28. El juego del porro

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¡HOLA!

¡ESTOY VIVA!

Cuando le dieron una calada a aquel asqueroso puro, todos comenzaron a toser menos Sanji, quien siguió fumando como si estuviese acostumbrado a hacerlo desde siempre. Tras aquello, su jefe llamó a sus guardas para que los sacasen a todos de allí ya que aquel era su despacho y tenía asuntos pendientes que hacer.

Estos los guiaron hacia una habitación con dos literas, una en la pared de la izquierda y otra en la derecha, un sofá en la pared de enfrente y un colchón en el medio de toda la habitación tirado en el suelo.

Arlong empujó a los que tenía delante para entrar el primero y se subió a lo alto de la litera de la derecha y se tumbó boca arriba. Los demás sin hacerle caso, se distribuyeron sin mucho miramiento por lo que había en aquella habitación y se quedaron en silencio.

Sanji en ese momento era el más felíz del mundo, había conseguido su vaso de agua cuando se lo pidió y estaba tan relajado que en ese momento le daba igual si lo mataban. Aún seguía con su puro en la boca y cuando le dio la última y larga calada, lo apagó en el suelo y lo tiró sin mirar.

—Tio, tienes una jodida papelera ahí— se quejó Diol con asco mientras le señalaba la papelera.

Sanji sin embargo se encogió de hombros sin molestarse en mirarle y cerró los ojos.

El silencio gobernó la habitación y Diol gruñó mientras se colocaba de espaldas a todos los que estaban en la habitación.

—Diol, no te pongas así por un puro— le susurró su hermano Neol.

—Nos meten en una puta furgoneta negra, nos colocan un puto saco en la puta cabeza y ahora, si no rescatamos a la hija del quien dice que es nuestro jefe, morimos— hizo recuento Diol en voz alta— estamos ahora encerrados en vete tú a saber dónde y en qué parte del mundo y encima tú me dices que no me ponga así por un puro— bufó— vete tú a saber que podría hacernos por ver eso tirado en el suelo— volvió a señalar el puro.

—Qué dramático— se quejó Sanji, ya que al estar toda la habitación en silencio le pudo oír perfectamente. Se levantó de la cama sin ganas, recogió el puro y lo tiró desde la distancia, pero no cayó dentro de la papelera.

Ferlu no pudo evitar reírse y Sanji se giró para mirarle.

—Le dices dramático al otro, pero tú eres un penoso— se metió con él mientras se liaba un porro por hobbie.

—¿No podéis callaros de una puta vez? — se quejó Arlong mirándolos con odio.

No le gustaba nada estar allí con gente desconocida y menos compartir cuarto con cinco subnormales.

—¿Y a ti que te pasa? — curioseó Neol molesto al escuchar el tono de voz de Arlong.

—Me pasa que quiero que cerréis la puta boca— contestó Arlong con el mismo tono de voz.

—Parece que estás enfadado con el mundo— habló Zuro frunciendo el ceño.

Arlong lo miró y negando con la cabeza se giró de espaldas a los cinco. Tenía claro que después de lo que estaba escuchando, no merecía la pena hablar con ellos, definitivamente sería una pérdida de tiempo y él no estaba para eso.

—Se parece al viejo— pensó Sanji en voz alta mientras se acercaba a la papelera para tirar el puro en condiciones.

—¿Viejo? — frunció Neol el ceño sin entender nada al igual que los demás.

—Es...— se quedó pensativo— nadie, déjalo...— se volvió a tumbar sobre la cama.

Las horas pasaron y la habitación volvió a quedarse en silencio, prácticamente como si no hubiese nadie dentro. Ninguno podía dormir, ni tan siquiera relajarse. Pensaban en sus seres queridos, también en los lugares donde consideraban que deberían de estar, pero sabían que después de haber pactado aquel trato, no podían irse de allí ni aunque quisiesen.

SEIS DEMONIOS  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora