54. El perro de peluche

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Subiré cuatro capítulos seguidos ahora mismo, ¡¡así que aseguraos que lo estéis leyendo en orden y no os saltéis ninguno!!

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—¡Along! — me gritó el pequeño de pronto asustándome un tanto y me froté los ojos algo aturdido.

—¿Qué hora es? — pregunté al aire mientras notaba el peso del pequeño sobre mi cama.

—Es la hora de levantarse— dijo mi madre mientras subía la persiana del tirón dejándome completamente ciego.

—¡Levanta, levanta! — me presionó Ismael el pecho para que me levantase, pero aquello solo hizo que me tapase hasta arriba con las sábanas negándome a salir de ahí.

—Son las ocho de la mañana Arlong— agarró la colcha con intención de quitármela, pero hice fuerza para que no lo consiguiese.

—¡Despieta! — me dio Ismael un manotazo en la cabeza que dolió y salí de debajo de las sábanas para atraparlo y llevarlo conmigo a la zona oscura de la cama.

—Vamos a dormir— le dije al niño mientras lo abrazaba.

—¡No os vais a dormir ninguno de los dos! — advirtió la madre tumbándose sobre nosotros haciendo peso contra nuestros cuerpos y aquello provocó que el niño comenzase a reírse y a patalear, por lo que una de sus patadas impactó fuertemente contra mi estómago y solté un quejido de dolor teatrero haciendo que la madre nos destapase preocupada e Ismael se asustase un poco.

—¿Along pupa? — se asomó para verme la cara y yo me hice bolita.

—No puedo levantarme— me volví a tapar, pero mi madre lo evitó.

Along pupa— comenzó a gimotear el niño y mi madre lo cogió en brazos para que no comenzase a llorar.

—Arlong, para ya, ¿no ves que le vas a hacer llorar? — me regañó.

—Pero si me ha dado una patada en el estómago, ¿a él no le dices nada? — me giré sobre la cama y desganado me levanté.

—Por dios Arlong, que es un niño pequeño— puso los ojos en blanco— deja ya de poner excusas para no levantarte— me dijo mientras salía de mi habitación.

—¿Por qué me habéis levantado a esta hora? — le pregunté en un bostezo— ¿no ves que esto es delito?

—Nos dijiste que nos llevarías al centro comercial— contestó mientras dejaba a Ismael sobre la alfombra del salón para que jugase con sus juguetes.

Fruncí el ceño.

—¿Cuándo he dicho yo eso?

—No lo has dicho, te lo digo yo, nos vas a llevar al centro comercial— dijo mientras entraba en la cocina a preparar lo que fuese.

—¿Estamos locos? — me negué.

—Me parece mentira que le tengas miedo a salir a la calle de día cuando has hecho cosas peores— me echó en cara mi oficio y yo levanté una ceja ante aquel ataque.

—¿Te has levantado con el pie izquierdo? — me senté sobre una de las butacas de la cocina mientras la observaba.

—Con el pie izquierdo no, pero tú un sartenazo te llevas hoy por cabezón— le aseguró— sé por qué no quieres salir, lo hemos hablado muchas veces, pero si no sales de verdad, nunca comprobarás si de verdad aquello que pasó se ha arreglado y ya todo el mundo te ha olvidado— me recordó y yo bufé.

SEIS DEMONIOS  [TERMINADA]Where stories live. Discover now