62. La primera palabra y las normas

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Después de aquel día, Zuro y sus amigos fueron libres al fin y pudieron hacer una vida normal. Todos comenzaron a buscar un trabajo legal, excepto Ferlu, claro... él decía que no le hacía falta, que podía vivir con todo lo que tenía ahorrado y un poco de lo que traía su madre a casa.

Desde ese día, pasaron diez meses, diez meses donde Amy fue creciendo y haciéndose más grande y más guapa de lo que ya era. Su pelo moreno heredado de su madre ya estaba creciendo decorando su cabellera con graciosos pequeños rizos y el color de sus ojos se fue aclarando con el tiempo, quedándose finalmente con un color verde azulado, una evidente mezcla del color de ojos del azul de su madre y verde de su difunto padre.

Ya estaban en mitad del mes de noviembre, cerca de la navidad y del primer cumpleaños de la pequeña. La madre de Amy se fue al centro comercial a comprar, por lo que Zuro se quedó a solas con su hermana. La tenía sentada de espaldas a él sobre sus piernas, ella abrazaba y mordía un peluche mientras que su hermano mayor la peinaba realizándole dos mini coletas para que el pelo no le molestase en la cara. Cuando terminó su labor, dejó el peine a un lado y la giró posicionándola cara cara a él y sonrió al verla.

—¿Quién es la niña más bonita del mundo? — le preguntó aupándola dejándola de pie sobre sus piernas— ¡TÚ! — sonrió y comenzó a darles besos por todas partes haciendo que ella se partiese de risa y agitase mucho sus brazos, provocando que le diese en la cara más de una vez con el peluche.

De pronto llamaron a la puerta. Zuro pensó que sería su madre, así que cogiendo a la niña en brazos, se encaminó hacia la entrada y abrió sin mirar antes por la mirilla.

—¡Pero bueno! — exclamó Ferlu en cuanto abrió— ¿a quién tenemos aquí? — sonrió y le arrebató la niña a Zuro.

—Se dice hola— resopló molesto— ¡ten cuidado con ella! — frunció el ceño mientras lo veía cómo le hacía reír a su hermana.

—Ya sabes cómo es— negó Diol con la cabeza mientras entraba en la casa.

—¿Habéis venido todos? — alzó Zuro una ceja mientras veía a los restantes entrar.

—¡Sorpresa! — dijo Sanji.

—¿Pero qué hacéis aquí? — preguntó Zuro mosqueado mientras se encaminaba hacia el salón.

—Como hace tiempo que no nos llamas, pensamos venir por nuestra cuenta— explicó Neol— no nos parecía justo que pasases más tiempo con la cría que nosotros— bromeó.

—En realidad no es broma, es la verdad— dijo Ferlu mientras cogía el peluche de la niña para dejarlo a un lado.

—¿Y tu madre? — preguntó Sanji.

—Se fue a comprar hace un rato— le contestó Zuro mientras que se sentaba en el sofá al lado de Ferlu— ¡déjala en paz! — se la quitó de encima y la volvió a coger.

—¿Ha dicho alguna palabra? — preguntó Arlong.

—Pues...— dijo Zuro pensativo— ahora que lo pienso, aún no— frunció el ceño.

—Han pasado ya como diez meses, ya debería de haber dicho su primera palabra ¿no? — preguntó Diol.

—A lo mejor necesita más tiempo— se encogió Neol de hombros.

—¿Has probado a incitarla a que hable? — le preguntó Ferlu a Zuro— a ver Amy— llamó a la niña que lo miró— di: Ferlu— dijo su nombre para que lo entendiese, pero ella sólo se limitó a hacer una pedorreta con la boca.

—Ferlu ni lo sueñes— se negó Zuro— su primera palabra no será tu nombre.

—Por algo habrá que empezar— se encogió este de hombros.

SEIS DEMONIOS  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora