23. Error

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Sanji.

— ¿A dónde crees que vas? — me agarró el viejo del brazo cuando me vio salir de la cocina.

—Al baño— mentí, lo que quería en esos momentos era fumarme un puto cigarro, quería saber si liberaba tensiones como se comentaba.

—De aquí no te vas hasta que vea mi reflejo en todas y cada una de las cosas que hay en la cocina— me arrastró de nuevo hacia el interior y me cerró la puerta en mis narices.

Gruñí mientras miraba la puerta con odio y cogí un trapo con rabia.

Desde que Rubí me sacó de la cárcel, el viejo no me quitaba el ojo de encima, literalmente, cuando salía a la calle para hacer un recado, enviaba a uno de sus cocineros para que me vigilase. Esto es completamente una tortura, no podía acercarme a mi segundo trabajo y seguir trabajando para mi otro jefe, mis ayudantes en la clínica me enviaban mensajes para saber de mí, pero el viejo también me quitó el móvil. Esto era irritante, pero, me lo gané yo sólo, aunque me molestaba bastante.

El viejo me mataba limpiando y mi segundo jefe me iba a matar de verdad en cuanto se diese cuenta de que no le llegan los pedidos.

—Prefiero morir yo antes por mi propia cuenta— pensé en voz alta mientras frotaba el trapo sobre la placa de la cocina.

—Aún no puedes morir— contestó una voz femenina— tienes que limpiarlo todo— oí una risilla y me giré desconcertado.

Vi tras de mí a una de las camareras del restaurante dejarme un plato de comida sobre un carrito de metal que estaba situado al lado de la mesa de cortes que había en medio de la cocina.

—¡Pero no coloques eso ahí que lo acabo de limpiar! — me alarmé.

—¡Dios! — apartó el plato del carrito torpemente— ¡lo siento! — se disculpó mientras contenía a duras penas el plato sobre las manos, ya que este se estaba tambaleando.

—¡Cuidado! — me dirigí hacia ella antes de que el plato cayera al suelo, cosa que hizo cuando me acerqué a ella.

—¡Lo siento, lo siento! — se arrodilló automáticamente al suelo limpiando el destrozo.

—Déjalo— me arrodillé frente a ella— ya lo limpio de nuevo— comencé a hacer un montoncito con las manos del destrozo— es lo único para lo que sirvo aquí— sonreí a duras penas.

—No— me apartó las manos— soy un puto desastre, déjame limpiarlo— insistió.

—¿Por qué has venido con un plato de comida? — curioseé ya que vi que no había manera de hacerla cambiar de opinión.

—El jefe lo preparó y me mandó a llevártelo— contestó— me dijo que a ver si así aprendía a llevar un mísero plato sin romperlo y casi lo he conseguido— se rió un poco incómoda.

—¿Tú eres la que rompe tantos platos? — sonreí un poco y ella sólo agachó aún más la cabeza avergonzada— oye, que no pasa nada— la animé— por lo menos a ti no te da con una espátula en las manos cada vez que haces algo mal— gruñí tras recordar aquello y ella sonrió un poco.

—Creo que me va a despedir— dijo mientras se levantaba para llevar lo que había recogido del suelo a la basura.

—No creo— le resté importancia— una cara tan guapa atrae a muchos clientes— la miré y ella se puso roja como un tomate.

—¿E-eso crees? — se tocó el pelo.

—No lo creo, es así— me acerqué a ella— lo que es, es— me encogí de hombros.

SEIS DEMONIOS  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora