su carrera pasaron a un segundo plano; tal vez demoré mucho en entenderlo.

Nunca había intentado ponerme en los zapatos de William, porque somos demasiado diferentes y normalmente no pensamos ni queremos lo mismo. Pero debí haberlo hecho.

Sus ojos demostraban cuan deshecho estaba, no conseguía otro adjetivo que pudiera describir con más exactitud lo que estaba viendo. Jamás había visto tal gesto en la cara de un actor, parecía la víctima de una película trágica, y yo era la malvada bruja, porque todo aquello era mi culpa.

No pude ni formular lágrimas, estaba demasiado sorprendida; aquel nunca había sido un escenario de cómo se enteraría. Nunca se me había pasado por la cabeza de que lo descubriera sin que yo se lo dijera.

Entonces, aquella gran pregunta azotó mi cabeza, ¿quién le había dicho?

Pero en aquel momento deseché esa pregunta. ¿Qué cambio haría saber en aquel instante? Él lo sabía y no podía hacer ni decir nada para cambiar la realidad. Aún estaba cómo boba sentada en aquel sillón/sofá mirando a William. Quise hablar, decir algo, o al menos huir de la situación con cobardía.

El golpe seco de sus rodillas contra el suelo me hizo saltar, no me había visto venir aquello, pero al menos me sirvió para reaccionar. Me levanté de un salto y me mantuve quieta preguntándome cual sería mi próximo paso.

William tenía la mirada en el suelo. Llevando las manos a su cabeza, comenzó a negar, una y otra vez; cómo si todo fuera un mal sueño. Y me dolió, porque yo era la causante de todo aquello.

Creo que dije lo más estúpido para decir en aquel momento, pero me habían educado de esa forma y cómo que a veces es lo único que puedes decir en momentos que sabes que todo está mal:

- Lo siento.

Estuvimos por otros diez minutos, en silencio. Nunca había sentido tanta culpabilidad, ni siquiera cuando robé un caramelo a Marie Rose, una compañera del jardín de infantes. Después de admitirle el robo a mi madre, le di un paquete completo de los dulces y nunca volví a tomar algo sin permiso.

Pero aquello no era tan sencillo cómo ir a comprar un dulces... Oh, ojalá lo fuera.

- ¿Por qué no me dijiste?

Cómo Ocultar un Secreto a Todo el Mundo © HISTORIA COMPLETA (En edición)Where stories live. Discover now