37. La pasarela

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Rubí

Me sentía tan inútil, era como una muñeca de trapo, si no hacían las cosas por mí yo ya hubiera muerto, de hecho, aún no sabía ni por qué seguía viva después de todo.

Me habían pinchado algo y después me habían dado una paliza del siglo como si yo hubiera hecho algo malo o hubiese matado a alguien. Todo era muy desconcertante para mí, sentía el dolor, pero no sentía mi cuerpo, me era imposible moverme, incluso me costaba respirar... ¿sería por lo que me habían pinchado, o por la paliza que me habían dado? En aquel momento no estaba ni para pensar, sólo quería en morir.

Me dejé llevar por un deseo ciego, por el deseo de hacer algo por mí misma, por conseguir un trabajo para sentir que valía para algo, de basurera, camionera, ¡me daba igual!, lo único que quería era que mi padre me viese que era capaz de hacer algo, que valía para algo, que no sólo sabía gastar dinero, ir de fiesta, beber como si no hubiese un mañana y follar, que también quería hacer algo con mi vida, quería algo de responsabilidad, no siempre ir de niña mimada y consentida.

Por culpa de esto, por culpa de ser tan imbécil y creer en un chico de una noche en que tendría una oportunidad de tener un trabajo de la nada, acabé en lo que nunca imaginé que acabaría.

Noté mi cuerpo moverse, pero debido al contenido de la jeringa que me habían inyectado no podía moverme, noté cómo me tiraron sin delicadeza en algún lado y a partir de ahí nada más.

Fruncí el ceño cuando me dio un tick en los dedos de la mano, por un momento pensé que todo había sido una pesadilla, que aún no me había levantado de la cama y había decidido no ir a aquella entrevista, pero, cuando logré abrir los ojos y moverme lo justo para levantarme de donde estaba tumbada, vi que no había sido una pesadilla y que todo era la pura realidad, más bien, una bofetada de realidad.

<<¡DEJA DE SOÑAR RUBÍ!>>

Miré a mi alrededor asustada, no sabía dónde estaba, todo estaba oscuro, sólo pude diferenciar de entre la oscuridad del lugar una franja de luz que salía de debajo de lo que sería una puerta. No había ventanas y por el calor que hacía dentro, supuse que aquel sitio no estaba ventilado.

—Respira— me ordené a mí misma mientras me abrazaba.

No veía mucho dentro del lugar donde estaba, pero por la poca luz que se colaba de debajo de la puerta pude ver que no muy lejos de mí, había una silla que estaba ocupada por alguien.

Me llevé la mano a la boca al comprobar que era otra chica, pero esta, a diferencia de mí, estaba atada a la silla y al verla cabizbaja sin moverse pensé que le habían inyectado la misma mierda que a mí.

Decidí acercarme lentamente, pero justamente cuando lo hice, la puerta se abrió de golpe haciendo que me girase al instante asustada.

—¡Vaya! — exclamó el hombre sorprendido al verme de pie— ¿ya te has despertado?

Di un paso atrás asustada cuando vi que se acercó a mí.

—¿Dónde estoy? — le pregunté igualmente.

—En un sitio muy desagradable— se lamentó sin que se le quitase la sonrisa de la cara— ¿pero qué le vamos a hacer? — se encogió de hombros.

—¿Por qué estoy aquí? — hice otra pregunta al ver que me respondió con lo que consideré mucha sinceridad.

—Para salir en la pasarela— se rió— así que, ¿por qué no me acompañas? — me tendió la mano.

Lo miré arrugando la naríz, ¿me estaba tomando el pelo? Seguramente sí, ya no me fiaba de nadie.

—No me mires así guapa— suspiró el hombre— yo no tengo la culpa de esto, sólo hago mi trabajo— la mano extendida se acercó hacia mí sin que me diese tiempo a reaccionar y me agarró del brazo con fuerza.

SEIS DEMONIOS  [TERMINADA]Where stories live. Discover now