37. Georgetown

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                 37

             Georgetown

                              Savannah

    Comprobé que el rojo y el azul se mezclaban lo suficiente antes de echarle el agua oxigenada, me gustaba la ciencia, me gustaba mezclar cosas para crear otras cosas. Sentí los dedos de Ryder en mi cabello y lo ignoré por completo, ¿Es que no podía atender a su trabajo? Ni siquiera sé cómo llegó aquí pues lo exámenes que impartía el profesor Ketcher para estar en su clase eran muy difíciles, por eso solo éramos doce estudiantes, ahora trece.

— Luces sexy cuando eres inteligente. — Lo escuché murmurar y suspiré, esto de ser amigos se me dificultaba pues la mayor parte del tiempo solo quería evitarlo y hundirme en mis pensamientos.

— Vas a reprobar si no haces los trabajos. — Dije porque la verdad que él solo iba a clases a toquetearme y mirarme todo el tiempo, no me molestaba pero él no tenía porque saberlo.

Él soltó mi cabello y tomó uno de los envases de cristal y comenzó a mirar todas las sustancias que habían encima de la mesa, lo observé mientras él elegía porque sabía que no tenía idea de nada y la verdad es que no quería morir por una explosión en el laboratorio.

— ¿Recuerdas cuando te llevé al concierto de Maroon 5? — El alzó una ceja sin siquiera mirarme aún seguía mirando las diferentes mezclas concentrado. Asentí mientras echaba el agua oxigenada en la mezcla que estaba haciendo. — Te dije que iríamos con una condición, y ya sé que quiero.

Lo miré incrédula ¿Ahora venía a pedirme condiciones?

— Como ya fuimos realmente no tengo porque cumplir tus condiciones. — Me encogí de hombros.

— ¿Es cierto lo que estoy escuchando? — Él me miró ofendido. — ¿Savannah Jayden no cumple sus palabras?

— Depende que es lo que quieres. — Lo reté.

— Quiero que me acompañes a un lugar. — Dijo mirándome con aquellos ojos suplicantes.
— Definitivamente no. — Me volteé para continuar mi trabajo.

— Por favor. — Volvió a tomar mi cabello entre sus dedos. — Hemos hecho todo juntos, y te necesito para esto. — Me miró con aquellos ojos suplicantes que no era capaz de resistir, ¿Porque era tan débil delante de él?

— ¿Donde? — Pregunté sin mirarlo.

—Solo... Después de clases te veo en la entrada, te prometo que estaremos devuelta para la noche. — Lo miré mientras él me miraba esperando mi respuesta justo cuando sonó la campana para el receso. Me levanté rápidamente tal vez esto era una señal de que no debía aceptar, además conociendo a Ryder debe ser un extraño lugar.

Caminé por el pasillo junto a Jenn que se mordía las uñas sin parar, ya había conocido los padres de Matías y según ella eran personas muy serias, y ella se ponía nerviosa nada más de pensarlo y que la invitaran a la cena de cumpleaños de la hermana menor de Matías no la estaba ayudando.

— ¿Que se supone que debo ponerme? Odio los vestidos, solo tengo uno negro que mi madre me regaló a los quince años. — Jenn hablaba bastante rápido estaba segura de que hablaba con ella misma y no conmigo. — Tu deberías prestarme uno, tienes toda una colección.

— Para emergencias. — La miré. — Y para amigas que los odian. — Le guiñé el ojo y ella se echó a reír.

Me pasé toda la mañana junto a Jenn ayudándola a probarse todos mis vestidos y debatiendo en mi interior si debía ir o no donde Ryder me había pedido, digo, estamos intentados ser amigos, así que podía ir, ver donde iba a llevarme, volver y seguir intentado ignorarlo todo el día, o no voy y me paso toda la tarde durmiendo, eso la verdad me suena mejor. Pero sin embargo, contra toda mi voluntad y dignidad mi cuerpo empezó a caminar por si solo hasta la entrada.

Me recosté contra la pared al no ver a nadie y me crucé de brazos, ni siquiera sé porque estoy aquí. Miré a todas partes en busca de Ryder, ¿Y si ya se fue? Miré la hora en mi reloj, la verdad es que había llegado media hora tarde, de seguro se cansó y se fue. Me moví incomoda sin saber que hacer ¿Debería ir a su habitación? ¿Porque me estoy cuestionando tanto? Ve y ya.

Justo cuando iba a dar el primer paso una rosa blanca estaba frente a mis ojos, sonreí instantáneamente al verla, Ryder se detuvo delante de mí con la rosa aún en la mano, me miró con una sonrisa.

— Es la primera vez que regalo una rosa, la verdad no sé si debo decir algo. — Dijo él entrando su otra mano en su bolsillo delantero, tomé la rosa entre mis manos sin ganas de rechazarla.

— Gracias. — Dije llevando mi nariz hasta la rosa, olía a su perfume.

— Pensé que no vendrías, creí que tendría que ir a tu habitación y atarte en mi coche.
— O sea ¿Que no tenía una opción? — Alcé una ceja.

— ¿Cuando has tenido opción? — Pasó su brazo por mi hombros y me llevó hasta su auto aparcado. — Normalmente siempre hacemos lo que yo digo. — Me guiñó el ojos y me abrió la puerta del auto. Abrí mi boca indignada ¿Quien se cree? Lo hacemos porque yo quiero.

— La verdad es que ahora tengo ganas de devolverme a mi habitación. — Me crucé de brazos. — Y voy a ir ¡Porque es lo que quiero!

Él me miró con una sonrisa en los labios y se apoyó de la capota del auto.

— ¿Qué esperas? — Dijo con aquella mirada divertida como si me conociera lo suficiente. Lo reté con la mirada y luego me di media vuelta para volver a mi habitación ¿Para qué había venido desde un principio? Lo pensé un momento ¿Por qué me había dejado irme tan rápido? ¿Ya no quería que fuera? Bueno, no me importa, ahora quiero ir, y si él no quiere pues sigue sin importarme.

Di media vuelta y caminé nuevamente hasta él con los brazos cruzados, su mirada estaba fija en mí y me di cuenta que no se había movido ni un centímetro, entré en el auto cerrando la puerta de golpe y volví a cruzarme los brazos mirando al frente y esperando que entrara. Unos segundo después él entró sin decir nada pero podía ver de reojo la sonrisa asomarse en su boca, se colocó el cintura y encendió el auto.

— Pensé que quería ir a tu habitación. — Dijo mientras salía del aparcamiento.

— Tu cállate y conduce. — Ryder se echó a reír.

— Te ves linda cuando estás enojada. — Lo miré de reojo y comprobé que si tenía una sonrisa en su rostro. Torcí los ojos y subí la música para no escucharlo más, después de unos minutos de silencio me di cuenta de que si me conoce lo suficiente, me dio paso libre porque sabía que iba a volver si o si. Bufé, tenía que ser menos obvia.

— ¿A dónde vamos? — Pregunté.

— A Francia por un helado. — Dijo sarcástico. Golpeé su torso. — Auch. — Dijo sobando la zona adolorida. — La brasileña del vestido rojo amiga de Loren de quien olvidé su nombre, ha sido muy amable en hablar con representantes de Georgetown, me han llamado y me han invitado a pasar el día.

— ¿Y por qué quieres que vaya?

— Porque no puedo dar este paso sin ti.

Sentí mis mejillas sonrojarse y no supe cómo responder aquello así que solo me mantuve en silencio y a veces lo miraba conducir de reojo, por suerte Georgetown no quedaba tan lejos del instituto y el viaje no iba a ser tan largo. Me mantuve quieta en mi lugar escuchando todo tipo de música y viendo a Ryder burlándose de mí en algunas ocasiones diciendo cosa como: —Eres tan obvia, me gusta cuando te sonrojas, ¿Estás nerviosa? Porque yo sí, creo que necesito ir al baño, debería enseñarte a conducir estoy cansado, ¿Quieres que nos detengamos y tengamos sexo para calmar la ansiedad?

Abrí mis ojos, ¿En serio acaba de decir eso?

— ¿Qué? — Lo miré sorprendida.

— Nada. — Dijo para después echarse a reír. — Creo que ya llegamos.

Ryder aparcó el auto en una zona donde no estaba muy segura si era seguro aparcar, lo miré alzando una ceja.

— ¿Vas a aparcar aquí?

— Si ¿Por qué? — Arrugó su frente y yo me encogí de hombros, salí del auto junto con él quien se acercó a tomar mi mano, ni siquiera iba a reclamarle pues sabía lo nervioso que estaba. Ambos caminamos hasta la entrada de aquella enorme universidad. La verdad era que yo estaba empezando a ponerme nerviosa.

— ¡Ryder! — Una chica caminó hasta nosotros con los brazos alzados y una enorme sonrisa.

— Hola Rebecca. — Dijo Ryder devolviéndole la sonrisa. — Gracias por la invitación.

— Luego de dejarme a mitad de la cena realmente no quería ayudarte, pero Loren me convenció. — Se encogió de hombros y yo tuve con ocultar mi risa, porque la verdad era que me hacía reír y sé que sería de muy mala educación si lo hago delante de ella.

— Yo... Becca, lo siento. — Ryder se disculpó apenado.

— Tranquilo, entiendo que los problemas con tu novia son más importantes. — Ella sonrió y me miró. — Por cierto, soy Rebecca. — Dijo ella alzando su mano la cual tomé solo por educación.

— Savannah. — Dije. — Y ya no estamos saliendo. — Corregí, y ella miró nuestras manos agarradas un tanto confundida ¿Que los amigos no podían agarrarse la mano?

— Si, si lo estamos. — Ryder habló y lo miré con una ceja alzada. — Ella solo está enojada.

— Bueno ¡Problemas de pareja! — Torcí los ojos, que frustrante. — Espero puedan resolverlos, por ahora, Ryder, te llevaré con los maestros.

Rebecca nos llevó por los pasillos enseñándonos donde quedaban algunos lugares, o simplemente partes de la universidad, todo esto me provocaba ganas de terminar el instituto ya, pero aún me faltaba otro largo año de encierro, Ryder estaba tan nervioso que podía sentir sus manos sudando debajo de la mía así que traté de darle apoyo con simple apretones. Varias personas en elegantes trajes se acercaron a nosotros en especial a Ryder y comenzaron hacerles preguntas sobre el instituto, sus padres, su carrera y expectativas, así que Becca y yo decidimos dejarlo hablar mientras nosotras nos sentábamos en otro lugar.

— ¿Y porqué terminaron? — Me preguntó ella mientras nos sentábamos en la mesa. Miré a Ryder que aún seguía hablando con aquellas personas y ahora parecía más seguro de estar aquí.

— No estábamos entendiéndonos del todo. — Dije encogiéndome de hombros, no tenía porque dar explicaciones.

— Oh. — Ella miró a Ryder y sonrió. — Si entra... Estoy muy segura que lo hará, podría.. no sé, tal vez, digo, ya está soltero. — Ella se mordió el labio. — La verdad es que pensé que vendría solo y después de todo esto pensaba mostrarle mi habitación, no sé si me estas entendiendo, digo eres una niña todavía estoy segura que no pasaron más allá de los besos y eso.

Per*a.

Esta niña lo excita más que tú.

Entrecerré los ojos.

— No, tienes razón, una vez me intentó entrar mano, pero negué ¿Sabes? Es que todavía soy virgen y eso, tenía miedo. — Suspiré resignada. — Creo que le hace falta, deberías intentarlo, él seguro no se negará.

— ¿En serio? — Ella me miró sonriente. — Tu y yo podríamos ser amigas, me encanta que no seas ese tipo de ex-novia celosa.

Torcí los ojos mientras la veía mirar a Ryder con ilusión.

Después de unos minutos de escuchar a Rebecca contando la historia de cómo su madre se hizo rica y blablabla, por fin Ryder se acercó a mi rescate besando mi mejilla, ahora parecía muy emocionado.

— ¿Cómo te fue? — Le pregunté rápidamente.

— De maravilla. — El tomó mi mano levantándome de mi asiento, me tomó de la cara y besó mi frente. — Realmente quiero estar en esta universidad ¿Recuerdas cuando te dije que no quería estudiar? ¡Ahora quiero!

— Entonces deberíamos celebrar. — Llevé mis manos hasta rodear su cuello.

— ¿Estás aceptando lo del auto? — El me miró confundido y asentí. — ¡Joder!

Un falso tosido nos hizo separarnos para mi mirar a la dueña de aquel sonido.

— ¡Estoy tan feliz por ti Ryder! ahora que vas a estudiar aquí tendremos muchos tiempos juntos. — Dijo ella acercándose abrazarlo, no sin antes cortarme los ojos, al parecer ya entendió que lo que dije fue sarcasmo y no pude evitar reírme.

— Gracias Becca, por todo, por invitarme en especial. — Él le sonrió amablemente.

— No fue nada, todo por complacerte.

Luego de una larga despedida por parte de Rebecca por fin pudimos volver al auto, entré en el copiloto suspirando y miré la hora, tres horas y media, estoy segura de que Ryder contó toda su vida en todo ese tiempo.

— ¿Quieres comer algo a la gran ciudad antes de volver? — Me preguntó mientras se colocaba el cinturón.

— Trato. — Hace tiempo que no estaba en el centro de Washington.


*

Solo estaba de vacaciones, dont try to kill me. 
IM BACK
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Vale Fuera. 


Alerta Mujeriego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora