57. Tengamos la fiesta en paz

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Meses después.

6 de enero

—¡ZURO! — le gritó su madre desde su habitación mientras se llevaba la mano a la barriga e intentaba mantener la calma— ¡ZURO, POR LO QUE MÁS QUIERAS, VEN AQUÍ!

Este se levantó de la cama aturdido y a la vez sobresaltado ante los repentinos gritos de su madre en mitad de la noche; y miró la hora asustado. ¿Las cuatro de la mañana? Atontado, pero alerta, se levantó de la cama y se acercó corriendo hacia la habitación de su madre.

—¡ZURO! — volvió a llamarle, esta vez con un quejido de dolor.

—¡Mamá! — la llamó asustado al verla retorcerse sobre la cama— ¿¡Mamá qué te pasa!? — se acercó a ella en dos zancadas mientras la examinaba con la mirada.

—Ya viene...

—¿Qué? — dijo confuso ante su respuesta— ¿quién? — le preguntó mientras la ayudaba a levantarse con cuidado de la cama.

—¡LA NIÑA IDIOTA! — le gritó— ¡HE ROTO AGUAS!

—¡JODER! — la soltó de la sorpresa sin querer, haciendo que volviese a tumbarse sobre la cama al no poder mantenerse ella misma.

—¡PERO QUÉ HACES! — le gritó y Zuro se apresuró a sujetarla de nuevo para levantarla al fin de la cama.

—¡NO LO SÉ, ME HE PUESTO NERVIOSO! — le respondió de la misma manera— ¿Qué hago? ¿Qué hay que hacer? — le preguntó realmente perdido, sin saber cómo actuar.

—¡COGE LAS PUTAS LLAVES DEL COCHE! — le ordenó.

Zuro, volando, se dirigió hacia su habitación para hacer lo que su madre le dijo y le ayudó a bajar las escaleras. Cuando llegaron a la puerta de la casa, le colocó el abrigo y la bufanda y la abrigó como pudo debido a las prisas que tenían en aquel momento. Estaba tan centrado en su madre que se le pasó por alto abrigarse antes de salir de casa aun sabiendo el frío que hacía fuera y salió en pijama tras su madre para ayudarla después subir al coche.

Arrancó corriendo en cuanto entró de piloto y salió de la cochera en un visto y no visto. Por el camino escuchaba a su madre de fondo hiperventilar y de vez en cuando respirar hondo, pero le era imposible porque después soltaba algún que otro quejido intenso mientras que se mordía el labio para no hacer demasiado ruido.

—Tranquila mamá, ya llegamos, aguanta...— dijo nervioso mientras que la miraba de reojo y esta asintió sin decir nada más mientras que cerraba los ojos con fuerza.

En cuanto llegaron al hospital, aparcó malamente en la entrada del hospital importándole una mierda lo que le pasase al coche si lo dejaba así y salió corriendo para ayudar a su madre a salir.

—¡AAAAAAH! — gritó su madre con fuerza debido al dolor de las contracciones y Zuro se asustó demasiado haciendo que entrase en pánico.

—¿Te duele? — tuvo Zuro la genialidad de preguntarle al no saber qué hacer y su madre la miró incrédula.

—¡NO, ME HACE COSQUILLAS! ¿¡NO VES!? — le chilló mientras que agarraba el brazo de su hijo con fuerza para no caerse al suelo.

—¡AYUDA POR FAVOR! — gritó desesperado y con miedo por si a su madre le pasaba algo grave antes del parto por lo que fuese— ¡QUE ALGUIEN NOS AYUDE!

Su madre estaba estática en la entrada, se sentía incapaz de dar un paso más, sentía que se moría por dentro y por mucho que hubiese aguantado el dolor de las contracciones en el coche, no podía aguantarlo más.

Unos médicos salieron del interior del hospital al escuchar a Zuro pedir ayuda.

—¿Qué le pasa? — preguntó uno alarmado ayudando a Zuro mantener a su madre en pie.

SEIS DEMONIOS  [TERMINADA]Where stories live. Discover now