Capitulo 25 - Ahogo (En edición)

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Nunca me había colocado una blusa tan suave, ni un par de jeans tan justos y a medida. Era impresionante, la textura de la blusa me hacía querer abrazarme a mi misma.

Florencia prácticamente me empujaba escaleras a abajo, pero desde que me había puesto aquella blusa de la tienda francesa, no podía dejar de acariciar la tela.

En la sala de estar principal de color rojo y marrón, habían siete hombres con trajes de diferentes colores, azules, verdes, marrones, negros, grises, algunos eran rayados, otros lisos; las corbatas también eran de diferentes colores, una roja, otra azul y algunas con estampados a rayas de muchos colores.

- Señores- dijo Florencia con un tono serio y profesional llamando la atención de todos allí-, aquí esta Lidia Moore.

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El señor Smith y Duncan estaban enfadados conmigo, uno era el publicista y el otro era el asistente de publicista. ¿Cuántos hombres trajeados puede necesitar una persona, sin importar cuan famoso y rico sea?

Al parecer: siete.

- Entonces- dijo Smith-, tenemos un niño en manos... ¿ustedes entienden lo que ello significa?

- Yo entiendo que William es una imagen de adulto joven para los adolescentes y para el mundo. En nuestros planes nunca estuvo la posibilidad de que hubiera dejado a una niña de 18 años embarazada. ¿Cómo eso nos beneficiaría?

- ¡Dejemos de pensar en William como un objeto!- exigió Littew-. No es eso, caballeros. ¡Es un ser humano! ¡Y un padre! A ver John- le hablo al señor Duncan-, ¿no es tu hija, Amelia, todo en tu mundo? ¿Y Mason, Louis?- le pregunto al señor Brown-. ¿Y no es tu mundo tu hijo Connor, Martin?- le habló al señor Smith.

Todos quedaron callados cuando el abogado de William habló, al parecer tenia mucha razón.

- ¡Pero nos quedaremos sin empleo!- chillo Keith levantando el tono de voz-. ¿Cómo alimentarán a sus hijos sin trabajo, señores?- preguntó.

- ¿Tener una hija significa dejar de trabajar?- contraatacó Littew-. No, y ustedes aquí, son la prueba, todos tienen hijos y, ¿qué hay de la bella Lucy, Keith?- preguntó Littew-. No es tu hija... pero derribarías el mundo por ella.

Keith entrecerró los ojos como si le le hubiera clavado un puñal por la espalda por tan solo nombrarla. No comprendía si esos hombres eran amigos o enemigos.

- William no nos tirara por la borda si eso es lo que les preocupa- continuó Littew-. William nos conseguirá un trabajo si decide dejar de cantar.

- Le dirás, ¿no es así?- preguntó Keith ignorando a Littew.

Me sorprendí al darme cuenta que todos me miraban. Después de explicarles que planeaba decir la verdad, se desató una lucha de hombres trajeados. No pude hablar desde entonces, y de ello hacía más de media hora.

Carraspeé mi garganta un tanto nerviosa, la mirada de todos, menos la de Littew era acusante. ¡Como fuera mi culpa solamente haber quedado embarazada! Claro, siempre culpen a la mujer, ¡cómo no!

- Eso quiero...- dije-. Pero yo seré quien se lo dirá.

- No lo puedo creer- saltó Smith-. William con una hija... para tener una buena publicidad, deberán casarse y...

¿Boda? Nadie había hablado de una boda y... ¿no me iba a casar con Diego hace un par de semanas?

- Muy bien- dijo Keith con su teléfono en manos-. William saldrá para aquí en el próximo vuelo disponible y llegara... – miró la pantalla- esta noche.

Cómo Ocultar un Secreto a Todo el Mundo © HISTORIA COMPLETA (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora