Taehyung es un joven de 22 años que vive como una persona totalmente normal en un pequeño departamento afuera de los suburbios, aunque todo eso queda atrás después de un suceso qué cambió su vida.
¿Magia tal vez? ¿La aurora boreal? Taehyung al caer...
Jungkook abrió los ojos somnoliento, había dormido como nunca antes. Sentía todo su cuerpo relajado y una armonía a su alrededor lo cegaba, sentía que todo estaba bien en el mundo.
Y es que todo estaría bien mientras este junto a él.
Giró su rostro y se encontró a Taehyung con el cabello revuelto, por su respiración tan calmada podía jurar qué seguía en sus laureles. Tae tenía su cabeza justo en la curvatura de su cuello. El omega estaba refugiado en su cuerpo. Sus delgados brazos sujetaban el cuerpo del otro para estar juntos. Y no despegarse a causa de ningun movimiento involuntario.
Jungkook suspiro y sonrió. Se acercó a los cabellos enredados del omega y dejo un tierno beso. Sus manos empezaron a acariciar la cintura del menor. Trazando figuras imaginarias mientras recorría la magnífica piel de esa hermosa espalda. Podía jurar qué no hay otra sensación qué quisiera sentír más que esa.
Si pudiera detener el tiempo, elegiría justo este momento para pasar la eternidad... No, no, pensándolo mejor... creo que dejaría ese momento para cuando tuvieran sus cachorros. El quiere tener tres hermoso bebés pero esa sería elección de Tae.
No se pudo contener, y dejó otro beso en su cabello, y otro en su rostro, y otro en su hombro hasta que escuchó las más hermosa y delicada risa.
– Kookie me haces cosquillas ~
Pronunció mientras un puchero coqueto se formaba en sus labios.
Jungkook dejó un beso en su puchero.
Taehyung sonrió en grande por ese pequeño gesto. Suspiró y se acomodó en la cama.
– Gracias por estar para mí, en serio no se que me pasó y perdón por pedir qué te quedaras ayer – Por que habían quedados dormidos después de ese beso, y están tan relajado qué se durmieron más de veinte horas.
– Taehyung... yo siempre estaré para ti– acarició su mejilla dulcemente mientras el otro se sonrojaba bajo su tacto. – Pero quisiera saber...
– Qué pasó entre nosotros... – completó el omega
– Si... yo no se que es lo tu sientas pero yo...
– ¿Tu...?
– Yo te quiero Taehyung.
Taehyung se sintió sorprendido, desde hacía días estaba con una incógnita en mente y un revoltijo en su estómago pero... ¿Podría afirmar qué lo que siente es algo tan puro como el amor? ¿Y si se confundía y realmente era una simple atracción?. No quería confirmar sentimientos qué aún no están aclarados pero tampoco podía negar la inexistencia de los mismos.
– Y-yo... – se puso nervioso todo era tan, tan complicado.
Jungkook sonrió.
– Tranquilo pequeño, yo lo dije por que quería decirlo, no tienes por que presionarte, parte de mi trabajo es cuidarte así sea de tus propios tormentos, te esperare cuanto necesites – se levantó de la cama y tomo su mano para dejar un beso en ella.
Taehyung se abalanzó y lo abrazó.
–¿Quieres comer omega bonito?.
– Si kookie.
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Daba vueltas por su cuarto como si hubiera pistas de lo que buscaba.
Pero la respuestas de sus dudas las tenía en su propia mente.
La mente... es lo que más puede llegar a torturarnos si nos sabemos controlar nuestros pensamientos, nuestros errores se convierten en tormentos qué se repiten una y otra vez hasta hacernos entrará en pánico. Hasta despertarnos por las noches llorando, o hasta no dejarnos levantarnos de la mesa hasta acabar el último bocado.
Hoseok estaba pensando...
Hoseok se estaba atormentando.
Y es que por su mente pasaban todas esas reuniones, fiestas, salidas, vacaciones, todas esas veces que estuvo con los hermanos Kim. Y no hizo lo correcto.
Jin siempre estaba decaído, triste, a veces lo encontraba llorando. Como aquella vez que fueron a la playa y la familia de Namjoon invito a Hoseok. Cuando llegó a su casa le abrió la puerta Jin emocionado, estaba resplandeciente con sus ojos negros un poco maquillados y esa linda sonrisa. Y cuando el pasó de largo y se dirigió a abrazar a Nam ya no le importo puso atención a nada más que el moreno. Y es que tenía ese delicioso aroma dulce. Y Jin ese día cargaba neutralizadores. Después se sorprendió verlo llorando en los baños mientras decía sollozando qué se odiaba.
Ahora lo comprendía. ¡Pero que estupido!.
Justo ahora le daban ganas de matarse por todo el daño que le hizo a Jin, cada lagrima qué le hizo soltar y cada sonrisa que le quitó. Pero si moría no podría disculparse. Y sobre todo... No podría remendar sus errores.
Cada día es una nueva oportunidad para cagarla o para hacer algo extraordinario Depende como lo veas. Al fin y al cabo pesimismo es solo una forma de llevarle la contra al optimismo. Todo cambia depende al ángulo qué lo veas. Y Hoseok en ese momento no sabia si ser negativamente positivo o positivamente pesimista.
Pero entre más tiempo pasaba con sus estragos mentales era más tiempo que perdía.
Ahora tenía una incógnita más.
¿Le gustaba Jin?
Habría que averiguarlo.
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