10. Castigo

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Hice una mueca de asco al quitar el chicle bajo la mesa de la biblioteca, ¡Dios! Habían millones de ellos.

Odiaba estar castigada, era sábado, y quizás tal ves ahora estuviera con Jenn en la playa o algún otro sitio de interés.

No en el instituto quitando chicles bajo la mesa de la biblioteca.

Salí bajo la mesa y respiré para bajar mis nauseas, miré a Jack y Ryder en los pasillos riéndose por un libro que tenían en mano.

Levanté una ceja y me acerqué a ellos.

— ¿Que hacen? — Pregunté.

Ellos se espantaron y dejaron caer el libro al piso, pude ver la portada cincuenta sombras de grey.

No inventes.

Tomé el libro entre mis manos y los miré con una ceja levantada.

— En mi defensa, Jack tomo el libro primero. — Dijo Ryder.

— Sí claro, tú quería que lo abriera. — Se defendió Jack.

— ¿Acaso son niñas del kinder? Ya son grandes y pueden leer este tipo de libros, pero estamos castigados, así que muevanse.

Ellos asintieron de mala gana y volvieron a su trabajo, Jack limpiaba las ventanas y Ryder sacudia las sillas.

— Oh, Anastasia estas tan apretada. — Se burlo Jack y Ryder se echó a reír.

Torcí los ojos, eran unos idiotas.

Los chicos del equipo de Fútbol ordenadaban los libros por orden de categorías.

Ya estaba cansada de esto y apenas había empezado.

— Oh sí papi, dame duro contra el muro. — Gemía Ryder pegando su pelvis contra la pared.

— Oh Anastasia, cásate conmigo, te he desvirgado ahora eres mía mujer.

Negue con la cabeza, y me pregunte hasta donde habían leído ese par de idiotas.

— ¿También tiene que hacerlo con la pared? — El moreno que había mordido y que su nombre era Ryan se sentó a mi lado.

— Soy irresistible. — Dijo Ryder sentándose en la silla del frente y subió los pies sobre la mesa. — Aléjate de ella, es mía.

— Quizás debería acostarme con ella como lo hiciste con mi ex. — Lo reto el moreno.

Fruncí el seño ¿Acaso era un juguete o que?

— Atrevete y te aseguro que estarás peor que ese ojo morado que tienes. — Gruño Ryder.

Ryan se paró de su asiento y Ryder lo imitó, estaban pecho a pecho.

Mordí mi labio, oh no, otra pelea no.

El silvato del entrenador me hizo suspirar de alivio.

— Ustedes dos ¡Distancia!

Ryan y Ryder se alejaron el uno al otro pero aún se miraba amenzanasantes.

— Ryan, tú y tú dos chicas sigan ordenando los libros. — Le decía chicas para burlarse de ellos. Este gruño y se acercó los otros. — Los demás vengan conmigo, aún les queda la cancha. — Sonrió.

Busqué a Jenn con la mirada, había desaparecido hace una hora ya, con Matias.

— ¿Jenn? — La llamé.

— Aquí estoy. — Salió ella detrás de un pasillo ordenando su cabello, Matias salió tras ellas arreglandose los pantalones.

Dios, era una guarra, hasta en la biblioteca.

Alerta Mujeriego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora