51. La ecografía

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Meses después...

—¡ZURO! — gritó mi madre desde su habitación y resoplé.

—Tío es la sexta vez que te llama, ¿por qué no subes? — dijo Ferlu que estaba en mi casa de visita.

—Porque sé que no es para nada importante— puse los ojos en blanco— ¿Tu sabes la de veces que me ha llamado y me ha hecho subir para nada?

—¡ZURO! — volvió a gritarme y esta vez me di una palmada en la frente.

—Tío, sube ya, no va a parar— me aconsejó Diol que junto a su hermano también estaban de visita.

Me levanté del sofá desganado y bajo la atenta mirada de los tres, subí lentamente las escaleras que daban al piso de arriba donde mi madre estaría lo más seguro tumbada sobre la cama sin poder moverse apenas.

Empujé la puerta de su habitación y justo como pensé, allí estaba, tumbada sobre la cama.

—¡Al fin vienes! — me gritó.

—¿Qué te pasa ahora? — me acerqué a ella— ¿Qué necesitas? ¿Un abrazo? ¿Chocolate? ¿Llorar? — le pregunté con tono de burla y ella me dio un pellizco en la pierna.

—No te burles de los efectos que le provocan a tu madre las hormonas— me dijo con intento de tono de regañina— Zuro, ¿es que no te acuerdas? — preguntó algo impresionada.

—¿De qué me tengo que acordar? — alcé una ceja confuso.

—¡Tenemos que ir al hospital! — me agarró de la mano como apoyo para poder sentarse sobre la cama— Hoy me hacen la ecografía, ¿en serio que te has olvidado? — se levantó de la cama con mi ayuda mientras que me maldecía a mí mismo por olvidarme de ello— ¡Ay que ver este niño, después de la lata que dio desde aquel día!

—¡Joder! — gruñí— lo siento ¿vale? — me disculpé— vístete, echaré a estos de casa y nos vamos, ¿de acuerdo? — le dije mientras la guiaba con cuidado hacia el baño y ella sonrió un poco en respuesta.

Bajé las escaleras corriendo y vi a los chicos de pie colocándose sus chaquetas.

—Esto...

—Te hemos oído— se rió Ferlu.

—Ya nos vamos tranquilo— le aseguró Neol.

—En serio, lo siento por esto— me disculpé, me sentía culpable tanto por olvidarme de la ecografía como por echarlos de casa de esta manera.

—En serio Zuro, no pasa nada— sonrió Diol— otro día nos veremos y ya nos dirás qué tal ha ido— se acercó hacia mí para chocarme la mano y darme un abrazo como despedida.

Los demás imitaron el gesto y mientras que se iban de casa, subí las escaleras de dos en dos para ir a prepararme ya que aún andaba en chándal de andar por casa. Me coloqué lo primero que pillé sobre la silla de mi escritorio, unos vaqueros oscuros y una sudadera gris; y mientras que me colocaba las deportivas cogí la cartera, las llaves del coche y las de la casa que tenía sobre el escritorio.

—¡Mamá! — la llamé mientras que me metía lo que tenía entre las manos por los bolsillos de los pantalones— ¿cómo vas? — pregunté asomándome por el baño, pero al ver que no estaba ahí, giré sobre mis pasos y me dirigí hacia su habitación.

—Quisiera odiar a esta barriga, pero si lo hago me sentiría mal y es lo que menos quiero ahora— la oí hablar sola mientras soltó un pequeño suspiro como si fuese una niña pequeña.

—¿Qué es lo que pasa? — me acerqué a ella y me arrodillé para poder verle la cara.

—¡No puedo ponerme los zapatos! — se quejó— la barriga me lo impide...

SEIS DEMONIOS  [TERMINADA]Where stories live. Discover now